Nos adentramos en el Universo Carlos Soria, Alpinista de 77 años con once ochomiles a sus espaldas y con la intención de terminar los catorce que hay en nuestro planeta. A punto de embarcarse en una nueva expedición para coronar el Annapurna (8.091 m) y el Dhaulagiri (8.167m) nos abre las puertas de su casa para hablarnos de sus experiencias, sus valores y su forma de vida.
– Buenos días Carlos…
– Buenos días, quien eres?
– Mira, te llamo de YB, hemos hablado con el área de patrocinios de BBVA y nos han dado tu teléfono para intentar quedar contigo para una entrevista.
– Ufffff, ¿una entrevista? ¿Sabes que me voy en tres días al Himalaya? ¿Es que no sé como lo podemos hacer?
– Carlos, cuando pueda y si es que puede…
– ¿Sabes qué pasa? Que mi problema es que no sé decir que no, ¿te vendrías esta tarde a mi casa y hacemos allí la entrevista?
– ……… (pausa de asombro), Por supuesto Carlos allí estaré.
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Este fue el contacto con el tipo de persona con la que me iba entrevistar, alguien que, no sólo no sabe decir que no, sino que es la persona capaz de convertir en fácil una situación difícil.
Carlos Soria, es el alpinista español con mayúsculas que a sus 77 años recién cumplidos está embarcado en completar los catorce ocho miles del planeta. Contra lo que pueda parecer de locura o aventura intrépida, solo le faltan tres de esas cimas para completar la gesta y está a pocos días de iniciar el ataque a dos de ellas, el Annapurna (8.091 m) y el Dhaulagiri (8.167m).
Más allá de sus extraordinarias capacidades deportivas, el sentido humano de este abulense es algo fuera de lo común, liderando y participando activamente en diversas iniciativas para la reconstrucción de la zona afectada por el terremoto de Nepal en abril del 2015.
Nos recibe un hombre pequeño, no debe hacer el 1’70, lleva un teléfono en la mano y con una sonrisa me hace un gesto para que pase al salón y me acomode. Su mujer, con la misma sonrisa, me saluda y me acompaña a la vez que me explica que le están entrevistando en ONDACERO; hay en su rostro un componente de cansancio y orgullo, pero se encoge de hombros a la vez que me revela “…en esta semana de locos es así todo el día…”
Mientras termina su llamada, le observo – este hombre no para – miro su complexión y su forma de moverse -… en realidad de cuello para arriba si podría decirse que tiene 77 años pero de cuello para abajo, déjalo correr…-
– Buenas noches, sabrás disculparme, pero en esta semana de locos ya no sé de dónde sacar tiempo para atenderos a todos.
– Gracias por recibirnos en este asalto a tu casa y en estas fechas tan complicadas.
– No te preocupes, esto es lo normal y además soy muy malo haciendo maletas y al final la haré en el último momento.
– Buenos Carlos, ¿dónde se inicia esta historia?, ¿dónde empieza la marca, el personaje Carlos Soria?
– Bueno, esa marca en el público de la montaña, los montañeros, Carlos Soria, casi siempre ha sonado y en el público general, desde que estamos en FaceBook y todas estas cosas, pues claro ha sido la explosión. La primera entrevista que me hicieron por televisión fue en el año 62, Tico Medina en el Pso. De la Habana en blanco y negro y después en Escuela de Campeones y en un spot de “Contamos Contigo”, pero no tiene nada que ver con lo de ahora, que ha sido la gran explosión y la llegada a todos los públicos.
– ¿Cómo asumes ser un ídolo de un grupo de población que va de los 7 y 80 años?
– Coño!!! Antes de irme tengo que firmar los dibujos de una clase entera que me los han dado para que se los firme, ¿Dónde tengo los dibujos?
– Carlos, ¿cómo se asume algo así?
– No, esto no es nada, a mi me encanta; ¿sabes con lo único que no puedo? Con las fotos, cuando estas con 400 personas y cada una con su teléfono móvil y además se lo dejan a otra persona que no sabe cómo funciona y puedes llegar a estar horas con una sonrisa haciéndote las fotos. Y luego poco más, las cosas de entrevistas y eso intento que sean por la tarde para tener la mañana para entrenar y luego poder descansar, porque tengo muchos años y lo lógico es que duerma más horas para recuperar.
– Lo cierto es que lo de que tienes muchos años, como excusa no te vale, lo mismo tenías que haberte buscado otra mejor.
