Los señores del espacio: Elon Musk, Jeff Bezos y la cruzada para colonizar el universo, de Christian Davenport

Musk y Bezos, a ver quién tiene la órbita más larga

Si tienes polos de la NASA, sudadera con capucha y funda de edredón con logos de la Agencia Espacial, que sepas que las camisetas de SpaceX son más trending topic. No es lo mismo ser un seguidor de culto de Elon Musk que un nieto vintage de la carrera espacial en tiempos de Kennedy. Vete haciendo el pedido para renovar el armario y pídelo por Amazon cuando no sea miércoles, porque Jeff Bezos dedica ese día a sulfurarle los ánimos a Musk. Y es que Amazon también tiene cohetes: la empresa de Bezos en la exosfera se llama Blue Origin.

por Martin Baker 

Christian Daveport, corresponsal de Defensa y Espacio del periódico Washington Post (propiedad de Bezos, menuda responsabilidad entrevistar al patrón) nos acerca la carrera espacial comercial que en los últimos veinte años se ha larvado en los desiertos estadounidenses. Dos formas de entender la vida se enfrentan por el mismo hueso. Para la liebre Musk el tantrum es Concentrarse. Avanzar con determinación. Para la tortuga Bezos, Lo lento es suave, lo suave es rápido. Si Elegidos para la gloria de Tom Wolf fue capaz de inspirar una película, el libro de Davenport no lo es menos.

La NASA, en manos de los rusos

Si le dicen a un celtíbero que necesitará quince años para lanzar su empresa ni registra la marca. Jeff Bezos sí lo hizo con Blue Origin, en riguroso silencio, haciendo ensayos en los ranchos texanos adquiridos con los beneficios generados en Amazon. Nadie pensaría que el nieto de Glise, el legendario administrador del organismo precursor de la NASA, llegaría a venderle cohetes a la agencia gubernamental, pero su sueño, no en vano Bezos se siente como el heredero de las misiones del Apolo.

Tampoco nadie se esperaba que un sudafricano de padre canadiense, co-fundador de Paypal, dueño de Tesla e inspirador del personaje IronMan , tuviese que enseñar los papeles a Inmigración en una visita a las plataformas de lanzamiento. Y lo que no cabría en la cabeza de nadie es que en tiempos de Obama la NASA encargara los motores a Rusia. ¿Qué habría pensado JFK de todo esto?

Liberalizar el espacio o morir en la Tierra

En todo este embrollo celestial el coco es la NASA, porque mientras no desregula el sector del espacio y permita la competencia empresarial, sigue siendo el único con derechos a despegar, soltar cápsulas espaciales y volver a la Tierra amerizando.

Además de bregar por las libertades democráticas en otros países, Estados Unidos lleva la política de no intervención estatal a todos los ámbitos, dejando las fuerzas del mercado del mercado se autorregulen. Pero claro, la carrera espacial no figura como libre escenario económico. Y después de conquistar la Luna, la actividad bajó gradualmente.

Al final Barack Obama tuvo que visitar la sede de SpaceX, y pasear con Elon Musk con la chaqueta al hombro para “apoyar” la competencia comercial porque no estaba dispuesto a financiar a la NASA como habían hecho todos los presidentes anteriores a él, incluido Bush Jr.

Muchos cohetes y demasiadas órbitas, ganancia de pescadores

Elon Musk guio su carrera espacial de forma ruidosa con SpaceX, con demandas a la NASA –su futuro cliente– cuando no le cuadraban los resultados de los concursos espaciales. En la carrera por la innovación se quedaron superados los contratistas tradicionales del gobierno, que se aliaron para sobrevivir y contaron con la innovación de Bezos para hacer frente al arrogante sudafricano.

Al final resulta que ninguna empresa jugaba en la misma Liga, y los terráqueos ni nos enterábamos: mientras Musk planteaba como meta establecer colonias humanas en Marte y llegar allí con megacohetes, Bezos quería hacer vuelitos cortos turísticos en plan atracción de feria ambulante. La diferencia es que llegar a Marte requiere velocidad Mach 30 y lo que Bezos pretende se queda en velocidad Mach 3, una diferencia de 9 a 900.

Branson y Allen, turismo espacial contra Bezos

El dueño de Amazon le haría la competencia a Richard Branson y su Virgin Galactic, que tiene la misma finalidad y un marketing aplastante, tan aplastante que nadie se acuerda ya de que se cobró un par de vidas en su experimentación aeroespacial. Por esas nimiedades de muertos bajo tierra se separó de él Paul Allen, aunque al final de la historia vuelven a ser “Bros” de nuevo, hombro con hombro en la batalla espacial. Allen, por su parte, creó la Stratolaunchque podría lanzar satélites desde los aeropuertos, lo que les encantó a todas las empresas de telecomunicaciones. Desde la NASA aplaudieron la innovación de Allen y dijeron que desde el espacio se podría vigilar la pesca ilegal en el océano. Deben creer que seguramente nos creeremos lo de los bancos de peces cuando EduardSnowdensigue refugiado en Moscú.

A estas alturas, los dos grandes rivales del espacio están, curiosamente, compitiendo por el mismo trozo de pastel. Y es que después de estar presumiendo, midiéndose las longitudes de órbita e insultándose en Twitter, Bezos y Musk deciden como toros enamorados de la Luna que nuestro satélite lunar les queda más a mano para poner una colonia y que lleguen los paquetes de Amazon sin problemas.

(Creación de contenidos: RPC)