Wes Anderson regresa con su película más personal, cómica y espiritual hasta la fecha: una historia de familia y espionaje ambientada entre palacios mediterráneos, conventos y hoteles de lujo.
Un magnate, una monja y una partida de baloncesto por un tratado internacional
Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) es un magnate europeo tan excéntrico como misterioso. Su hija, Liesl (Mia Threapleton), es una joven monja con la que mantiene una relación distante, casi quebrada. Juntos se ven envueltos en una delirante trama de espionaje internacional que conecta mafias, monarquías, acuerdos turbios y traumas familiares en lo que se perfila como el tapiz más complejo y emocional de Wes Anderson.
El director texano firma con La trama fenicia su duodécima película, con guion junto a Roman Coppola, y un reparto espectacular: además de Del Toro y Threapleton, desfilan por la pantalla Michael Cera, Scarlett Johansson, Riz Ahmed, Bryan Cranston, Tom Hanks, Benedict Cumberbatch, Rupert Friend y Jeffrey Wright, entre muchos otros.
Un estilo inconfundible que abraza lo espiritual
La trama fenicia conserva todos los rasgos visuales y narrativos que hacen inconfundible el cine de Wes Anderson: colores planos, simetrías meticulosas, maquetas detalladas y diálogos llenos de ironía. Pero esta vez, el director va un paso más allá y añade una nueva capa: la espiritualidad. La película explora la obsesión del protagonista con la muerte a través de flashbacks en blanco y negro y momentos de reflexión existencial.
El cineasta construye una historia en la que el legado familiar y la redención chocan con la política internacional y la comedia de situación. Una mezcla insólita que, sin embargo, funciona como un mecanismo de relojería.
La trama fenicia se estrenará en salas el 30 de mayo y promete ser uno de los títulos más comentados del año. Un regreso esperado que demuestra que Wes Anderson aún tiene mucho que contar… y muchas familias disfuncionales que retratar.