Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

‘Piel de Plata’, cuando la literatura es Literatura (con mayúsculas)

Hay Literatura, y literatura. Eso creo que lo tenemos todos claro, ¿verdad?

Igual que hay equipos de primera y segunda división, o músicos que tocan en un estadio u otros que lo hacen en una sala de conciertos y después los que lo rasgan la guitarra en un bar ante siempre los mismos espectadores.

Y sí, se podría decir que una cosa, si lo acabas haciendo bien y trabajas duro, lleva a la otra, pero el mayor problema con el que nos topamos hoy en día (y me centraré en la literatura y nada más, aunque se podría decir lo mismo de la música, el arte, los deportes, etcétera) es que mucha gente tiende a etiquetar a muchos escritores que leen como putos genios de las letras, como eruditos que han venido a salvarnos y si no lo sabes ver estás muy muy ciego, consiguiendo que personas que escriben bien, pero ya está, se estén llevando los ojos y el tiempo de lectores muy lejos, muy muy lejos, de verdaderas obras que deberían leerse SÍ o SÍ.

De libros que no es que estén solamente escritos con ese estilo que se le reconoce a un gran relator o como alguien que lleva toda la vida trabajando, puliendo, perfeccionando su estilo hasta llegar donde se ha ganado estar y recibir las alabanzas que tiene, sino que además la historia es tan grande, tan profunda, que no sabría ni como describirlo.

Hay obras que, simple y llanamente, deberían ser de obligada lectura si de verdad se tiene un mínimo de verdadero amor y pasión por la lectura.

Y de la que voy a hablaros hoy es una de ellas.

Calidad editorial

Desde hace varios años la editorial Seix Barral ha hecho tanto por la literatura en España, nos ha traído a tantos buenos autores extranjeros y le ha dado voz a patrios, que no creo que me equivoque si digo que es una de las referentes dentro del mundo editorial en nuestro país, e igual que me pasa con otras como Blackie Books o Ramdon House, solo ver su sello en la portada de una obra ya es suficiente para reconocer la calidad que estás a punto de encontrarte.

Nada más hace falta. Ni etiquetas extrañas ni portadas ilustradas por genios, solo el sello y ese blanco nuclear que la caracteriza. Es todo.

Piel de plata, cruda realidad 

Pero es que además, del libro que voy a hablaros, hay un añadido que ya nos hace ver, y entender, que estamos delante de una obra que va a llevarnos con maestría y verdadero talento por una historia llena de momentos que nos harán detenernos y pensar, reír, ofendernos… en definitiva, nos va a hacer vivir cada letra de un modo que muchos ya querrían.

Y es que Piel de Plata, del gran Javier Calvo, es un viaje del que no querrás bajarte en ningún momento.

Por no entrar mucho en la historia, porque como las que de verdad valen la pena es mejor saber lo justo y necesario y dejarte llevar por el protagonista, diré que hacía mucho tiempo que no me topaba con un narrador tan sincero y puro, tan directo y a la vez ajeno a lo que vayamos a pensar de sus opiniones o actos.

Porque él está aquí para contarnos esta historia, cada escena y cada personaje que salen en ella son lo que pasó, y el hecho de que nos gusten o no, que nos ofendan o no, o que en algunos momentos nos gustaría darle una buena bofetada en la cara a todos y cada uno de ellos, le es indiferente: él va a contarte la verdad, y tú eres libre de escucharle (y deberías hacerlo) o seguir con tu vida sin la experiencia que es sumergirte en ese inmenso abanico de sentimientos y situaciones que forman en conjunta la vida de alguien que, ya os lo garantizo, no vais a olvidar jamás en la vida.

Javier Calvo, excepcional en una palabra

El hecho de que Piel de plata esté escrito por Javier Calvo, que puede que sea uno de los escritores más originales que hay en habla hispana, y el mejor traductor que hay en la actualidad (esto ya es una opinión personal, por los libros que he leído en los que está involucrado), ya es un sello más de calidad que no podemos dejar pasar por alto en cuanto nos encontremos en las librerías delante de tantas y tantas portadas, de tantas y tantas editoriales, y esa ingente cantidad de historias que, muchas de ellas, no le llegan ni al forro en originalidad ni personalidad a su historia.

No le llegan, os lo garantizo.

Y sí, puede que haya sonado todo muy poco objetivo, y seguramente estés pensando que tú opinas lo mismo de algún autor/libro que desconozco y, por lo tanto, podrías contestarme con los mismos argumentos.

Y, bueno, sí y no, amigo. Porque no soy el que más lee ni el que más géneros o autores admira, ni tampoco soy el que tiene ni tendrá jamás la verdad absoluta, pero lo que sí me ha dado estar de algún modo muy metido en el mundo editorial y haber tenido la oportunidad de conocer a mucha gente y tener la oportunidad de leer los comienzos de muchas historias, es que para mí leer no es solo algo que se hace para pasar el rato, no es algo que antepongo a muchas otras cosas en mi vida, y por lo tanto si algo no me gusta se va rápido a la basura.

Para mi leer es algo que debe llenarme como el mejor Spanbauer o Hempel, hacerme reír como un Coupland o Pynchon en estado de gracia, o hacérmelo pasar mal como un Palahniuk o Burroughs en plan cabrones.

Leer es para mí más que algo que se hace en el tren para que pasen rápido las paradas: es lo que hago para que éstas, directamente, dejen de existir y me olvide de quién soy, dónde estoy y en qué día vivo.

Por eso debéis leer a Javier Calvo, por eso tenéis entrar en Piel de Plata. Porque, una vez dentro os olvidaréis de todo lo demás. De todo.

¿Y no es eso lo que le pedimos todos a un libro una vez lo cerramos?