SÓNAR 2019: el día que el Grime ganó al Reggaeton

Sábado 20 de julio 2019

por Àlex Caballero

Fake Guido (21.30) SONARCLUB

La primera parada de la noche en el Sónar nos daba cita a las 21.30 en el Sonarclub, escenario grande del Festival, para ver en acción a Fake Guido. Un tipo que más allá de su faceta como productor, ligada estrechamente a la trayectoria en alza de Bad Gyal con quien ha trabajado en numerosas ocasiones, hay que admitir que como DJ a la hora de amenizar una velada no es que sea gran cosa, además que llamarse Fake no ayuda para nada.

Habría que empezar por diferenciar entre la figura del DJ, una persona que es capaz de mezclar temas y conseguir con esas mezclas elevar al público hasta el infinito y más allá, y la de selector, alguien que simplemente se encarga de pinchar temas uno tras otra sin prácticamente ningún tipo de técnica ni gracia. Pues bien, Fake Guido estaría claramente en esa segunda categoría.

Alargando su sesión casi media hora más de lo previsto por culpa de un Bad Bunny tardío, el aburrimiento se apoderó de un público nervioso por ver al puerto riquense con un Fake Guido sobre las tablas que lo único que hizo fue pinchar canciones de reggaeton latino en batería. La aparición de Pablo Martínez (Fake Guido) en el Sónar se saldó con uno de las sesiones más sosas y poco memorables del día.

Bad Bunny (22.30) SONARCLUB

Programado para las 22.30, el concierto de Benito empezó prácticamente a las 23.00 con un respetable histérico por el ver al boricua sobre las tablas del escenario.

Un escenario al que salió completamente con la cara  tapada, vestido de mimeta y con sombrero a juego incluido. Me pareció bastante extraño que Bad Bunny se pasase la gran mayoría del concierto con la cara tapada sudando a chorro, en las dos últimas se quitó la rejilla mosquitera blanca que llevaba, el sombrero y la chaqueta para confirmar que era él y no otro el que estaba sobre el escenario, pero hay que admitir que eso no le restó ni un ápice de calidad y magia a un directo que sonó como un misilazo y se cerró con la alegría colectiva de un público derretido a las mieles del boricua.

Con un grupo de bailarinas que salían a acompañar a Benito en alguno de los temas y una pantalla descomunal detrás suyo en la que se mostraban impresionantes visuales  relacionadas con los temas en cuestión, Bad Bunny no hizo más que agradecer y alabar a un público con el que a día de hoy tiene una química y una relación que va más allá de sus radiables hits mostrando una actitud humilde y agradecida en todo momento.

Sin necesidad de poner su voz por debajo del directo ni tirar de autotune de manera exagerada demostrando una profesionalidad poco dada en los artistas de su estilo, no hay duda que a día de hoy no hay artista de reggaeton capaz de tomarle la talla al puerto riquense.

En el repertorio, con un show más que excepcional que pasó muy poco de la hora de duración, cayeron hits tan gordos como Soy Peor, Amorfoda, Te Boté, I Like It, Chambeo o ese descomunal final con Callaita, repasando sobremanera su álbum debut X100PRE del que también sonaron Ni Bien Ni Mal, 200MPH, Estamos Bien, Caro, Tenemos Que Hablar, Otra Noche En Miami, Sólo de Mí y MIA. Nada que reprocharle a un directo que se cerró con un notable alto. 

Sheck Wes (23.30) SONARPUB

El rapero americano de origen senegalés, precedido de varios hits de carácter siniestro contenidos en su debut largo titulado Mudboy y sacado al mercado por luminarias como Kanye West y Travis Scott, rubricó su estreno en España con uno de los shows más intensos, oscuros, crudos, agresivos y brutales del Festival desgranando su nombrado debut e incendiando el Sonarpub con bangers de la talla de Mo Bamba, Chippi Chippi o Live Sheck Wes por nombrar los más celebrados.

