Magnetic Fields, 25 años, 2 días y 69 canciones de amor

Celebrar el 25 aniversario del 69 Love Songs de los Magnetic Fields, la gente del Primavera Sound no falla una, es algo que no ocurre todos los días, valga la obviedad, y no lo digo como algo gracioso, lo digo porque celebrar un disco de ese calibre, es tan arriesgado como impensable.

Cuando Stephen Merritt, cuajó su obra magna, se dijeron muchas cosas de él y de la obra. Frases como “Uno de los discos de pop más notables jamás realizados”, “Un disco tocado por la mano de Dios”, “Ahora mismo, el más grande de los letristas americanos”.

Todo eso, se le quedaba pequeño a un disco tan inabarcable e insondable como el 69 Love Songs. Un disco que marcó el fin de una década, el fin del milenio y prácticamente, el fin del indie pop y que, con el tiempo, se ha convertido en un disco más grande que la vida. En él se concentran décadas de sabiduría musical y emocional y para mí, significó un logro artístico a la altura de… a no, que nada es comparable al 69 Love Songs.

Historia de la música

Con una banda variable, en número y componentes, según la gira, pero siempre arropado por una calidad vocal e instrumental absolutamente impresionante, la consecución de dos días seguidos en los que los Magnetic Fields han partido su sexto disco de estudio, se ha  convertido en una liturgia espiritual evocadora de lo más reconfortante y confortable.

Merritt, quien se encargaba, más allá de cantar cuando el setlist lo exigía y dar las gracias entre sus gracias, de llevar todas las variedades de extras musicales necesarios, efectos, samplers, triángulo y demás cachivaches, consigue plasmar a la perfección y de manera precisa, esa fantasía lo-fi que es el 69 Love Songs.

Un concierto inolvidable

Tocado en el orden riguroso del disco, sin sorpresas y ceñidos estrictamente al guión, los Magnetic Fields han ofrecido dos conciertos de una calidad extrasensorial.

Esa facilidad que tiene Merrit para contar historias cotidianas, aunque no por ello ausentes de surrealismo y fantasía, explota de manera única en la cadencia de su voz y la melodía de sus canciones.

Una combinación que eleva su arte hasta niveles exagerados y que en directo acentúa sus lindezas y sus cualidades de manera excepcional.

Su tono, que recuerda en ocasiones al maestro Cohen de la misma manera que nos recuerda a Neil Hannon, te penetra y te invade de manera irremediable y agradable.

Un disco excepcional

69 Love Songs es un disco que nos habla del amor en todas sus formas, a la gente, a los lugares, al odio, a la muerte, pero sobre todo, es un disco que nos habla del amor al sentimiento de amar, y eso es algo que invadió la sala de principio a fin.

La manera de clavar los sonidos del estudio y reproducir a la perfección la producción del directo, hacían que el público se emocionara hasta la lágrima, algo que pude corroborar en mis propias carnes cuando llegó el momento de Papa Was A Rodeo, uno de los más especiales del segundo día

No voy a destacar muchas canciones del setlist, 20 de 69 tampoco son tantas. Del primer día, me gustaría comentar ese inicio estelar con Absolutely Cuckoo, I Don’t Believe In The Sun, All My Little Words, A Chicken With His Head Cut Off, Reno Dakota, I Don’t Want To Get Over You, Come Back From San Francisco, The Luckiest Guy On The Lower East Side, Let’s Pretend We’re Bunny Rabbits, The Cactus Where Your Heart Should Be, I Think A Need A New Heart y The Book Of Love, todas seguiditas, del tirón y ejecutadas de forma espectacular.

Algo parecido ocurrió el segundo día con el bloque iniciado con Washington DC y seguido de Long-Forgotten Fairytale, Kiss Me Like You Mean It, Papa Was A Rodeo, Epitaph For My Heart, Asleep And Dreaming, The Sun Goes Down And The World Goes Dancing, The Way You Say Good-Night y Abigail Belle Of Kilronan. Puro éxtasis pop sin complejos.  

Estilos para todos los gustos

Tocando todos los palos y experimentando con todos los estilos posibles, en la coctelera de Merritt te puedes encontrar con la sección folk, country, americana, blues y demás derivados de raíces, pasando por el jazz, el dub, el punk y la música disco, hasta llegar a lo circense o medieval sin despeinarse, eso sí, todo pasado por el filtro indie pop del corazón de Merritt. 

La concentración y la suavidad de los asistentes, cantando a pleno pulmón cuando la ocasión lo merecía, era lo más parecido a la adoración y devoción religiosa, fans añejos, pocos bajaban de los 40, entre los que me incluyo, pero claramente devotos.

El humor breve y puntilloso de Merritt coronó la noche de manera eventual. La broma con las pausas, durante cada una de las noches hubo una pausa de 20 minutos entre la primera hora de concierto y los siguientes 40 minutos, y que inició al finalizar la primera noche diciendo que habría una pausa de 22 horas hasta la siguiente canción, y cuando finalizó la segunda, informándonos que ahora tendríamos una nueva pausa de otros 25 años, fue de lo más ocurrente.

Después de 25 años, 2 días y 69 Canciones de Amor, puedo decir que estos dos conciertos de los Magnetic Fields, se pueden contar entre los más bonitos y emotivos que he visto en los últimos 25 años 2 días y 69 Canciones de Amor.