– No, se sonríe, pero es verdad, aunque lo cierto es que todo el mundo es muy amable y comprensivo y se comportan de maravilla conmigo, esa es la realidad y hasta los niños, ahora he estado en sitios muy interesantes, he estado en una cárcel de mujeres y en una de chavales descarriados que ahora se llama centro de menores y la verdad es que muy muy bien. Y todo esto la verdad es que al final es lo que me dice que lo mismo estoy haciendo algo interesante además de subir montañas.
– Ese “además de subir montañas” ¿dónde lo encuentras?
– El subir montañas no es solo subir montañas, es conocer otras culturas, otras gentes, viajar, darte cuenta de que en otros sitios viven muy distinto de cómo vives tú, las experiencias de Nepal, aparte de la del terremoto, es ayudar a construir un colegio, convivir con ellos y decir, coño, no hace falta tanto. No es solo subir a la cumbre, si subes a la cumbre, fenómeno, pero si no hay muchas cosas por debajo fantásticas.

– Hombre, pues en los ochomiles, me gustaría terminar los catorce – dice con una media sonrisa – la verdad es que me encantaría.
– Y como de uno en uno se te hace poco, ¿esta vez vas a por dos?
– No, hombre, hay que aprovechar porque soy muy mayor y sabe Dios como estaré al año que viene, además es posible, están los dos cerca y es posible. Nosotros vamos al Annapurna pero llevamos el permiso concedido por si podemos; lo mismo nos venimos sin ninguno pero poder podemos hacer los dos ochomiles. Hacen falta que nos acompañen muchas cosas, porque estas montañas que me quedan son muy complicadas y muy peligrosas y hay que tomarse las cosas en serio.
– Después de todo el esfuerzo, del aparataje previo, del viaje, de la aclimatación, por cosas que están absolutamente fuera de tu alcance, ¿Qué pasa si no puedes llegar?
– Soy plenamente consciente de ello y me vuelvo tan contento, no pasa nada. Cuando me he vuelto de una montaña sin subir he pensado que era lo que tenía que hacer. Por ejemplo, en el Khangchenjunga, el año que no subí llegue a los 8.300 y allí me di la vuelta, continuaron diez personas y cinco se mataron bajando. Es simplemente sentido común, llevábamos 300 metros sin poder poner cuerda y nos quedaban otros 300, un terreno muy complicado y con seis horas de más. Nunca pensé que para aquella expedición iba a acabar tan mal pero si creí que no era buena idea. Pero fue una verdadera tragedia. Pero me he bajado de otras sin tanta tragedia y me baje sin ningún problema. El Manaslu lo hice 37 años después de haberlo intentado por primera vez y no pasó nada.
– Todo esto desde aquí, queda lejos, pero tú tienes amigos allí, como vives la tragedia de terremoto que conociste en primera persona, o los accidentes de montaña, ¿cómo vives estas cosas? ¿Eso te endurece?
– Yo sé que esto puede pasar y que, por desgracia, pasa a menudo pero yo siempre he pensado que mucha gente pierde la noción de peligro con la altitud. Es porque quizás se ven tan cerca de la cumbre que piensan que con un pequeño esfuerzo más llegarán y dicen, ¿cómo voy a bajar ahora que estoy aquí? Y la respuesta siempre es “pues bajando”.
– El componente turístico, ¿se nota mucho?
– Eso no se puede cortar porque le va muy bien a Nepal, este año habrá muchas menos expediciones por el terremoto o por lo que sea y eso es una tragedia para Nepal. Es la montaña más alta de la tierra y hay mucha gente que quiere subir y a Nepal le va muy bien eso. Lo mismo se debía regular, pero es difícil. Yo no estoy en contra de eso ni mucho menos. Lo que hay que intentar es respetar la montaña y no es el Everest de los campos base más sucios y se cuida pero hay otros que están terriblemente sucios.
– ¿Existe ese momento subiendo de “que necesidad tengo yo de todo este esfuerzo”?
– Para mí no, esto no es esfuerzo, estoy disfrutando cuando hago estas cosas. No hay sacrificio ninguno. Solo eso de los riesgos pero luego todo lo demás compensa.
– ¿La sensación de cima?
