Maléfica 2: la dicotomía entre el bien y el mal

Una de las cosas que los espectadores solemos tener bastante claro al ver una película de héroes y villanos es quién es quién.

Distinguimos el rol de cada personaje y clasificamos a cada uno como tal. Según el concepto cinematográfico que tenemos de estos personajes ficticios, el héroe es la figura que lucha contra los malvados para así poder salvar al mundo.

La valentía, coraje, fuerza, cordura y hasta el buen aspecto físico que presentan estos personajes son algunos de los rasgos que definen a los insignes protagonistas de las películas del género fantástico como lo son las de Disney.

En cambio, el villano es representado como una amenaza, alguien que aterroriza una ciudad con sus malas acciones, se reprime en las profundidades de un bosque o se esconde en cualquier lugar apartado de la sociedad.

Además, lucha en contra del “bien” y, en la mayoría de ocasiones, es representado con un aspecto poco agraciado.

Una historia plagada de diferentes tipos de malos 

Personajes como el Joker, que ahora vuelve al cine para contar su historia desde otra perspectiva a la que estamos acostumbrados, Jafar en Aladdin, Úrsula en La Sirenita o Scar en El Rey León son algunos de los personajes a los que se les atribuye la faceta de villanos.

Son, por tanto, los antagonistas por excelencia del cine fantástico. Pero, aunque todos ellos forman parte del mismo grupo de personajes, la realidad es que cada uno de ellos es único, al igual que las circunstancias que los envuelven.

Y es que, como en todo, tanto en el panorama cinematográfico como en una jugada que requiera un contrincante como lo son las luchas entre héroes y villanos, no solo existe un tipo de villano: una jugada sucia, un acto atroz que no esperas o en las peores circunstancias, un auténtico fanático del mal.

Pero, ¿forma Maléfica, una de las villanas más conocidas, parte de este conjunto de personajes ficticios?

Parece que el bueno y el malo son siempre sinónimo de blanco y negro, sin tener en cuenta los matices que cada uno de los dos puede tener.

La otra cara de la moneda

En el caso de la primera entrega de la historia de esta villana, que aparece por primera vez en La bella durmiente como la malvada bruja que destruye por completo la felicidad de la familia real y su pueblo, los actos de Maléfica dejan al espectador sin ninguna duda del honor que hace a este grupo de personajes ficticios.

Pero en 2014, Disney dio un giro a su historia cuando contó lo que había detrás de la bruja más temida de todos los reinos.

En la primera parte de Maléfica, se cuenta, al fin, la historia que oscureció a este personaje. Y es que ¿forma la venganza parte del grupo de villanos? ¿Un héroe no se venga del villano para protegerse?

Lo que está claro es que esta malvada bruja que todos consideran un ser vil y perverso, en la segunda entrega, Maléfica: Maestra del Mal, deja en entredicho el propio nombre de la película.

Aquella bruja con sed de venganza resulta ser un ejemplo del refrán “ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos” pues la dicotomía entre el bien y el mal se muestra en esta historia con total claridad.

Los hechos y actitudes del resto de personajes hacen que aquella mujer que cosió sus pedazos a golpe de venganza, vuelva para demostrar que, en ocasiones, el fin puede que sí justifique los medios.

Siempre que el fin suponga el bien común, la empatía y el amor más allá del propio.

Este tipo de películas que muestran lo que hay detrás del disfraz nos hace cuestionarnos la facilidad de prejuicio ante situaciones de las que solo vemos una pequeña parte que rara vez simboliza el todo.

Son la respuesta a una historia mal contada, la representación de la venda caída al suelo.

Cierto es que no es oro todo lo que reluce, tanto como el hecho de que no tiene menos luz aquello que es ensombrecido por otros, sino aquello que no es capaz de alumbrar pese a ello en las peores circunstancias.