‘El juego del calamar’, ingenio y drama en situaciones horribles

Aún recuerdo cuando, a principios del nuevo milenio, acabó en mis manos una cinta tan macabra como atractiva. Battle Royale nos traslada a una situación caótica en Japón debido a un 15% de desempleo (¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!).

Dicha situación obliga al estado a crear una reforma estudiantil consistente en meter a una clase de instituto al azar en una isla, ponerles collarines bombas, y obligarles a matarse hasta que solo quede uno.

Con una premisa dramática tan divertida cómo profundamente subnormal, Battle Royale se convirtió en caspa de la buena.

Una de esas cintas super divertidas que veías una y otra vez y que, además, contaba con Takeshi Kitano, protagonizando una de las escenas más surrealistas; demostrando que ese tío es Dios y ni las balas ni el guion dicen cuando se tiene que morir su personaje.

A su vez, es una historia que proviene de la novela escrita por Koushun Takami (Que cambia la premisa por un estado neofascista que trata de conseguir psicópatas en potencia para usos militares), y de ella nació tanto la película cómo un manga y, por supuesto, da nombre al género de videojuego más popular del momento; donde destaca especialmente Fornite.

Y empiezo contando todo esto porque es bastante obvio de donde bebe el nuevo éxito de Netflix, la coreana El Juego del Calamar.

Sinopsis básica…

En esta ocasión, el drama representa a un grupo de personajes desamparados económicamente que son invitados a jugar a una sucesión de macabros juegos infantiles.

La serie creada por Hwang Dong-Hyuk nos presenta a un protagonista, que ya desde el primer segundo, vemos que es un desastre ambulante.

Un cuarentón inmaduro que vive con su madre, sin un pavo, que se gasta el dinero del cumpleaños de su hija en apuestas, y que está endeudado hasta las trancas con gente poco amistosa.

Así que no es de extrañar que acepte la proposición de un desconocido para internarse en los juegos, aunque no tarde en darse cuenta de el error que ha cometido.

Y te aseguro que no tardarás en cogerle mucho cariño

En este ámbito hay una exageración evidente, sobre todo en los conflictos decisores a participar por parte de los personajes, pero representan un drama humano real (a diferencia de la película de Battle Royale) con el que podemos empatizar.

Tanto nuestro protagonista, cómo el resto del elenco participante, son personas abatidas en lo social y en lo económico: maleantes, inmigrantes, empresarios caídos en desgracia, gente con una familia que va a acabar en la calle.

Hay poca sutilidad a la hora de esbozar estos personajes y sus estereotipos, pero hace que la serie sea directa y el ritmo fluya. Consigue que empatices con el drama y hace que te intereses inclusos por los personajes más grises.

A esto se le suma la intriga. Los juegos son bastante macabros y algunos especialmente crueles. Por un lado funciona la sangre, pues aunque la serie no es sumamente explícita (tiene un par de escenas con mucha lasaña), la violencia y el morbo son parte de su premisa.

Los juegos son ingeniosos y tensos, haciendo que el espectador los sienta por unos personajes con los que ha empatizado y, por otro lado, suscitan preguntas en cuanto a la intención final de los mismos, o de la organización de psicópatas que ha organizado dicho evento.

A esto se le suma una realización francamente buena. Se nota que cada director ha sabido darle la carga, intensidad y pulso que requería el guion. Es raro que la serie se te haga pesada en algún momento.

La fotografía es bastante buena y han sabido, también, jugar con las deficiencias del presupuesto sabiendo ocultar, o al menos no dejar muy a la vista, momentos de CGI.

En lo malo, como ya he dicho, creo que algunos puntos pueden pecar de exagerados en algunas partes o en sus personajes. Hacen más previsible ciertos arcos argumentales.

A poco que seas previsor, te puedes ir oliendo los giros de guion con bastante facilidad, y desde bastante lejos. Aún con todo, y aunque ya lo sepas, la serie es lo suficientemente divertida cómo para dejarse ver.

Otra cosa que diría que juega en contra de la serie es que, dejando la puerta abierta a una segunda temporada, veo poca probabilidad de que genere el mismo impacto que la primera a no ser que cambien mucho de espíritu.

El juego del Calamar funciona por su buen trabajo narrándonos su historia, pero también por la sorpresa inicial de la propuesta. Algo que de cara a una segunda entrega, puede menguar bastante.

En resumen…

Es una serie bastante disfrutable. Utiliza una premisa dramática cómo la del “ganador”, o el “solo puede quedar uno” de Battle Royale, y sin embargo, sabe redondear, perfeccionar y pulir, lo que la cinta original no pudo. Sabe ofrecer la diversión de esta, y a la vez, sacar un contexto inteligente en el proceso.

El hecho de tener una drama tan humano cómo es el de una desolación económica atisba el film de una realidad social evidente. Sabe crear una premisa dramática sólida que, además, sabe guardarse las espaldas.

En l parte divertida tenemos intriga, sangre, y personajes interesantes que saben llevar de la mano al espectador sin que se aburra.

La trama toca temas profundos que suscitan a una reflexión interesante.

En lo malo, tal vez sea poco sutil con esto último, o con el arco de su argumento, haciendo que el espectador se acomode demasiado a ir en caballito. No es nada que retraiga a un producto que puede ser lo mejor que ha parido Netflix en todo el año.