‘El Hoyo’, el muerto al hoyo y el vivo al bollo

Sitges 2019 Día 4 / Película 11

El Hoyo

El muerto al hoyo y el vivo al bollo

por Àlex Caballero

El Hoyo ha sida la gran triunfadora del año. Llevándose a casa nada menos que cuatro galardones importantes, mejor película, mejor director novel, mejores efectos especiales y el gran premio del público, el debut cinematográfico de Galder Gaztelu-Urrutia es la película que más debate ha generado (tanto a favor como en contra) y más conciencias ha removido (el mensaje es bastante claro) en el Festival, de eso no hay duda.

Personalmente me parece que estamos ante una ópera prima muy sólida, de gran calidad y con un mensaje lo suficientemente potente como para ir más allá de una película de género más.

Por lo tanto, estamos hablando de una obra a reivindicar dentro del Festival y que a muy poca gente ha dejado indiferente.

Una dirección excepcional

Su dirección es sencilla pero muy efectiva, todo ocurre dentro del mismo recinto, los actores ejecutan sus personajes sin limitaciones y de manera perfecta en casi todos los casos, Iván Massagué está enorme, y la creciente tensión se convierte en un arma muy bien utilizada, gran parte ello se debe a que vamos conociendo la situación a medida que el protagonista la va conociendo también sin saber nada de antemano.

Con ciertas similitudes con películas de carácter más sesudo como Cube (Vincenzo Natali, 1997) y a otras mucho más físicas como Fortaleza Infernal (Stuart Gordon, 1992), El Hoyo acierta de manera mayúscula a la hora de desarrollar una historia con gran capacidad de sorpresa, adicción y que es pura adrenalina, además del amplio calado de crítica y conciencia social (más que evidente) que tiene, pero falla soberanamente a la hora de resolver una historia a la que su abstracto giro final no ayuda en absoluto a cerrar un producto que necesitaba de ese cierre concreto y explicativo para llevarse mis alabanzas incondicionales.

Conclusión

Admito que la película impacta sobremanera, tanto por su notable dirección, como como por su visceralidad, lo explícito de sus imágenes y su potente mensaje social.

Por todo ello mi primera opción fue ponerla muy arriba en la selección de lo mejor del año en el Festival, pero una vez recapacitado sobre su final, al cual no le acabo de encontrar el sentido del todo (más aún en una película tan evidente y tan sobrecargada de moral), la verdad es que no me acaba de funcionar del todo más allá del impacto inicial.

Obviamente eso no quita que por todo el resto del conjunto se lleve mi notable justo.

Puntuación 7