Como cada año, aquí va mi lista personal de favoritas visionadas y fechadas durante este año.
Mi favorita absoluta del año sigue siendo La Abuela de Paco Plaza, el problema es que siendo una película que se ha estrenado comercialmente a principios de año, tuve la suerte de visionarla en octubre del 2021 en el Festival de Sitges y por ello ocupó mi primer puesto del pasado año.
Aclarado esto, que me parecía importante para justificar su falta en la lista de este año, la recopilación anual con mis favoritas ha vuelto a ser complicada. Reducir a 13 la lista se convierte en algo todavía más difícil que confeccionarla y por ello voy a mencionar algunas que se han quedado en el tintero pero que no por ello han sido menos importantes este año.
El regreso por todo lo alto de Roland Emerich y su última chaladura extrema en el campo de la ciencia ficción con Moonfall, ha sido uno de los momentos más memorables del año, de la misma manera que lo ha sido el Dr. Extraño de Sam Raimi, lo único interesante que ha salido del MCU este año.
Dentro del cine de superhéroes también hemos gozado con la vuelta de tuerca que le ha dado Matt Reeves a The Batman, con sus tres horas de puro amor al hombre murciélago. Pero tampoco me gustaría obviar la última aventura de nuestro querido Ghostface, un divertimento que supera con creces algunas de las últimas entregas de la saga Scream. Curiosamente todas ellas adscritas de alguna manera al mainstream cinematográfico actual.
Por el contrario, y ya en el estrato más underground y humilde, nos encontramos con películas tan destacables como Grimcutty, una pequeña joya del terror actual que pasó sin pena ni gloria por la plataforma Hulu, o Significant Other, una carta de amor al género realizada con una frescura y un ritmo impresionantes.
Eso sin olvidarme del que, para mi, ha sido el found footage del año. Dashcam, la segunda película pandémica de Rob Savage después de la muy celebrada Host, es tan delirante, desfasada e incorrecta que no puedo más que abrazarla con todas mis fuerzas. Tampoco podemos obviar el retorno del maestro del giallo Dario Argento y sus Occhiali Neri, una vuelta de tuerca al género que él mismo desarrolló y popularizó de la manera más enfermiza y cuestionable, pero con una libertad y una capacidad para alucinar descomunales.
En otro orden de cosas y entrando en el apartado serial, uno de los eventos más maravillosos, gloriosos y emocionantes del año, en cuanto al género se refiere, ha sido El Gabinete de Curiosidades de Guillermo Del Toro. Una serie que nos ha dejado un poso de amor incondicional al género tan exquisito como necesario y en el que ha contado con algun@s de l@s director@s más en forma de la actualidad. No voy a poner mis favoritos porque todos y cada uno de ellos (excepto uno) me han llegado al corazón sin concesiones, pero si las tuviéramos que contar como películas (que al fin y al cabo es lo que son), varias de ellas ocuparían puestos en la lista.
Y sin extenderme más, que creo que ya es suficiente para la previa a la lista, aquí mi personal lista de predilectas.
Lo realizado por Andrew Dominik con Blonde es algo parecido a lo que hizo Pablo Larraín con Spencer el año pasado, coger a una celebridad de la cultura pop y pasarla por el tamiz de una película de terror. Hay muchas cosas que están muy bien en Blonde y, por supuesto, la actuación de la Armas está entre lo mejor del pack. Con una dirección que transita entre el color y el blanco y negro de la misma manera que lo hace entre el cine convencional y el independiente, está claro que Blonde tiene mucho de autor y así lo quiere mostrar Dominik.
Quizás lo de tener que ver a Ana de Armas semidesnuda, llorando, gritando, siendo abusada y maltratada durante casi tres horas de película, no sea ni lo esperado, ni plato de buen gusto para la mayoría, pero hay que tener en cuenta que la novela en la que se basa la película no es otra cosa que una ficción sobre la realidad de Norma Jean (Marilyn).Como valor artístico tiene mucho, como valor histórico menos y como biopic, posiblemente casi nada, pero si nos centramos en la dirección, las actuaciones, el montaje, la música y la calidad, indiscutiblemente estamos ante una gran película.






Eduardo tenía complicado volver a remover estómagos de la misma manera que lo hizo con Pieles, pero hay que decir que lo ha vuelto a hacer, con mejor pulso, una estructura más normalizada y una temática mucho más dura y polémica. Con una personalidad arrolladora plasmada a fuego en su estilo, sus formas y su estética, La Piedad es de una brutalidad monstruosa. Transformar un drama familiar en una película de terror tan potente y sincera no es fácil, pero gracias a la capacidad que tiene Eduardo para exponer los desequilibrios humanos desde un prisma cómico (aunque la comedia sea muy muy negra), resulta en un ejercicio altamente creativo y atractivo. Rodada con una intención artística palpable en el vestuario, la música y el diseño de producción, La Piedad es una película única, incomparable, catártica y tan personal que resulta intransferible o intercambiable. La maternidad tóxica, la querencia, la necesidad, la identificación y los roles familiares planteados desde un prisma de autor que necesita provocar, remover y reconstruir dichas convenciones a modo de terapia, tanto individual como colectiva.





