Siendo mi estreno en Kobetamendi tengo que admitir que el día no fue más redondo porque hubiera sido prácticamente imposible superarlo.
Texto e imágenes: Àlex Caballero
Cupido (NAGUSIA) 18.25
La banda formada del híbrido creado entre los madrileños Sólo Astra y la estrella del trap nacional Pimp Flaco, llegó a las montañas vascas para presentar un debut (Préstame Un Sentimiento, 2019) con el que han conseguido enamorar a toda una generación de millenials tomando como referencia el pop electrónico de carácter chicletero de la década de los 80, mezclando grandes cantidades de autotune en su sonido y poniendo sobre la mesa unas letras que diseccionan el amor actual de la manera más bonita y sincera posible.

Gran directo, superando con creces el estudio, gran selección de temas, entre los que cayeron la mayoría de su breve debut y una versión de un tema que Pimp Flaco canta con Kinder Malo, muy bien de entrega y dedicación, lo mismo por parte de un público rendido a sus pies, y una conexión con el respetable más allá de lo imaginable. Menudo flechazo lo de Cupido.
Cala Vento (GORA!) 19.20
Y sin necesidad de desplazarnos demasiado, la carpa del escenario Gora! está justo al lado del Nagusia, llegamos para empezar a ver al dúo más potente de la actualidad pop independiente del estado español.

Y no precisamente por su calidad, que como ya he comentado crece enteros con cada paso que dan, sino por esa intensidad a flor de piel, esa conexión lírica y poética que tan bien le sienta a mi apartado emocional y esa visceralidad tan preciosa y coherente con la que juegan en sus directos.
Todo eso y mucho más, lo vivimos en primera persona en una carpa en la que el sudor, la cerveza, los pogos (varios de ellos se formaron en las primeras filas durante el concierto) y lo bonito de estar allí se convirtieron en los protagonistas de una tarde en la que todo apuntaba a que el día iba a ser redondo. Gora Cala Vento.
Nathy Peluso (NAGUSA) 20.25
Aprovechando el momento para cenar algo mientras volvía a ver a la Peluso en el Nagusia estirado y relajado en el césped cercano, lo de la argentina afincada en España volvió a ser un derroche de energía, desparpajo, sensualidad y valía ante un público absolutamente dedicado a la latina más refrescante y descarada de la actualidad urbana.
Un concierto sin sorpresas, pero que de nuevo volvió a dar en el clavo a la hora de presentar unas canciones en directo que ya toman un rumbo claramente grandilocuente y descomunal acompañada de una banda de escándalo, las coristas y una producción escénica absolutamente arrebatadora.
Otro notable directo a la saca y llevamos tres.
Weezer (NAGUSA) 22.55
Sin necesidad de movernos mucho, nos quedamos plantados en prácticamente primera fila del Nagusa hora y media antes del concierto de Weezer a modo de fans incondicionales para ver el evento de la década, el momento más esperado, el primer concierto de Weezer en España desde hace casi 20 años.


Si empezamos por el tema del setlist, Cuomo y los suyos no dejaron títere con cabeza apoyándose sorprendentemente y sobremanera en su debut del que cayeron nada menos que siete cortes comenzando la velada con la tripleta de oro formada por Buddy Holly, Undone y Holiday (nadie podría haber soñado un comienzo de concierto mejor que ese) y cerrándola con un Say It Ain’t So de proporciones épicas.
Del azul también cayeron The World Has Turned And Left Me Here, Surf Wax America y My Name Is Jonas para los que pensaban que tampoco valía mucho la pena acercarse a Kobetamendi para ver como Weezer facturaba un concierto apoyado únicamente en sus tres últimos discos. Craso error.
Volviendo al tema del setlist, obviamente alguna cayó de su divertido último disco de versiones. Everybody Wants To Rule The World de Tears For Fears fue la primera, Africa de Toto y el Take On Me de A-Ha fueron con diferencia de las más laureadas, sonando mucho más contundentes y eléctricas que sus respectivas versiones de estudio, pero el highlight más auténtico y sorpresivo de ese disco llegó con el Happy Together de The Turtles en el que consiguieron meter en medio un perfecto extracto del Longview de Green Day llegando a una cotas de emoción y alegría inconmensurables. El resto del setlist dejó perlas tan descomunales como Beverly Hills, Hash Pipe, Pork And Beans, Perfect Situation o Island In The Sun por nombrar las más celebradas.

Conformando una banda tan pétrea, sólida, profesional y arrolladora como un tren de mercancías, Patrick Wilson a la batería estuvo magistral clavando los ritmos al nivel metrónomo, y tanto Brian Bell como Scott Shriner llegaron a protagonizar algunos de los momentos más álgidos, precisos y preciosos con sus aportaciones vocales de escándalo y una ejecución de sus instrumentos más allá de lo notable.
Aunque está claro que el protagonista de excepción, el que se llevó todo el oro al bolsillo, fue un Rivers Cuomo en su papel de guitar hero y maestro de ceremonias excepcional sumamente sorprendente para lo que nos tiene acostumbrados.
Bailando, cantando con el público, animando al respetable, corriendo de lado a lado del escenario, apuntando con su micrófono para que la gente cantara los temas al unísono con él, sonriendo, dando palmas y poniendo sobre la mesa una actitud de estrella humilde y entregada francamente prodigiosa y reveladora. Para los que conocen bien las aptitudes escénicas de este eterno adolescente, saben perfectamente que lo que relato es algo prácticamente único e insólito. Por eso, y porque ver a Weezer sobre las tablas de un escenario siempre es motivo de alegría extrema, puedo decir que lo vivido esa noche en Kobetamendi pasará a la historia como uno de los mejores conciertos vividos por mi persona y uno de los mejores conciertos del cuarteto.
Vince Staples (BESTEAN) 00.20
Y para cerrar la velada en Kobetamendi, todavía quedaban varios conciertos más durante la madrugada pero esta era mi última parada, nos acercamos hasta el Bestean por primera vez en el día para ver a uno de los raperos más sólidos, experimentales y sobrados de la actualidad internacional.

Un disco que sin necesidad de alargarse más de 22 minutos en 11 cortes, es de una calidad y una versatilidad descomunal. Con un montaje de escenario exactamente igual que en su anterior gira, muro de pantallas en las que aparecían todo tipo de segmentos de vídeo montados para la ocasión en los que el humor y la tragedia se dan cita de manera chocante y desmesurada, el nivel de Staples sobre las tablas es absolutamente apabullante.
Sin un DJ que ocupe el espacio, Vince Staples se sube al escenario con la base a todo trapo, esos graves superaron con creces cualquier propuesta de ese día en el Festival, y suelta sus rimas de la manera más explícita y directa amenizando al personal con saltos, carreras, brazos en alto y coreos de escándalo con un BBK entregado en cuerpo y alma a los misilazos del californiano.