Paul W. S. Anderson lo vuelve a intentar… y, por algún milagro, no la caga del todo
Admitámoslo: cuando escuchamos que Tierras Perdidas venía de la mente de George R.R. Martin, muchos nos emocionamos.
Cuando nos enteramos de que la dirigía Paul W.S. Anderson, el hype cayó al subsuelo más rápido que la última temporada de Juego de Tronos.
Y sin embargo, contra todo pronóstico, aquí estamos, con una película que no solo no es un desastre, sino que además se permite el lujo de ser brutalmente entretenida.
Imagínate un Mad Max medieval, donde la magia es oscura y traicionera, los paisajes parecen arrancados de un apocalipsis post-fantasía y la violencia es sucia y sin concesiones.
Nada de castillitos con banderas ni reyes melancólicos: aquí todo huele a polvo, desesperación y peligro.
Y lo mejor es que funciona.
De qué va este festival de magia, sangre y traiciones
En un mundo destrozado donde la magia es más letal que una pandemia mal gestionada, la bruja Gray Alys (Milla Jovovich) es enviada a las Tierras Perdidas para conseguir un hechizo legendario que permite a los humanos convertirse en bestias. Pero como en cualquier historia donde la magia y la ambición se mezclan, nada es tan simple.
Alys no viaja sola. La acompaña Boyce (Dave Bautista), un guerrero tan grande como jodido, con un pasado que le pesa más que la armadura. Juntos se adentran en un territorio donde la traición es el pan de cada día y la supervivencia no está garantizada.
Imagínate si Juego de Tronos y Mad Max: Fury Road tuvieran un hijo bastardo, lo criaran con historias de Conan el Bárbaro y le dieran de comer arena, pólvora y desesperanza.
Eso es Tierras Perdidas.
Lo que hace que esta película sea un golpe en la mesa
- Un mundo que parece un vertedero de pesadillas (en el buen sentido)
Nada de paisajes bonitos ni ciudades de cuento. Aquí todo es decadente, polvoriento y peligroso.
Las Tierras Perdidas son un desierto de ruinas, un lugar donde el pasado se ha ido a la mierda y la única ley es la que dicta el más fuerte. La estética recuerda a Mad Max, pero con un toque medieval salvaje.
Los escenarios parecen sacados de una distopía sucia donde la magia no es un truco bonito, sino un arma peligrosa que destruye a quien la usa tanto como a quien la recibe.
- Dave Bautista es el jodido rey de este espectáculo
Olvídate de los héroes clásicos. Boyce es una bestia, un hombre con más cicatrices que paciencia y un carisma que le sobra por los cuatro costados.
Cada vez que abre la boca, impone. Cada vez que suelta un golpe, lo sientes en el pecho. Si la fantasía oscura necesita un nuevo referente, aquí lo tiene.
- Milla Jovovich en su salsa
¿Sorpresa? Un poco, sí. Después de años protagonizando películas de acción donde su actuación era lo de menos, aquí tiene un papel con más chicha.
Gray Alys no es una heroína ni una villana. Es una superviviente que juega con fuego y sabe que, en algún momento, se va a quemar.
El papel le encaja como un guante, y aunque no va a llevarse un Oscar, al menos aquí tiene un guion que no la hace parecer una muñeca de CGI en piloto automático.
- La magia es real… y da miedo
En muchas películas, la magia es un atajo barato para solucionar problemas. Aquí no.
Aquí la magia es una condena, un arma de doble filo que destroza tanto al que la usa como al que la recibe.
Cada hechizo tiene un precio, y ese precio es alto. Tierras Perdidas nos recuerda que la magia no debería ser un superpoder, sino una fuerza peligrosa que puede cambiar el mundo… o destruirlo.
Lo que casi nos arruina la fiesta
- Paul W.S. Anderson y su obsesión con el CGI barato
Ya lo conocemos. Este hombre ama el CGI más que un gamer ama su silla ergonómica.
Y claro, hay momentos en los que Tierras Perdidas parece más una cinemática de videojuego que una película.
Cuando el CGI está bien usado, todo fluye. Pero cuando Anderson se pasa de rosca, el resultado es un poco… plastificado.
No arruina la experiencia, pero te saca de la película más de una vez.
- Diálogos que parecen escritos en una servilleta sucia
La historia es potente, los personajes molan… pero a veces abren la boca y lo que sale es digno de un videojuego cutre de los 2000.
No es que esperemos frases filosóficas dignas de Nietzsche, pero por favor, basta ya de clichés de guion barato.
Un poco más de trabajo en los diálogos habría elevado esta película a otro nivel.
- Un final que va a cabrear a más de uno
Sin entrar en spoilers, el desenlace es de esos que van a dividir a la audiencia.
Hay valentía en la decisión que toma la película, pero también deja la sensación de que faltaba algo para que el golpe final fuera redondo.
No es un desastre, pero tampoco es el cierre épico que la historia merecía.
Veredicto final: ¿Vale la pena Tierras Perdidas?
Mira, la respuesta es sí.
Con todos sus fallos, con sus momentos de CGI dudoso y sus diálogos de cartón, Tierras Perdidas es una bofetada de aire fresco en la fantasía oscura.
Es sucia, brutal y desesperanzada. Es una película que te mete en un mundo peligroso y no te deja salir hasta que ha terminado contigo.
Si te gustan las historias donde la magia es peligrosa, los héroes están destrozados y el mundo es un vertedero de almas en pena, aquí tienes tu nueva película favorita.
Si prefieres las fantasías edulcoradas donde la magia es bonita y los finales son felices… bueno, siempre puedes volver a ver Harry Potter.