‘Península’: ¡el Need for Speed survival zombie que no necesitabas!

Y entonces es cuando pasa. Se estrena una película que nadie espera, se me queda la tarde libre y por supuesto, mi tiempo es oro. Así que gracias a los directores de esta innecesaria película, por darme un contenido tan sabroso en el que enfocar mi lado más hate. 

Preparemos los utensilios para la carnicería.

Antes de que las laceraciones criticas inunden el marco argumental de esta mi opinión, voy a contaros de que va.

Resulta que hace algunos años sacaron su primera parte, Train to Busan. En aquel entonces esa película tuvo cierta aclamación por la crítica, aunque yo la vi y me dormí un par de veces.

La cosa es que Península, es la segunda parte y habla de cómo un grupo de mercenarios, uno de ellos marca la línea continuista con la primera, pero en esta ocasión tienen que volver al sitio de donde escaparon a por un botín de millones de dólares. Una vez allí, se encuentran con que todavía siguen viviendo en la isla, aunque tras cuatro años se han vuelto, como diría, algo más salvajes.

Que corra la sangre

Valiente intento de película de zombis. Los no-muertos parecen que se hayan hecho veganos y acróbatas.

Volteretas, posiciones supinas, contorsiones imposibles y vamos, que si la película se llamara indigestión en el circo del sol, yo te la compro.

Una película donde la sangre y el espíritu gore, es una leyenda rural creada para que los niños duerman. Vamos a ver, no hay ni una escena donde las vísceras tengan el protagonismo que se merecen en una cinta de zombis. De primeras, le hace falta como  poco, unos 200 litros más de sangre y tripas.

Siguiendo con los zombis. Me parecen que se salva el equipo de caracterización, porque el de acting, se ve que estaba aprendiendo a hacer parkour.

Las mecánicas de acción de los zombis, son cuanto a menos sacadas de la manga, inventadas y sin ningún sentido. ¿Desde cuando los zombis necesitan la vista para localizar la sangre? Yo pensaba que estos, se guiaban por su instinto de comer cerebros o carne humana, para ello usaban el olfato y el oído. Igual soy yo el que no se entera. 

Podría decir “¡oh! las escenas de acción salvan la película porque son buenas” ¡Anda ya! En los 114 minutos que dura la película, se la pasan hablando e intentando forzar un drama, que de lejos huele a sobreactuado.

Un drama muy del palo, que se nota que si no esta comprado en un bazar asiático, lo han elegido sin querer en una maquina de la feria. Emociona lo mismo que el acting de Espinete.

Mientras que en aproximadamente unos 14 minutos, pasan todas las escenas de acción. Unas escenas basadas en “dispara al zombie que me pilla”, “corramos porque nos van a pillar” y las que más risa me hicieron, Toreto huyendo de los zombies. Por Toreto me refiero a todo gas, sí.

Ósea en una ciudad coreana en ruinas, donde esta todo lleno de escombros, edificios derruidos, coches volcados, aviones estrellados, barcos reventando los puertos y pilas de cadáveres, todavía hay espacio de sobra para que las carreteras tengan sentido y no flipando con eso, marcarte unas persecuciones, trompos y filigranas con el coche. Ese es otro punto, que la niña de doce años con un monovolumen se marca unas florituras, que ni Ken Block puesto de cocaína.

Cuchillazos aparte para los actores y la narrativa

La trama de esta película se va adaptando según le va pegando el sol. Ahora voy por aquí, pero no me interesa y ahora cambio. No existe ninguna lógica en los actos que ocurren, en los que la gente es tan terca que solo es capaz de gruñir y pensar como gruñir mejor.

Existe una fuerza mística escondida en toda la película, la cual voy a llamar Karma asiático. Esta fuerza oculta, hace que todo el rato los protagonista tenga una redención instantánea. Es decir, si alguna vez fuiste bueno luego vas a ser malo pero casi automáticamente, el karma te hace volver a ser bueno. ¿Magia? Para nada, la fuerza del guion es demasiado fuerte como para hacer giros que te dejen con el culo torcido.

Los últimos  atisbos de hate se los llevan los actores. Madre mía del amor hermoso, al protagonista no le han enseñado la diferencia entre un trauma doloroso y la alegría, por eso llora cuando la esperanza le golpea y se ríe cuando los zombis devoran a su hermano. No exagero, si digo que he visto tomates acuchillados con más expresión facial.

Aunque este es solo un rollito de primavera, en comparación con lo ridículo que son los malos. No tienen ni media gracia, parecen que quieren ser malos pero son chistosos y sin ningún fundamento de villano.

Les tocó ser malos y solo van en contra de los buenos, porque sí y ya está. Existe un personaje que parece que va a dar algo distinto, pero una vez más, la fuerza del guion y la magia del karma, se lo ventilan en una persecución sacada de la manga. Los malos son inútiles como poco.

Para ir enterrando el cadáver

Segunda parte horrenda, que no merece ni estar calificada como película de zombis. Estrenada en Halloween lo único que consigue, es que le den calabazas.

Insulsa y pedante a parte iguales, con nada destacable y actuación menos expresivas que las estatuas del retiro. Un film que no tiene ni idea de que va, no sabe ni que ser; si un título de miedo, un drama con final feliz, un thriller psicológico basado en el aislamiento o una cinta de  acción. La verdad que no lo sé, porque se queda a mitad camino de todo.

Así que borrando las huellas del crimen cometido en esta crítica, omitiré que alguna vez vi este largometraje.