Guerra de sexos en los videojuegos: el cuento de nunca acabar

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Resumen de cómo Assassin’s Creed Valhalla ha vuelto a sacar a la luz el problema de género que existe en el sector de los videojuegos hoy en día.

La semana pasada, Ubisoft presentaba de una forma un tanto peculiar la nueva entrega de Assassin’s Creed: Valhalla. Mientras se especulaba sobre en qué época se ambientaría ésta nueva aventura de Assassin’s Creed durante el directo en Twitch en el que vimos cómo se editaba una imagen del juego, llegaron el trailer oficial y muchos detalles.

Parece que estamos ante una entrega enfocada en el siglo IX d.C. y que encarnaremos a Eivor, un vikingo que decide emprender un viaje hacia Inglaterra plagado de batallas. Hasta ahí, todo bien. La mitología nórdica está muy de moda, tal y como podemos ver no solo en series como Vikings o The Last Kingdom, sino también en algunos lanzamientos recientes en videojuegos como God of War o Hellblade: Senua’s Sacrifice.

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Eivor en Assassin’s Creed Valhalla.

Entonces, llegó el tema delicado que no debería ser delicado en 2020, pero que lamentablemente todavía lo es: puedes escoger que Eivor sea una mujer o un hombre. 

Lo que debería ser simplemente otro detalle más del nuevo título se convirtió rápidamente en el objetivo de muchos jugadores que ven con muy malos ojos que el protagonista pueda ser de sexo femenino.

Algunos bajo el argumento de que no se sienten identificados con un personaje femenino -siendo ellos del sexo opuesto-, otros haciendo referencia al supuesto desastre que supuso Kassandra en Assassin’s Creed Odissey y más comentarios variados que siguen sin convencer a nadie.

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Gameplay de Assassin’s Creed Valhalla.

Ante esto, lanzamos un par de preguntas al aire: ¿Qué pasa con todas las mujeres y niñas que han tenido que jugar con un avatar obligatoriamente masculino desde el principio de los tiempos de los videojuegos?

Nada, absolutamente nada. Porque se trata de un juego, en el que interpretas un rol con un personaje ficticio en una realidad ficticia y sientes la imperiosa necesidad de que tu personaje sea de tu mismo sexo para involucrarte más con lo que está sucediendo. Porque has jugado con personajes masculinos que han marcado tu experiencia como jugadora -Hola, Snake- pero también has jugado con algunos de los que jamás recordarás su nombre porque eran personajes más bien mediocres.

Pero, ah, al contrario. Algunos jugadores, por lo visto, pueden jugar sin problema interpretando a un muñeco de trapo, un no-muerto o a un dragón morado en mundos post-apocalípticos, mágicos y manteniendo relaciones con seres extraterrestres; pero se sienten profundamente heridos si su personaje es una mujer.

Por un pequeño momento, parecía que habíamos avanzado lo suficiente como para poder tener una experiencia de juego lo más integradora y diversa posible sin que eso supusiera un problema para nadie, pero parece que todavía seguimos atascados en la misma piedra. Quizá no habría problema si Eivor gastara una 100A y fuera medio desnuda la mitad del juego, ¿verdad?

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