EL MILAGRO
No creo que haya otra artista en el mundo, capaz de conseguir lo que ha conseguido Rosalía. Y no estoy hablando de sus logros y reconocimiento, para nada, hablo de que después de todas esas pistas en forma de fotos, códigos, palabras, símbolos y publicaciones que ha ido soltando la catalana alrededor del concepto del disco, convirtiendo el misterio y la especulación en una herramienta de marketing de lo más poderosa, mi convicción de que el disco lo tenía que oír en su totalidad y teniéndolo físicamente en la mano, ha hecho que no haya querido escuchar ni tan siquiera el single de adelanto.
Berghain, esa canción de la que ha estado hablando todo el mundo en los últimos días, es de lo más sorprendente del disco y de lo más estimulante, pero ni teniendo involucrada a mi amada Björk, ha conseguido que sucumbiera a la escucha del single sin antes poder oírlo dentro del concepto del álbum y en la posición que Rosalía ha querido que apareciera en la obra.
Descubrir un disco desde cero, al menos la música contenida en él, en su formato físico el día de su salida al mercado, es un placer que no experimentaba desde tiempo atrás. Sí que hago preorders de los discos y me suelen llegar el día de salida a casa, pero normalmente ya he escuchado algún single previo o incluso me pongo el disco antes en Spotify que en el formato físico. Con esto me vengo a referir, que la salida de LUX, al menos para mí, ha conllevado un ritual previo y específico al que he llegado de manera natural y consciente. Algo que me ha gustado mucho hacer.
También hay que decir que todo ese misterio y especulación se ha visto despejado y anulado de manera radical durante la última semana antes de la salida del disco.
Rosalía ha aparecido en varios medios dando entrevistas y explicando el significado de la obra hasta el punto de desgranar las canciones una por una. Algo que ha jugado en contra de toda la campaña de marketing y promoción que había creado alrededor del concepto de LUX. Eso por no hablar de la filtración del trabajo al completo tres días antes de su salida al mercado, el anuncio de la portada del disco en Times Square una hora antes de lo previsto o esa mágica y equivocada aparición en Spotify de uno de los temas del disco, dos días antes de su salida. Demasiados errores en el rollout del disco, sobre todo para una artista de la envergadura de Rosalía.
La mala gestión de Sony hacia las tiendas de discos, también ha creado polémica poniendo en el punto de mira a la artista. Aún sabiendo que ese no es su trabajo, se supone que hay que controlar la distribución de tu obra de la manera en la que pueda llegar a la mayoría de gente posible y, un disco como el de Rosalía que se va a vender de manera exagerada, debería de poder aportar los merecidos beneficios a las pequeñas tiendas de discos que son las que luchan cada día contra las grandes corporaciones que venden sus copias por internet. Otro error garrafal, esta vez en el apartado de la distribución y venta del disco.
LOS CUIDADOS
Antes de ponernos en faena con el carácter musical del disco, voy a comentar algún detalle del diseño que me ha parecido remarcable. En su edición en vinilo doble transparente y carpeta gatefold, lo primero que llama la atención, es la textura del cartón. Rugoso al estilo leather, con un patrón mate alrededor de la celestial foto de Rosalía, la que, por el contrario, tiene una textura totalmente lisa y luminosa en esa zona de la portada. La contraportada tiene la misma combinación de texturas.
Abriéndolo, nos encontramos con otra fotografía de Rosalía en la parte central de la carpeta, y un insert / póster desplegable, en forma de cruz, en el que aparece una colección de fotos promocionales de la artista por una de sus caras, y las letras de las canciones impresas por la cara opuesta.
Un diseño muy bien cuidado y llamativo. Lo que no me ha acabado de convencer es lo de poner las traducciones de las letras al inglés, obviando y ocupando el espacio de los créditos de todas las canciones. Redirigir al oyente a una dirección web (que no funciona) para comprobar los créditos del disco al completo, me parece una idea muy poco práctica. Si tengo el disco físico, quiero los créditos del disco incluidos en el diseño. Me parece una información mucho más valiosa e importante que las traducciones al inglés.
Aquí la dirección correcta para comprobar los créditos del disco :
Por otro lado, tenemos esa jugada, ya clásica en algunas ediciones en vinilo y cd, de poner temas extras que solo aparecen en la edición física del disco. En este caso, Focu ‘ranni, Jeanne y Novia Robot, uno de los mejores cortes del disco, aparecen únicamente en la secuencia del trabajo en su formato físico. También tenemos una pequeña diferencia en el título de una de las canciones. Mio Cristo Piange Diamante, se llama Mio Cristo en su edición física.
