SITGES 2024: Las cinco joyas de la corona

En una edición en la que el foco estaba puesto en lo raro y los raros, algo que de alguna manera homenajea a los propios fans del cine fantástico y de terror del mismo modo que lo hace con el propio Festival, es curioso que la película que se ha alzado con el mayor galardón de la 57a edición de este año, haya sido un folk-horror austríaco cocinado a fuego lento con bastante de poso histórico y unos personajes sumamente realistas.

Quizás, una de las películas menos Sitges de los últimos años, pero no por ello menos destacable o fuera del alcance del amplio rango que ha ido abriendo el Festival durante la última década. No es una crítica, sino más bien un comentario, sobre todo teniendo en cuenta que entre mi selección personal de las 5 joyas del Festival, se encuentra el film del dúo formado por Severin Fiala y Veronika Franz, entre otros.

THE SUBSTANCE. CORALIE FARGEAT (141 MIN.)

CORALIE FARGEAT EN SITGES 2024

Con una presentación por todo lo alto en el Auditori del Melià, con el equipo de la película en la sala, y un segundo pase en el Casino Prado con aún más expectación que el primero, aunque esta vez sin el equipo, ha quedado claro que el brutal ejercicio de Fargeat, se ha convertido en la película más comentada y esperada de este Sitges 2024.

Sensación que se ha visto recompensada con creces para los amantes del cine de género y que, esperemos, se traslade a la taquilla después de su estreno en salas comerciales el pasado 11 de octubre.

Aunque también habría que advertir a los despistados y fans de la Moore, que esta no es una película para todos los estómagos, todos los cerebros, ni todos los cuerpos. Quedan avisados.

Coralie Fargeat ya nos dejó a todos temblando con ese rape and revenge del 2017, titulado Revenge para más señas, con el que nos ofrecía la cara más cruda del patriarcado desde la necesaria visión femenina, muy pocas veces vista en este polémico subgénero. Pero no se quedaba ahí la francesa, su manera de rodar, la puesta en escena y el diseño estético, se convertían también en aciertos mayúsculos en su debut para la gran pantalla.

Estaba claro que estábamos ante una directora con carácter, con mucho que decir y con una escuela excelsa. Pero tengo que admitir que, dudo que nadie estuviera preparado para lo que se nos venía encima.

LA TRAMA

The Substance nos relata la historia de una estrella de Hollywood, Elisabeth Sparkle (Demi Moore),  que tras conseguir un Oscar en su mayor momento de gloria y encabezar un programa de televisión en prime time al más puro estilo – Ponte en forma con Jane Fonda -, a sus 50 años le llega el temido despido después de que el mandamás de la cadena, un espectacularmente sobreactuado Dennis Quaid como Harvey (curiosa elección de nombre sin ponerle apellido), decida darle el despido para sustituirla por alguien más joven y más atractiva, una descomunal Margaret Qualley será la elegida. Hasta aquí, un clásico sin más. Pero si esa idea la cocina Coralie Fargeat, que en este caso también ha escrito el guión, el resultado se convierte en una crítica espeluznante al patriarcado, a la presión estética y al edadismo, tan necesaria como excesiva.

No voy a explicar nada más del argumento, ya que eso lo vemos en los primeros quince minutos de película, pero el acceso a la sustancia y las reglas que implican utilizarla, harán de ese premisa uno de los filmes más impactantes, irónicos, brutales e incisivos del año.

INFLUENCIAS

No voy a soltar aquí todo el name-dropping que apunté en mi teléfono móvil al salir de la sala, la lista, las referencias y los homenajes son tantos y tan evidentes, que es casi un divertimento añadido en la película para quienes quieran reconocerlos o descubrirlos, pero no puedo dejar de destacar ese ejercicio de estilo que gasta la cineasta francesa a la hora de filmar con una calidad, una puesta en escena y una habilidad con los tempos y la tensión, absolutamente imponentes y colosales.

Lo de Stanley Kubrick queda patente de principio a fin, ese pasillo que recorren varias veces, ese lavabo en el que sus protagonistas pasan casi la mitad de la película, esa música que se evidencia en algunos pasajes muy concretos. Coralie Fargeat es una amante del cine en todas sus ramificaciones, aquí no faltan ni la comedia, ni el suspense, ni el horror, ni la ciencia ficción.

Fargeat venera el cine de género y The Substance es una muestra inequívoca de ello. Nadie hasta la fecha había sido capaz de combinar con tanta coherencia, descaro, acierto, grandilocuencia y efectividad a Yuzna y Hennenlotter con Cronenberg y Kubrick, nadie. Solo con esas influencias, ya os podéis imaginar de lo que estamos hablando, eso por no hablar del montaje al más puro estilo Requiem For A Dream de Aronofsky, una locura de carácter histriónico capaz de cambiar las normas, las formas y las maneras de mezclar influencias en el cine actual y que habla desde un lugar totalmente desprejuiciado y libre desdibujando las barreras entre el cine mainstream y el cine de carácter más underground. Se podría decir que Fargeat ha conseguido sublimar y sofisticar, hasta niveles inexplorados, el cine de serie B. Realizando este tipo de ejercicios, cualquiera puede caer en el refrito repetitivo de algo que nos recuerda a, o nos remite a, pero en el caso de Fargeat, la cantidad de personalidad que le imprime al proyecto hace que por mucho que esas referencias (o incluso copias descaradas) existan en su cine, la película sobresalga por encima de esas influencias y se convierta en una rara avis única en su especie.

