Cuando el Joker se pone a cantar, sabes que algo ha salido mal… o tal vez exactamente como quería
¿Quién demonios necesita una secuela de Joker?
Después de crear el caos en Gotham, Arthur Fleck, nuestro Joker, acaba en el psiquiátrico de Arkham, a la espera de juicio por sus crímenes. Y como el tipo no tenía suficiente con su doble vida, se encuentra con el amor verdadero y descubre que la música siempre ha estado dentro de él. Así que ahora es el Joker, pero versión cantautor. Preparaos para lo inesperado… o tal vez para lo predecible, depende de cómo lo mires.
Phoenix y Gaga, el show del año (o eso dicen)
De entrada, Phoenix sigue bordando su papel, y Gaga… bueno, ella hace lo que puede con lo que le dan. Los dos están bien, tanto que hasta duele ver cómo el guion les traiciona a cada paso. Pero eso sí, cuando estos dos comparten pantalla, se siente que están al borde de incendiarlo todo. La química está ahí; lo que falta es un sentido claro de por qué está pasando todo esto. Vamos, que el dúo dinámico salva el barco, pero por poco.
Los números musicales… ¿por qué, Dios mío, por qué?
Así que, al parecer, han metido canciones. Y no cualquier canción: números musicales que, sinceramente, se sienten como un zapato que no encaja. ¿A quién se le ocurrió que el Joker tenía que cantar? Las escenas musicales no aportan nada; parece que las pusieron porque Gaga estaba ahí, y ya que se puede, pues que cante. El resultado: escenas pegadas a la fuerza que ni siquiera conectan con el resto.
Desde luego, yo no hubiera tirado por cantar y si por un escena más viscerales, sádicas y con tildes de perversión mucho más elevada, en las que el payaso del crimen hubiera demostrado que realmente si es un psicótico digno de temer.
Una montaña rusa que va despacito
La primera media hora promete, pero de ahí todo se vuelve una especie de paseo desganado por un parque temático en ruinas. La tensión, el ritmo, las ganas de saber qué va a pasar, todo eso se desvanece. La cosa se desinfla y queda poco más que un desfile de escenas sueltas que no llevan a ningún lado. Un tercer acto que, menos mal, pisa el acelerador y te deja con algo de esperanza de que no fue tiempo perdido.
¿Merece la pena Joker: folie à deux?
Mira, si eres fan de la primera, puede que esto te duela. La peli arrastra los pies y te deja con más dudas que respuestas. Pero si te va la cosa experimental y te mola ver cómo alguien destroza lo que parecía intocable, dale un tiento. Eso sí, no esperes salir del cine con las emociones por las nubes, porque aquí todo se queda a medio gas. Para algunos será una delicia; para otros, un desastre absoluto.
¿Mi opinión? Tal vez todo era mejor cuando el Joker simplemente sonreía y se callaba. El darle esa vertiente tan vinculad a problemas sociales, se nos ha ido de las manos. El límite entre lo real y lo ficción ha querido jugar en un punto muy estrecho, con el que el aura de la película se queda en un true crime y no te induce a la fantasía gótica de las narrativas d ellos comics. La película en sí misma no es mal. Bien rodada y evoluciona correctamente, solo y es el gran PERO, es la mística del personaje del Joker, el cual se queda deslavazado y venido a menos.
Lo que es cierto y con esto termino, es que el nivel que nos ofreció la primera quedo muy lejos de la segunda, la cual se ha quedado años luz de poder conseguir el mismo efecto.
¿Qué opinas tú? ¿Le das una oportunidad al Joker musical o te quedas con el recuerdo de la primera