‘Teresa’: La duda como arma de rebeldía
En el año de su vuelta al cine y poco después de estrenar en Estados Unidos su adaptación de la literatura hemingwayana, Paula Ortiz decide acercarse a una de las personas más influyentes en la cultura y el pensamiento español: Santa Teresa de Jesús. Lo hace a través de una poética y muy técnica adaptación de la obra de Juan Mayorga (‘La lengua en pedazos’).
Licenciada en Filología Hispánica -y habiendo reconocido su debilidad por los textos místicos de la santa- la directora aragonesa se decantó por la versión más humana de Teresa. Una versión, eso sí, con mucha fuerza, rebeldía e incluso carácter erótico que dotan de un feminismo anacrónico a una persona que lo llevaba intrínsecamente.
Fuerza reforzada por una actriz en estado de gracia como es Blanca Portillo que lleva como cruz en cada mirada el muero porque no muero, pero también transmite la fuerza y el denuedo que se necesita para afrontar el miedo al no saber quiénes somos, de dónde venimos o hacia dónde vamos. Teresa es capaz de mirar al abismo de la fe. Y no tiene menos fe por ello.
También duda el inquisidor. Y Paula Ortiz, que no sabe si apostar por la fuerza de las imágenes o de la poesía. Pues una imagen vale más que mil palabras, pero no más que mil bellas palabras (también dudó Scorsese en su Silencio, 2016). Más aún cuando en los pasajes oníricos tienes la mirada de Greta Fernández y en las batallas letradas a dos actores soberbios -e injustamente olvidados por las recientes nominaciones al Goya- como Asier y Etxeandia y Blanca Portillo.
Y así, lejos de la locura o los gritos que uno puede esperar de la mística, la película apuesta más por los silencios , los preciosos (y a veces apabullantes) versos de Teresa y las miradas de dos actores en estado de gracia. Una decisión técnica valiente que recuerda al mejor Terrence Malick (‘La delgada línea roja’) y que alejada de estos tiempos ruidosos y explosivos, nos recuerda que el mayor acto de rebeldía puede ser la duda.
Entrevista con Paula Ortiz:
