A por diamantes a Kimberley

por Rosa Panadero

De todos los oficios manuales, el de joyero lapidario es posiblemente el más sublime: tallar la gema, quitarle las vetas y esculpir el diamante más reluciente del mundo adivinando, cual Miguel Ángel frente a un bloque de mármol de Carrara, las hechuras de la figura que se halla en su interior.

Con El Orfebre se viaja no sólo al corazón del amor por el oficio, también se viaja por las calles de la Barcelona antigua, por los puertos europeos desde los que partían los navíos hacia África, unos a por esclavos y otros a por diamantes; se pasa por Kimberley, que también es el corazón de los diamantes por la cantidad de bloques de carbono doce que históricamente allí se han encontrado, y que también da nombre desde hace un par de años al acuerdo internacional para acabar con los “diamantes de sangre” que financian las guerras en ese continente.

Los diamantes siempre están asociados a apuestas, rencillas, odios, vencedores y perdedores, duelos de honor y asesinatos de deshonor, así que en esta historia escrita por un curtido guionista, Ramón Campos, y tan vendible para una mini serie de televisión —justo cuando Netflix acaba de subir sus precios en España—, no iba a quedarse atrás.

En El Orfebre hay mucho de costumbrismo en la descripción de las tareas y en la recreación del ambiente en el continente africano, poca profundidad en el perfil de los personajes y mucha insistencia en que pase algo, en que la acción se mantenga hasta el próximo intermedio, y saber por fin si hay trabucazo o puñalada.

Es la mejor parte, la emoción. Casi se respira el ambiente en la peregrinación por tierras desconocidas, siendo espiados por los invisibles bushmen, y el miedo a ser alcanzad@ por el dardo envenenado.

Huelga decir que desde la línea uno en que se menciona el diamante para conseguir la mano de la amada se intuye quién llevará la piedra al codicioso futuro suegro, aunque hay un poco de suspense hasta el final e, inesperadamente, la historia torna hacia un matrimonio de diversidad racial. Demasiado adaptado a los trending topics actuales, y por lo tanto apto para best-seller.

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