Ver The Substance no consiste en deliberar si estamos ante una película buena o mala, sino más bien en hasta dónde estás dispuesto a llegar para disfrutar una película.

GET AWAY. STEFFEN HAARS (90 MIN.)

NICK FROST Y LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Probablemente, la película de Steffen Haars no acabe en ninguna de las listas con las favoritas de los asistentes al Festival de Sitges de este año, pero si Get Away no es la quintaesencia de lo que tiene que ser una película de Sitges, no lo es ninguna otra, con el permiso de Azrael, de la que también hablaremos más adelante.

Presentada en el auditorio como una fiesta de celebración por el Premio Màquina del Temps concedido a Nick Frost a toda una carrera dedicada al género, en el emotivo discurso que soltó Frost como agradecimiento, llegó a decir que el cine de género, le salvó la vida literalmente. Las expectativas no es que estuvieran demasiado arriba, pero viniendo de ese genio del humor que es Nick Frost y con el sello de Haars, quien ya nos dejó con el culo torcido con su díptico sobre los New Kids (Nitro & Turbo) a principios de la década pasada, tengo que decir que mis ganas no eran pocas.

A FOLK HORROR COMEDY

Encuadrada en ese peculiar subgénero vacacional en el que una familia pasa sus festividades en un lugar al que jamás deberían haber ido. Emparentada con el llamado folk-horror de alguna manera, el guión de Nick Frost está plagado de giros previsibles (aunque no por ellos menos efectivos), humor negro y de brocha gorda de lo más disfrutrable y, cuando se desata, se convierte en un carrousel de sangre, desmembramientos y gore de lo más necesario y festivalero.

En la línea de películas como Sightseers o la más reciente Lowlifes, ambas con un concepto de humor negro muy relacionado con el de Haars, Get Away nos quiere plantear algo así como un Wicker Man pasado de vueltas en el que se le acaba dando el giro a la tortilla siendo los perseguidos, los perseguidores.

AZRAEL. E.L. KATZ (86 MIN.)

ALTAS EXPECTATIVAS

Con Azrael sí que tengo que decir que mis expectativas estaban algo altas. Teniendo en cuenta que Cheap Thrills (2013) de E.L. Katz me pareció una película más que disfrutable, a Samara Weaving siempre es un lujo tenerla en el equipo ganador del cine de género y que venía firmada por el guión de Simon Barrett (The Guest, Who’s Next), era bastante normal, al menos en mí, tener esas expectativas algo elevadas. Lo que no esperaba es una película tan redonda, especial y con tanto espíritu Sitges como ha sido esta Azrael, capaz de situarse entre mis favoritas del año.

UN REGALO PARA LOS FANS DEL GÉNERO

Enmarcada en un mundo distópico que podría verse como una mezcla entre The Walking Dead y A Quiet Place, sin que yo sea nada fan de ninguna de ellas, Azrael nos relata la historia de una superviviente a la que quieren capturar para ofrecer como sacrificio a las criaturas del averno que se alimentan de los pocos humanos que quedan sobre la faz de la tierra. Bajo esta premisa y sin necesidad de articular ni una palabra en todo el metraje, Azarel se compone de varias set-pieces de órdago, que se concentran en los violentos y sangrientos ataques de esos demonios requemados y chamuscados durante su primera mitad y en un tramo final de acción desatada en un poblado en el que queda un pequeño reducto de humanos dispuestos a todo para acabar con nuestra  protagonista.

La película de Katz es un hallazgo enorme para todo aquel quiera entrar en su juego, y Azrael no será muchas cosas, pero jugona lo es un rato. La deducción que vas haciendo a medida que el metraje va avanzando, te va metiendo poco a poco en una historia que tiene un tercer acto de lo más revelador, violento y desbocado con una Samara Weaving repartiendo estopa a diestro y siniestro, esa doble pelea en la iglesia es un regalazo, y protagonizando una escena final que se quedará grabada para siempre en tu retina.

Para los fans del género, y concretamente del cine que debería prodigarse más en Sitges, no debería hacer falta más. Azrael tiene todos los ingredientes necesarios para ser una de las destacadas de este año, un buen guión con giros imprevisibles, sangre y violencia bastante explícita, una protagonista femenina que nos tiene preparada más de una sorpresa y una duración de 86 minutos, ideal para este tipo de películas. Como decía al inicio del comentario, una película redonda en todos los sentidos.