LA OBRA
Lo primero y más destacable de la concepción del disco, es la colaboración, prácticamente en todos los temas de LUX, de la London Symphonic Orchestra y la confluencia de tres coros muy concretos con los que trabaja Rosalía. El Flamenco Ladies and Gentleman Choir, L’Escolania de Montserrat y el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Presentes a lo largo del disco en diversas combinaciones distintas, obtienen unos resultados que manejan lo orquestal y lo operístico de manera majestuosa y exorbitante. Poco queda de aquel experimental vanguardismo transgresor y desgarrador del Motomami. Aquí la catalana se sumerge en sonidos clásicos e instrumentación de cámara, utilizando en su beneficio el barroquismo musical y las raíces folclóricas.
Sus particulares fraseos siguen estando, su manera de componer las estrofas, sus indescifrables estribillos, la experimentación con la métrica, la tergiversación del lenguaje y las estructuras, continúan mostrando a una Rosalía única e inimitable, explorando y explotando su voz para la ocasión como nunca antes había hecho. Pero ya no tanto desde la innovación y la vanguardia, algo con lo que ha jugado mucho más en anteriores ocasiones, sino desde la herencia y el clasicismo, ingredientes siempre presentes en su obra, pero que en LUX, se abordan con mucha más insistencia y dedicación.
Más que desarrollar un concepto religioso dentro de la obra, Rosalía ha hecho un disco que es un canto al amor, a la fe y a Dios. Sin sermones, sin lecturas, sin juicios morales, sin restricciones, LUX trata más sobre la fe que sobre la religión. Quizás por ello, en el trabajo haya tantos idiomas distintos, hasta catorce he llegado a contar. Rosalía canta en italiano, con el tema Mio Cristo entregado íntegramente en dicha lengua, ucraniano, mandarín, francés, alemán, hebreo, portugués, inglés, siciliano y otros tantos más.
No se olvida tampoco de su catalán natal, combinándolo con el inglés en Divinize, siendo el castellano el de mayor proliferación en las letras de la catalana. Gracias a todo ello, LUX se convierte en una torre de Babel multicultural y multiracial en la que la de Sant Esteve Sesrovires, como buena empresaria, invita a todo el mundo a identificarse con su nueva obra.
El concepto en cuestión se basa en la narración de las vidas de diversas Santas que han aparecido a lo largo de la historia y en las que Rosalía se personifica para explicar situaciones concretas o los milagros acontecidos a su alrededor. Puede que la mayor muestra de ello sea Magnolias, el tema que cierra el disco. Cantada en primera persona, Rosalía se pone en la piel de Anadamani Ya, mística hindú a la que se la recuerda por su funeral repleto de flores y la paz y armonía que trajo ese acto a los asistentes.
Si tenemos que hablar de referencias / influencias, quitando cualquier relación con la música clásica de la que ni puedo ni debo hablar por desconocedor absoluto (por ahí he leído María Callas, Mozart o Vivaldi), mucho de lo mostrado en LUX, me ha sonado a los experimentos musicales de la Björk más contenida y accesible.
Nada tiene que ver el estilo de la española con el de la islandesa, aunque al final hayan coincidido ya en dos canciones, pero esa manera de entender la música, la experimentación, aplicar los conceptos y materializar las ideas, se asemeja de manera indiscutible a las visionarias formas y avanzados contenidos de la ex vocalista de los Sugarcubes. Por ahí me han venido a la mente artistas como Lamb o Portishead, sin que esto tenga que ser un revival del trip-hop noventero, pero hay varias sonoridades que me han llevado hasta esos lugares tan preciados en mi bagaje musical.
Otra de las relaciones directas que he hecho, y ésta probablemente nada tenga que ver con las influencias de Rosalía para el disco, ha sido la de Judee Sill. Malograda cantautora de principios de la década de los 70 que mezclaba en sus letras el amor terrenal, con su fe incondicional en Dios. Muy en la línea de LUX.
Ya se ha notado en las listas de éxitos, y tan solo unos días después de la salida de disco, que LUX es una obra conceptual que escapa de los rankings por no tener una vocación de hit o una retahíla de singles explotables. No es un disco clásico al uso, pero tampoco estamos ante la Rosalía más innovadora, vanguardista y visionaria hasta la fecha. Su nueva encarnación se centra en ella, en su manera de sentir, de creer, de entender la fe y de expresarla de la manera más pura y sincera posible.
El apartado de las colaboraciones vocales, aunque muy contadas, hace que el disco brille con más intensidad acentuando parte de su entidad divina.
Las primeras apariciones de LUX se presentan en el corte inicial del segundo movimiento (repartido en cuatro), la sexta en la secuencia de dieciocho canciones de su formato físico, Berghain. La inclasificable Björk por un lado, ofreciendo una interpretación que acaba habitando debajo de tu piel, e Yves Tumor, intérprete y productor estadounidense a la vanguardia de la experimentación electrónica, que nos deja con un mantra, – I’ll Fuck You Til’ You Love Me -, que se convierte prácticamente en un conjuro o hechizo de amarre. Curiosa manera de revertir el significado de una frase que pertenece al boxeador Mike Tyson y que originalmente rezaba – I’ll Fuck You Til’ You Love Me, Faggot – , cargada de testosterona, homofobia y masculinidad tóxica a niveles extremos. Tampoco se puede obviar en este caso, el descomunal y crucial trabajo en Berghain del coro If A Bird Germany, junto al Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana, confiriéndole a la canción una épica arrolladora. Se nota que es una de mis favoritas del disco.
