Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Querido diario: me han vuelto a llamar fascista (y lloro sin parar)

Querido diario,

No he podido pegar ojo, espero que notes la ironía, en toda noche desde que leí ayer en Twitter (ya sabes, ese lugar donde se les da gratis un megáfono de intelectualidad a los más tontos del mundo) que el pasado sábado me llamaron “lame culos de fascistas”.

Además, ahora no sé si es peor o mejor esto de que te llamen fascista, y es que las ideologías y las luchas cambian tan rápido que uno ya no sabe si ofenderse, reírse, o seguir con tu vida y pasar de los luchadores de la moral que buscan palmaditas en la espalda a cambio de vender su inteligencia y su alma.

Y ahora que lo pienso: ¿me insultaron a mí o a toda la gente a la que apoyo y ayudo en mi vida?

Papá, mamá, amigos íntimos: que sepáis que según estos eruditos sois todos unos fascistas.

Reconozco que me pilló por sorpresa, sobre todo viniendo ese comentario de uno en el que, de buena fe, etiqueté a alguien en una librería donde también estaban mis novelas (ya sabes, querido diario, eso que se le llama apoyar al prójimo desinteresadamente), pero sabiendo en qué mundo vivimos y lo mal que está el personal en cuanto a creencias y metas que alcanzar, en realidad fue un motivo más para echarme unas risas en casa antes de irme a dormir a pierna suelta.

¿Sabes qué?, creo que deberíamos normalizar la palabra fascista, ya sabes, como cuando nos dio a todos por llamarnos Fistro o gritar El mineralismo va a llegaaaaar por la calle, porque los que se han apoderado de ella y la lanzan ciegamente contra cualquiera que les lleve la contraria, igual los niños pequeños cuando reclaman atención o cuando los deficientes mentales dicen tú más una y otra vez para jugar contigo, no se dan cuenta de que le han quitado el verdadero significado, envenenando la raíz de un adjetivo que servía para señalar a las personas que, de un modo totalitario y violento, se dedicaban a censurar, perseguir, atacar e intentar que las libertades que ellos querían para sí mismos no las tuvieran los demás.

¿No te suena esta definición en nada?

Es curioso el lenguaje. Muy curioso.

He estado pensando, querido diario, que la inteligencia humana está llegando a unas cotas tan bajas que, al final, acabaremos volviendo al mono, y es que ya se pueden ver las primeras pruebas de ello: lanzar caca sin sentido a los demás, por ejemplo, hace mucho que es casi un deporte nacional.

Lo que pasa es que si lo estudiamos con las miras más amplias, ya sabes, haciendo algo que muy poca gente hace últimamente y que se llama Analizar Fríamente la Realidad, es fácil comprender de donde salen estos arrebatos bárbaros y simplistas que obligan a las personas que, en apariencia, eran intelectualmente superiores a una ameba, a usar ataques y argumentos reservados solamente para los locos que luchan contra paredes acolchadas tratando de encontrar tras ellas una salida a su sufrimiento: todo surge de la necesidad de ser aceptado por la masa.

Tan sencillo y plano como eso. Que los demás, que el grupo, que la sociedad, te abra los brazos y puedas acurrucarte en la tranquilidad que da no tener que hacer nada, ni siquiera pensar por ti mismo, para lograr vivir en paz.

Y lo veo un insulto a la libertad hacer eso, igual que cualquiera que sepa lo que es la libertad más allá de los panfletos y los vítores partidistas pensará, pero soy capaz de comprender el miedo que debe ocasionarles atreverse a dar un paso al frente y enfrentarse a lo que el mundo dice que debes decir tratando de tener una vida independiente a lo que dictan las normas moralistas y fascistas (ahora sí que tiene sentido usar esta palabra) que son casi, o sin el casi creo que es mejor, un dogma que rige su supervivencia. Su felicidad.

Pobretes…

Querido diario, en serio que estoy bien. Te lo juro. Para que algún insulto me duela tiene que venir de alguien verdaderamente importante en mi vida, o alguien que pueda hacer sentir tristeza si se muere mañana mismo, y no de gente ególatra y que necesita sentirse moralmente superior para poder caminar por el mundo sin sentir a cada segundo que no merecen nada de lo que tiene.

¿Qué le pasa a la humanidad para que el único modo útil que ha encontrado para conseguir la paz sea insultando y desprestigiando a los demás sin motivos o razones lógicas? ¿Falta de oxigeno al nacer? ¿Poco respeto por los demás?

En fin… voy a tomarme un chupito de cangrejo, que eso siempre me levanta la moral.