Una serie de catastróficas desdichas

Un largo recorrido de tragedia a tragedia

Quienes hayan visto la película Melinda y Melinda de Woody Allen sabe lo importante que es la figura del narrador a la hora de aportar un tono. Este tono puede dar risas a una historia horrible, y hacer que se te compunja el corazón ante el velo negro de la tragedia… Pero el mensaje no es tan importante. Los dos ejemplos pueden ser el mismo, y solo cambia la forma de contar la historia.

La serie de Netflix Una serie de catastróficas Desdichas, de Lemony Snicket (a la que llamaremos USCD a partir de ahora para abreviar) sabe jugar a ese juego. La serie nos narra la triste sucesión de tragedias en las que se verán envuelta la vida de los huérfanos Baudelaire tras la muertes de sus padres en un incendio, y tras acabar en la custodia del malvado conde Olaf, un actor feo y malvado que solo desea apoderarse de la herencia de los tres niños.

La cosa aquí ya destila poca broma, pero la historia de Lemony Snicket (ficticio narrador de las andanzas de los tres huérfanos) juega al melodrama con un formato de cuento que no solo endulza el amargo de su historia, si no también lo convierte en una hermosa y divertida aventura que narra las peripecias de tres valientes e inteligentes niños que consiguen escapar una y otra vez del villano mientras intentan averiguar los dos mil enigmas que sus padres, y sociedades secretas, dejaron tras de sí.

¿Y cómo se cocina esto?

 Con los ingredientes adecuados. Neil Patrick Harris está maravilloso como la némesis de los huérfanos Baudelaire. Es extravagante, sobreactuado (como es el personaje), histriónico, y sumamente divertido. Cada uno de los personajes destila una cantidad abrumadora de carisma y te llevan de la mano. Malina Weisman (Violet) Louis Hynes (Vicktor) y Pressley Smith (Annie) hacen del trío de huérfanos unos personajes por los que sufrirás, sentirás pena y compasión, y profunda admiración. El resto de actores siguen siendo una fuerza notable para esta tragicomedia, con un gran saber hacer en el slasptick, con un buen trabajo de cuerpo y representando unos personajes que van del odio puro a la fascinación. Quiero hacer una especial mención a Arthur Poe interpretado por K. Todd Freeman, que crea uno de los personajes más ineptos, aborrecibles e irritantes que recuerde en una serie de televisión, y conseguir sacar una emoción tan intensa es un trabajo actoral digno de elogiar.  

USCD es una serie fascinante, de esas pequeñas joyas que cuajan con una fotografía de cuento, y un fantástico Patrick Warburton que hace de narrador de las oscura historia de los huérfanos con unos diálogos mordaces llenos de juego de palabras y semántica que bien podrían estar bañadas en oro puro… y es que el guion traslada muy bien la obra de Daniel Handler incluso en su localización al español. La oscuridad del discurso acompaña con una fotografía de ensueño y de pesadilla según el momento. La imagen es gris, casi espectral, y refuerza los colores vivos de las fascinantes aventuras que los tres niños deben recorrer en un camino, que como dice el mismo marketing de Netflix, y el mismo narrador Lemony Snicket… “No va a acabar bien”.

¿La recomiendo? Es un ferviente si, sobre todo para aquellos amantes de los cuentos oscuros y a aquellos a los que nos fascinan estas dicotomías tan bien llevada entre lo oscuro y la luz, la comedia y la tragedia, a veces sin distinción, a veces protagonistas y otras veces, co-protagonistas, según el momento del relato.

La serie ya tiene un inicio y fin en Netflix y no hay mejor momento para poder desentrañar todos sus misterios y descubrir cada una de los oscuros secretos que los pequeños Baudelaire deben afrontar en sus aventuras. ¿Qué es el tatuaje de Olaf? ¿Qué es el VFD? ¿Por qué los incendios? Todos esos misterios que nos dejó abierto en la película del mismo tema y nombre interpretada por Jim Carrey, ahora por fin pueden ser resueltos con una serie de grandísima calidad, dulzura y tan trágica como divertida y hermosa…

Como bien dice el narrador en cada capítulo de la serie, la historia de los niños Baudelaire es una horrible sucesión de catastróficas desdichas, y no le hagas caso cuando te pida y te suplique, que dejes de ver esta serie, que te imagines un hermoso final para los niños y no te quedes para ver la aciaga y dura realidad. Esta serie merece ser vista, porque todo el proyecto es tan valiente como los tres pequeños niños, y por qué Neil Patrick Harris demuestra a cada segundo suyo en pantalla, lo importante de un buen “malo” villano, y que hay un mundo tras Barry Stinson.

“Pero ahora el final no es feliz, es tal cual…. Con pena tristeza y horror… Justicia y paz que vosotros queréis