EXHUMA. JANG JAE-HYUN (134 MIN.)

El cine asiático, siempre ha sido importante dentro del Festival de Sitges, prácticamente desde los inicios del cine de hong-kong, pasando por todo el J-Horror marca de la casa y el anime que siempre tiene un puesto destacado en cada edición, de unos años a esta parte, mucho del cine coreano, ya sea en forma de thriller, terror o incluso acción, nos está dando grandes alegrías, tanto en formato más reducido, como en lo que viene a ser el mainstream más absoluto.

Exhuma es una película que maneja religiones, costumbres, tradiciones, rituales y creencias, de la misma manera que maneja al espectador. Puede que siendo coreano, no vayas tan perdido con ciertos temas, pero para el europeo de a pie, la película se puede convertir en un laberinto de extrañas situaciones, a cada cual más sorprendente, difícil de transitar.

Exhuma tiene la ventaja de tener unos personajes absolutamente demoledores. Desde el propio póster promocional, en el que aparece el equipo al completo, hasta sus créditos finales, en los que los cuatro destacan sobremanera, el casting es un acierto indiscutible.

Kim Go-eun, una sacerdotisa estudiosa del chamanismo y su compañero Lee Do-hyan, un médium capaz de invocar y comunicarse con los espíritus, han concluido, después de realizar algunas pruebas sobre el más pequeño de la familia, que el espíritu de algún antepasado, es el causante de todos sus males. Choi Min-sik (Old Boy, I Saw The Devil), ayudado por Joo Hae-jin, es un exhumador de cadáveres encargado de localizar la tumba del familiar que está ocasionando la desgracia a dicha familia.

Plagada de rituales, superstición, exhumaciones, posesiones y giros imposibles, su manera de contar la historia, las sorpresas que nos guarda, y ese tercer acto tan exótico y sumamente disfrutable, hacen de ella una de las películas de terror “clásico” más destacables del Festival y del año en general.

DES TEUFELS BAD. SEVERIN FIALA & VERONIKA FRANZ (121 MIN.)

El dúo artístico formado por Fiala y Franz ya nos había dejado caer un par de títulos destacables en su corta trayectoria. Ich Se, Ich Se (2014), traducida como Goodnight Mommy y de la que hace poco se hizo un remake para Prime del que no he querido saber nada, nos planteaba una película que miraba desde dos vertientes distintas el tema del doppelganger. Más tarde con The Lodge (2019), nos trajeron una película de terror clásico y siniestro que de alguna manera no acabó de convencerme del todo, siendo su debut mi favorita hasta la fecha.

Lo primero a destacar de la pareja profesional, es su capacidad para abordar temas totalmente diversos y, al menos en la superficie, con poco que relacionarse entre ellos.

Quizás sus mayores vínculos sean su sello personal, marcado por un tempo pausado y unas atmósferas muy concretas, y esas ganas de contar historias únicas marcadas por una ficción, que nunca se aleja lo suficiente de la realidad como para parecer imposibles.

The Devil ‘s Bath, como se ha traducido al inglés, es una película marcada por el pesar, por la tristeza, por la incomprensión y la histeria. Ingredientes con los que juegan para explicar la historia de una mujer en la Austria rural del siglo XVIII. Una mujer que quiere vivir su vida fuera de lo establecido, de cómo funciona en el mundo en el que vive y de lo que se espera de ella.

The Devil’s Bath busca impactar en su primer tercio, esos primeros 5 minutos no se me olvidarán jamás, instruirte y destrozarte en su parte central, y despegar hasta los límites de la locura en su tramo final.

Todo esto ocurre en la película, pero siempre con los pies en el suelo, sin necesidad de poner una nota más alta que la otra y creando un malestar y un sufrimiento en el que vamos de la mano de su protagonista.

Ese es el mayor secreto de la película, conseguir que el público se implique en el proceso interno de su personaje, en como debería sentir y en lo que en realidad siente.

Agnes se casa con Wolf. Una pareja joven a la que todo el mundo le depara un futuro prometedor. Compran una casa, se mudan y la pesadilla de Agnes empieza a hacerse realidad.

Agnes no es una mujer como las demás, su capacidad para entender el mundo en el que vive, no concuerda con la visión general de la sociedad. Una mujer tiene que ayudar a su marido, ocuparse de sus labores, mantener la casa caliente y tener hijos.

Pero cuando Agnes descubre lo que es el sexo, la monotonía de la casa y el funciomamiento familiar, decide que ese no es su lugar, que ella está destinada a otras cosas y que la lucha que va a tener contra todo eso, no le va a resultar nada fácil Lucha que la lleva a un plano existencial en el que arriesga su propia cordura.

Puede que a sus dos horas de metraje le sobren algunos minutos para mi gusto, pero no hay duda que estamos ante la película más dura de la dupla y una de los ejercicios feministas más brutales y desoladores del año.