Así suena la tragedia

Juan Antonio Bayona no da puntada sin hilo en su última película, La sociedad de la nieve. El oscarizado Michael Giacchino firma una espléndida banda sonora que logra capturar la experiencia límite y desgarradora de los supervivientes de la catástrofe de los Andes.

La sociedad de la nieve, es sin duda, la película de estas Navidades. Estar más de dos horas frente a la pantalla dejándote llevar por J.A. Bayona y la trágica historia de los supervivientes de los Andes provoca un mezcla de sentimientos que van desde la angustia  y la desesperación  hasta la esperanza y la lucha por sobrevivir.

En el mundo del Séptimo Arte, el prefijo “audio” en “audiovisual” no sirve únicamente como apoyo, sino que forma parte de un todo y da sentido a ese todo. La banda sonora de La sociedad de la nieve recae en manos de Oriol Tarragó y Michael Giacchino, este último conocido por su habilidad para crear atmósferas emocionales a través de la música en películas como Coco, Up o Ratatouille, entre muchas otras. El compositor estadounidense cuenta con un Oscar, un Globo de Oro y dos premios Grammy. Además, la película de Bayona ha sido nominada en los Goya a Mejor Música  y es una de las favoritas a llevarse el galardón, ya que durante toda la historia las imágenes y los sonidos van de la mano en una perfecta armonía.

 

En la primera mitad de La sociedad de la nieve, Tarragó ejerce un dominio magistral, mientras que a partir del accidente es Giacchino quien toma las riendas y Tarragó  es el que se subordina, manteniendo su estilo distintivo. Este equilibrio tan notable ha sido posible gracias a la valiente elección de Bayona de respetar a la audiencia porque en ningún momento se utiliza la música como artimaña emocional, ni como medio para hacer más llevadero lo insoportable, ni para brindar comodidad en un entorno tan confuso. diferencias entre estas dos partes son claras.

El primer tramo de la película está conducido por sonidos alegres, mostrando a unos jóvenes con ganas de comerse el mundo. Antes de subirse al avión con destino a Chile, los protagonistas están ilusionados por jugar un torneo en otro país. Pero todo cambia durante el trayecto. El accidente es puro terror sensorial, y a partir de ahí comienzan los sonidos gélidos y metálicos, los vientos fuertes, los temporales y el frío hiriente, logrando introducir el miedo y la angustia.

Las piezas musicales y las imágenes que se suceden a partir de ese momento hace que nos sintamos un superviviente más de la película. Por ejemplo, la canción Found nos transmite alegría y paz cuando los protagonistas al ver el helicóptero de rescate se dan cuenta que la pesadilla ha terminado; o Setting Out, que hace que la angustia y el miedo de los jóvenes en los inmensos Andes recorran el cuerpo de los espectadores. Las imágenes de la cordillera son simplemente espectacular es, con unos movimientos de cámara que recuerdan casi a una montaña rusa donde en cualquier momento viene el precipicio.

La sociedad de la nieve no deja indiferente a nadie y su banda sonora enmarca a la perfección el torbellino emocional en el que se sumerge al espectador. Es una película cruda, desesperante y desagradable, pero también es un grito lleno de vida. Bayona no solo se queda con los héroes que lograron llegar a sus casas vivos, sino que también pone el foco en las historias de los que no pudieron salir de esas majestuosas montañas, porque como dirían los protagonistas: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.