Si bien es cierto que Sheck Wes utiliza su propia voz pregrabada para potenciar su directo, hay que admitir que su entrega y su actitud sobre las tablas sobrepasan con creces cualquier obstáculo y playback para convertirlo todo en una fiesta de proporciones épicas acentuando un sonido que llegaba a unas cotas de volúmen impresionantes.

Ataviado con camiseta del Barça en la que se podía leer detrás Sheck Jesus (a modo de nuevo mesías del rap americano) y sudando la camiseta a niveles máximos, fue una pena llegar tarde y perdernos la mitad de su impecable repertorio después del retraso ocasionado por Bad Bunny en el escenario Sonarclub.

Deseando volver a verle por aquí, algo que tenemos claro va a ser muy complicado, nos fuimos de allí con muy buen sabor de boca y las pilas cargadas hasta los topes después del uso y abuso de la energía nuclear mostrada por este neoyorquino de tan solo 20 años. Con un futuro todavía por definir y un potencial descomunal, lo de Wes fue más que memorable. 

Flava D (23.35) SONARCLUB

De regreso al Sonarclub para ver a Danielle Gooding a.k.a. Flava D. DJ inglesa en pleno auge gracias a sus incendiarias sesiones en las que mezcla la cultura grime del Londres más actual con trazas de garage, hip hop, house y drum n’ bass de la manera más efectiva y bailable posible.

Si cuando hablábamos de Fake Guido comentábamos la poca habilidad del español para mezclar los temas, Flava D es exactamente lo contrario. Una máquina perfectamente engrasada capaz de hacer mezclas imposibles de más de un minuto de duración en las que coinciden cortes que poco tienen que ver entre ellos pero que en sus manos (dedos) se convierten en clases magistrales del mixing más inspirador y disfrutable.

Hora y media de puro desfase en la que Danielle no paraba de animar al público, saliendo de su zona de confort tras la mesa y ponerse a bailar y gesticular poniendo una pasión y unas ganas en su trabajo simplemente reverencial.

Deseando volver a verla en cuanto pueda, por ahora nos tendremos que conformar con esa maravilla de la técnica llamada More Love, su disco largo del 2018 que no tiene desperdicio. Flava D apunta y dispara con una habilidad bárbara y una versatilidad descomunal. 

Skepta (01.00) SONARCLUB

Y llegaba el momento más esperado de la noche, el momento de ver al de Tottenham merendándose a todo bicho viviente en una noche en la que, nuevamente, se convirtió en el campeón absoluto sobre las tablas del Sonarclub.

Un concierto en el que más allá de bombardearnos con una dicción perfecta, una voz impresionante, un flow milimétrico, un set-list de escándalo y una calidad muy por encima de la media, el show de Skepta llegó a sus mayores cotas de perfección hasta la fecha.

Con un montaje de escenario que comprendía una pantalla descomunal en la que aparecían todo tipo de visuales hipnóticas y una visible tarima en la que también contaba con efectos en sus paredes, la presencia y profesionalidad del MC inglés volvió a dejar claro quien es el puto amo del grime (con el permiso de P. Money y Wiley) por mucho que hayan pasado tres años desde su anterior y muy laureado Konnichiwa.

Presentando su último Ignorance Is Bliss de este mismo año, disco con el que se ha vuelto a superar a niveles extremos haciendo gala de una progresión en su sonido y estilo al alcance de muy pocos, Skepta no se apoyó únicamente en su nueva obra de estudio desgranando en el set-list algunos de sus más míticos y legendarios con los que consiguió llegar a la cima.

Por ponerle un pero al show, se nos hizo demasiado corto dejándonos en lo más alto del escalafón del disfrute nocturno cerrando con la muy deseada Greaze Mode, un tema que ya se ha convertido en himno y clásico ineludible de sus directos. Skepta, y no hay más perro que ladre.