‘Verotika’, la cumbre del trash surrealista

Sitges 2019 Día 2 / Película 3

Verotika

La cumbre del trash surrealista

por Àlex Caballero

Presentada en el Prado con parte del equipo, allí estuvieron una de las actrices protagonistas, los productores y el propio Danzig que había dado una rueda de prensa previa en el FestivalVerotika se estrenaba en Europa siendo el segundo pase mundial que Glenn Danzig hacía de ella.

Muy cordial y amable, Danzig comentó algunos de los referentes que había querido introducir en la película, Mario Bava, Dario Argento y Federico Fellini, y pidió directamente la participación del público durante el pase del Prado, algo que no hubiera hecho falta conociendo a la audiencia del Festival.

Basada en los cómics de Danzig llamados Verotik, la película está compuesta de tres historias totalmente diferentes entre sí, presentadas por una diablesa sexy a modo del conocido Guardián de la Cripta de la famosa serie de televisión.

Lo primero que debería comentar de ella es que es una película que funciona muy bien como experiencia colectiva con un público entregado en cuerpo y alma a este tipo de películas, que está dispuesto a todo y sabe lo que va a ver, verla en casa a solas se puede convertir en un aburrimiento catastrófico. 

Lo segundo es que estamos ante un filme que ciertamente bebe de esos referentes que Danzig comentaba, pero convirtiéndolo todo en una cumbre trash surrealista de bajos vuelos que no hay por donde cogerla.

Para que nos entendamos, y dejando de lado todo el tema de que si la película es trash involuntario o no, Verotika tiene secuencias y planos de los que tanto Jacinto Molina como Salvador Dalí se hubieran sentido muy orgullosos.

Esos descarados fundidos a negro, esas validaciones de primera toma sin necesidad de volver a repetir, esa falta total de técnica cinematográfica, ese casting de peor imposible, esos minutos delirantemente alargados en historias como la del Face-Ripper (los bailes de las strippers) o la de la Contessa Bathory (ese baño de sangre y su posterior reflejo en el espejo eternizados hasta la saciedad), fueron los protagonistas de las mayores risas colectivas que recuerdo en el Festival.

Eso por no hablar del acento francés ultra forzado que podemos escuchar en la primera de las historias (Neckbreaker), a lo que Danzig alegó que al ocurrir en París contrataron a un logopeda para darles clases a los actores y que el acento francés fuera lo más creíble posible, algo que no consiguió ni por asomo.

Yo soy del parecer que no hay nada accidental y que Danzig ha querido hacer exactamente eso, que la audiencia disfrute de una manera única.

Verotika es una obra maestra del despropósito más simpático, la sima más profunda de la mugre cinematográfica y pura fantasía exuberante capaz de provocar un delirium tremens al más pintado.

Puntuación 8