Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

“Falling”: Viggo Mortensen, inmenso también como director

Siempre que un actor se coloca detrás de una cámara a todos nos deberían venir dos preguntas a la cabeza: ¿está ahí sólo para vender más entradas gracias a su nombre?, ¿o de verdad la ha dirigido él?

Porque no os hagáis los tontos, que todos en algún momento hemos comprado una entrada solo porque tal actor o tal director salían en el cartel y, ¡joder!, ¡no puedo perderme su última obra!

Dejando de lado lo manipulables que somos en este aspecto, sobre todo cuando nos tratan descaradamente como mercancía y algunos disfrutáis con ello, no puedo negar que ver a este gran actor por cuadruplicado en los créditos de la película (director, guionista, actor y compositor) me hizo pensar que esto no iba a ser una simple excusa para sacarnos dinero fácil. Que no iba a encontrarme con un subproducto de entretenimiento más.

Hay un tipo específico de film que a mí, personalmente, me suelen gustar mucho, y son esos cuyo peso principal recae en la química de los dos actores protagonistas y su modo de interactuar.

El problema que suelen tener estas historias es que si algo falla, ya sea el guion, la forma de montarlo, la fotografía o, por ponernos en lo peor, los actores secundarios, todo el castillo se viene abajo sin que podamos hacer nada pues expulsarían al espectador que, aburrido o totalmente consciente de la mierda que tiene delante, se pasaría todo el metraje mirando el móvil o metiéndole mano a su pareja en las butacas más en la oscuridad del cine (o en el sofá de casa).

Pero nada de eso falla en Falling, porque la dureza y sinceridad con la que se tratan el señor Mortensen y el grandísimo Lance Henriksen, o el ambiente, los secundarios, el espectacular montaje, TODO, encaja como un puzzle cincelado en mármol; y sí, quizá me esté flipando mucho, quizá debería verla otra vez y dejarla reposar y no escribir esto solo unas horas después de haberla visto, pero es que no he podido evitarlo. De verdad que no.

Una trama sin sorpresas

La película no tiene un guion realmente especial (padre cascarrabias con demencia que trata mal a sus hijos, en especial al mayor que además de gay tiene un marido asiático y una hija adoptiva hispana (lo sé, repoker de razas y de progresismo, pero no está, o al menos no se nota, colocado a calzador)), ni el clímax te pilla por sorpresa (explosión de sentimientos, musiquita sentimental, moraleja dolorosa).

Pero igual que un pastel bien hecho sabe mejor que otro fabricado con prisas ni con ese sabor a amor típico del que sabe usar mejor los ingredientes que los demás, Viggo Mortensen sabe llevarnos por una historia mil veces explicada pero no por eso menos digna de llevarse todos los aplausos del mundo.

Quizá sea porque hay muchas vivencias suyas en ella (él mismo explicó en una entrevista que su padre, a pesar de no ser tan hijodeputa como el creado por Henriksen, era un hombre duro, el típico granjero que vivió una vida nada fácil y sentía que tenía que ser el rey de su casa, con dejes machistas, racistas y todos los –istas imaginables), pero aun así es digno de alabanzas ser capaz de transmitir esa humanidad en una primera película como director.

Un director inteligente

Como bien me ha apuntado un amigo director al hablar de este film, Viggo Mortensen se rodeó de los mejores, tanto en la fotografía como en el montaje, iluminación, sonido, etc, pero eso no le quita talento al actor, porque es sencillo pagar para tener a los mejores instrumentalistas de la orquesta, pero solo unos pocos saben dirigirlos de un modo que consiga salir de ahí una música difícil de olvidar.

Y sí, políticamente hablando este artista americano con raíces danesas, y pareja española, está muy en las antípodas de las mías, y quizá peque en algunos momentos de muy poco sutil en la película (pareja racializada con hija adoptiva hispana, hermana con hijos “emos rebeldes”, esa pegatina de Obama en la nevera…), pero no hay panfletos cansinos ni te escupe en la cara una superioridad moral que es la que está matando el arte en nuestros días, porque hay una gran diferencia entre usar esos elementos para que la trama tenga más conflictos que, sin más, ponerte a un chino y un político en un imán para hacer propaganda sin estilo.

¿Ganará de una vez por todas un Oscar después del robo de Queen?, pues teniendo en cuenta que ahora estos premios son un chiste y que hace de gay (sin serlo y en estos días de ofendidos de Twitter, NADA MENOS), quién sabe… Ojalá, tanto él como Henriksen.