El cine de acción es como la comida rápida: sabes lo que vas a recibir, y si está bien hecho, te lo comes sin quejarte. Pero a veces te sirven algo con buena pinta y, cuando das el primer bocado, te das cuenta de que han reciclado las sobras de la semana pasada. Eso es Novocaine.
Eso es Novocaine: un concepto con potencial, un envoltorio atractivo y un arranque que promete… hasta que empiezan a repetirse los mismos trucos como si estuviéramos atrapados en un bucle de dolor y hostias.
La premisa es sencilla: Nathan Caine (Jack Quaid) es el subdirector de una sucursal bancaria que, por circunstancias que se explican a trompicones, termina metido en una espiral de violencia absurda. Hasta aquí, todo bien. Pero el detalle que lo hace «único» es que no siente dolor.
Si esto suena interesante es porque lo es. Pero una buena idea no hace una buena película. Y Novocaine es la prueba viviente de que puedes empezar con un concepto genial y, aun así, acabar con un batiburrillo que no sabe si quiere ser una comedia negra, un thriller de acción o un videoclip de dos horas de gente recibiendo hostias.
De promesa a chiste repetido: la caída en picado de la trama
La primera media hora es entretenida. Hay ritmo, hay humor negro bien medido, y Jack Quaid logra que su personaje tenga un mínimo de carisma. Ves a un tipo común metido en una espiral de desgracias, y la idea de que no sienta dolor le añade un punto de originalidad.
Pero luego la película empieza a abusar de su única broma.
Las peleas siguen un patrón tan predecible que podrías cronometrarlas. Nathan recibe un golpe bestial, todos se quedan en shock porque no reacciona, él aprovecha la confusión para contraatacar. Al principio mola, luego se vuelve predecible, y al final es un déjà vu constante.
El guion, en lugar de evolucionar, decide quedarse en modo repetición. Como si alguien hubiera programado un loop de “Nathan recibe una paliza y sigue de pie” y nadie en la sala de edición se atreviera a decir “tío, ya lo hemos pillado, avanza con la historia”.
Lo peor es que la película no tiene ni idea de qué tono quiere manejar. Hay momentos de comedia negra que recuerdan a los Coen en sus buenos tiempos, pero luego los villanos aparecen con una violencia tan exagerada que parece que se han colado de otra película.
¿Quieres que nos riamos o que nos incomodemos? Decide, Novocaine.
Jack Quaid lo intenta, pero el resto…
Jack Quaid lo da todo. Se nota que se divierte con su papel y que tiene carisma de sobra. Pero su esfuerzo se pierde en un mar de personajes secundarios olvidables y villanos tan planos que podrías usarlos como tabla de cortar.
La femme fatale de turno está escrita con la profundidad de un perfil de Tinder. El jefe mafioso tiene la presencia de un extra en un videoclip de reguetón. Y el resto del reparto está ahí porque, bueno, alguien tiene que recibir los golpes.
Cuando el protagonista es el único que parece estar disfrutando de la película, es que algo no va bien.
Violencia con ritmo… hasta que deja de importar
No se puede negar que la película tiene buenas secuencias de acción. La coreografía de las peleas está bien trabajada y la violencia es gráfica sin caer en lo grotesco.
Pero el problema es que, sin una historia que enganche, todo se convierte en una sucesión de escenas que podrían intercambiarse sin que nadie lo note.
En una película de acción, las peleas deben tener progresión, deben contar algo. Aquí, después de la tercera vez que Nathan se levanta tras recibir un golpe mortal y sigue caminando como si nada, la novedad se agota.
Y ahí es donde Novocaine pierde su fuerza.
Veredicto final: ¿obra de culto o hype injustificado?
Si eres de los que disfrutan viendo a un personaje recibir más golpes que un saco de boxeo y sigues riéndote del mismo chiste aunque te lo repitan veinte veces, Novocaine puede funcionarte.
Pero si esperas algo más que una sucesión de peleas y situaciones absurdas con un guion que no sabe dónde va, mejor busca otra cosa.
En resumen: empieza fuerte, pero se duerme la boca antes de tiempo.
⚔️ Kill Film Vol. 33 ⚔️
«Un puñetazo al hype, pero con guantes de espuma.»