No tienes razón porque lo digo yo
¿Está mal decir que el ser humano es completamente idiota?, ¿o se va a ofender sobremanera alguien si lo digo sin tapujos, sin miedo, y subrayando que yo mismo soy humano y, por lo tanto, asumo mi parte de culpa?
Por cómo está el patio, que por cualquier cosa se ofende alguien usando cualquier excusa o tergiversación, no está mal para empezar un artículo, ¿no? Y más cuando lo que me lleva a querer dejar clara esta tajante afirmación es que hablaré de la increíble, y por otro lado característica, capacidad de nuestros semejantes de no asumir la culpa de sus errores, de pasar las pelotas al otro tejado; en definitiva, de ser unos putos cobardes al no defender sus actos.
Creo que no me equivoco si digo que la sociedad ha llegado a un punto en que nos pasamos más rato luchando los unos contra otros por, casi siempre, chorradas sin sentido, en lugar de escucharnos o tratar de comprendernos. Digamos, para hacer una metáfora fácil y así todos lo entenderemos, que es más fácil darle una patada en los huevos a alguien y decir que ha sido porque él se lo ha buscado, que defender esa acción y razonar un motivo (aquí muchos habrían puesto “tangible”, pero siempre me ha parecido una palabra que usan: los tontos para ir de listos, los raperos, o los políticos, y como no soy nada de eso…) para defender el por qué, lo entienda o no el público. Esa falta de seguridad, esa tontería que llevan usando los que no tienen nunca razón para poder ganar a los que sí la tienen, es una de las trampas más viles y rastreras que existen y, por desgracia, se usan sin parar.
Somos la hostia, sin duda.
Sé que todos somos capaces de verlo, sobre todo habiendo redes sociales delante se quiera o no, pero parece ser que es más sencillo jugar al despiste y unirte a la partida, a la farsa, a la bola de nieve, que simplemente decirle a alguien que su discurso no es más que un montón de mierda llena de tópicos y excusas que buscan solamente auto convencerse, o lo que es más divertido aún, usar los ataques hacia su persona, que pueden tener razón o no, para exculparse y explicar su día a día; cosa que ni nadie ha pedido ni creo que le importe a un alma. Pero así seguimos, usando a los demás para no asimilar nuestros errores ni aprender, culpando a la ex novia de que te dejara en lugar de porque tú lo hiciste mal, o mirándonos al espejo y repitiendo Tú tienes razón; ellos no. Tú no tienes la culpa; ellos sí, y dedicarnos a tirar adelante como un burro con una zanahoria como guía sin aprender nada de nosotros, los demás, el mundo, ni los errores que nos encontramos.
Y así nos va, joder.
Hay mucho ciego en el mundo y demasiado tonto con ánimos y halagos falsos a las espaldas que, sonriendo, vive sin darse cuenta de que está equivocado, porque están convencidos de que tiene razón y ni con todas las minas del mundo bajo sus pies serán capaces de cambiar de rumbo y mejorar como persona. Supongo que porque es más sencillo ser ciego, o quizá porque el miedo al fracaso, y a la desorientación posterior, les obliga a no detenerse, y creo que hay algo que no saben o creen que es mentira: de los mayores errores, y aprendiendo de ellos, han salido siempre los mayores avances de la humanidad.
Pero es más fácil atacar a los demás que atacarnos a nosotros mismos, ¿no?
Total, ¿quién quiere crecer como persona?
Que pereza…