En La Perla, el que se ha revelado como el tema más escuchado del disco gracias a la especulación del fandom sobre si es una canción dirigida a Tangana o a Raw Alejandro, nos encontramos con Yahritza y su Esencia. Un combo familiar, formado por varios hermanos, criado en Washington y de ascendencia mexicana, que le ofrece a la canción ese aire ranchero y folclórico que tan bien maneja la catalana junto a la voz de la propia Yahritza. Sin que tuviera nada localizado al grupo, me ha sorprendido mucho ver que en Spotify tiene más de ocho millones de oyentes mensuales.
No se puede entender como una colaboración, evidentemente, pero el previo pago del extracto de audio que incorpora La Yugular, otro de mis favoritos del disco, hace que se pueda interpretar como algo parecido. Es la incombustible e inmortal Patti Smith la que aparece al final del corte esgrimiendo ese pequeño speech sobre el cielo, las puertas y la percepción que se adquiere a través de ellas.
En La Rumba Del Perdón nos encontramos con uno de los tríos vocales más exuberantes y deliciosos de los últimos años. Una conjunción estelar en la que Rosalía, Silvia Pérez Cruz y Estrella Morente nos regalan uno de los temas más reconocibles y castizos del disco. Esos coros con el familiar quejío – Toíto te lo perdono, nonaino, nonaino, nonaino, nonaino ná. –, ejecutado de manera magistral por el Flamenco Ladies And Gentlemen Choir y L’ Escolania De Montserrat, nos devuelve a la Rosalía más flamenca y visceral. Poder disfrutar de esas tres voces en un mismo tema, es lo más parecido a tocar el cielo.
Memória (de su origen portugués) es el penúltimo tema del disco. Siendo uno de los más sentidos y emocionales, aunque después llegará Magnolias para deshacernos en lágrimas, la colaboración entre Rosalía y Carminho, una de las artistas portuguesas con mayor proyección internacional y máximo exponente del fado en la actualidad, se presenta como una colisión de voces estratosféricas capaces de elevarte e iluminarte de la manera más excelsa y delicada. Obviamente, Rosalía se atreve con el portugués cantando la mayoría del tema en el idioma natal de Carminho.
LA PRODUCCIÓN
Si hablamos de cómo suena LUX, tenemos que hablar de emociones. Belleza y estridencia, placer y sacrificio, amor y devoción. Sentimientos que transmite a flor de piel y que plasma de la manera más contundente posible el equipo ganador que se ocupa de la producción del disco.
Compuesto, en la parte musical, por la propia Rosalía, quien se encarga de exponer el concepto del disco y desarrollar las ideas musicales de la obra, Noah Goldstein (Kanye West, FKA Twigs, Frank Ocean) y Dylan Wiggins (The Weeknd, Justin Bieber, Solange, SZA), ambos conocidos colaboradores de la catalana. En el apartado de la producción vocal, nos encontramos de nuevo a la misma Rosalía dominando la situación y a un omnipresente David Rodríguez que, si tengo que ser sincero, tengo totalmente desubicado. Aparecen más nombres en ocasiones puntuales, pero ese es el núcleo de producción constante en todos los cortes del disco.
La producción de LUX, grabado a caballo entre Los Ángeles (USA), Miami (USA), Londres (UK), Saint-Remy (FR), Montserrat (ES) y Barcelona (ES), es menos amable de lo que pudiera parecer añadiendo distorsiones y ritmos sincopados marca de la casa, de la misma manera que juega con las dolorosas estridencias y los punzantes agudos.
Atmósferas sombrías y espacios vitalistas coinciden con coros celestiales e inquietantes y arreglos de cuerda afilados, sensuales y desarmantes. Como he comentado, no estamos ante la nueva revolución vanguardista de Rosalía, pero su carácter clásico no está, de ninguna manera, reñido con sus delirios raperos y su querencia por el flamenco. Su mezcla de estilos, idiomas, emociones e historias, nos lleva a experimentar el disco casi como una forma de experiencia religiosa, si se me permite la obviedad.
CONCLUSIÓN
LUX es moderno sin ser vanguardista y clásico sin ser pedante. Cualidades que arrojan luz (valga la redundancia) sobre una obra que vuelve a revelarnos a una Rosalía poderosa, segura, valiente y con todavía ganas de desdibujar sus propios límites y los de la música popular con conceptos tan dispares como el flamenco con violines o la música clásica con sintetizadores. Escuchar LUX es algo así como asistir a una elegía resignificada en la que tanto la muerte como la vida, lo celestial como lo terrenal, lo místico como lo tangible, confluyen y se elevan hasta lo más alto de los cielos para convertir el lamento en gozo y el dolor en pasión.