– La sensación de cima es brutal pero no cuando estás en la cima sino cuando ya estas abajo. Cuando me preguntan ¿y en la cima que sientes? Yo siempre digo lo mismo “unas ganas de bajar de allí echando leches”. El amanecer el día que vas a la cima es increíble, antes de llegar a la cima y yo cuando me emociono es cuando ya he bajado abajo que estoy solo en mi tienda y ahí es donde dices, “joder, donde he estado”. En la mayoría de las montañas el bajar es más complicado; el cansancio, la emoción, un poco todo. Yo llego a la cima, hacemos cuatro fotos y adiós.
– ¿El cambio de hacerlo por tus medios a tener un patrocinador como el BBVA?
– Hombre, yo casi siempre he tenido ayudas y si no me las he buscado; yo he organizado cuatro o cinco expediciones para que a mí me saliera gratis, en la época que no había patrocinio. Y las he organizado, sin saber inglés, con la ayuda de una de mis hijas y luego me volcaba más de lo que me comprometía y lo hacía todo. Luego he tenido pequeños patrocinadores, pero no como este que ha llegado en el mejor momento. Además no me ponen ninguna pega, yo lidero, yo decido si voy aquí o allí si me bajo o llego a la cumbre, porque confían en mí.
– ¿Qué se tiene que dar para que consigas tu nuevo reto que es el Annapurna y el Dhaulagiri en este viaje?
– Pues subir al Annapurna el 10, el 12 de abril, cualquier día antes del 15 de abril sería una muy buena opción para hacer los dos. No es fácil pero se puede.
– ¿Qué temes del Annapurna?
– Nada más que las avalanchas, para lo demás estamos preparados y contamos con ello, pero las avalanchas, no solo en el Annapurna, en cualquier montaña de este tipo es lo único que esta fuera de todo control
– Y con todos los peligros….
– Oye ya, no jodas, que también hay días buenos en la montaña; has visto la película Everest? Pues eso pasa, pero gracias a Dios son muchos más los días de sol, preciosos que disfrutas y no pasa nada. Siempre os da por ese lado de la montaña – se ríe –
– Perdona, que al final entre todos te convencemos de que no vayas. Respecto de la ayuda a Nepal, eres el abanderado de esta iniciativa.
– No, el abanderado no, soy uno que participa, el abanderado sobre todo es mi compañero, Luis Miguel López Soriano, que es el que ha creado la asociación y ahora mismo se ha ido antes de la expedición para ver como habían quedado las escuelas que hemos hecho este otoño y para programar las nuevas actividades de ayuda. Son pueblos en los que normalmente no pasa el turismo y ahí tienen muy pocos recursos. El gobierno está menos interesados en reconstruir estas zonas. En estas escuelas les habían dado 200 euros para construirlas y las hemos hecho nuevas. Buscamos sitios que no son turísticos para ayudar.
– Como se puede ayudar Carlos?
– Bueno pues tenemos una asociación de Ayuda Directa al Himalaya (www.ayudadirectahimalaya.org) y allí se pueden enterar de todo lo que se hace y de qué forma colaborar con todo detalle. Hemos hecho camisetas pero se nos terminan, cada charla que doy vendemos todas las que llevamos. Hemos hecho un trekking solidario de 26 personas y todos aportábamos 250€ y la gente encantada de ayudar. Este otoño haremos un nuevo trekking y pasaremos por las escuelas que hemos construido.
– Carlos, ha sido un placer y te deseamos la mejor de las suertes y que trates de descansar antes de la expedición.
– Eso va a ser muy difícil, tengo que hacer aún el petate, a la una de la madrugada tengo una entrevista con EL LARGUERO y esto funciona así.
Este hombre es Carlos Soria, con su sentido del humor, su forma de hablar con sus tacos, sus quejas de su rodilla, aunque sostiene que está mucho mejor y que debe ser que tenía que pasar de los 75 para que su rodilla se encontrara mejor aunque cada vez que le pinchan le sacan 4 cm de líquido. Afincado en un pequeño pueblo de la sierra de Madrid, Moralzarzal, donde probablemente es uno de los más ilustres vecinos y que cerca de su casa tiene una rotonda con su nombre, aunque un toque de pudor asoma a su rostro cuando le sacamos el tema.
Salimos de la casa de Carlos Soria y hace rato que olvidamos los 77 años de este hombre, lo que de inicio habíamos llamado “la marca Carlos Soria”, al famoso alpinista y hasta el deportista de élite, porque mucho más allá de eso hemos estado charlando con la persona, el amigo, el centro de valores que como él mismo dice “van mucho más allá de subir montañas”. Suponemos que en la definición de la RAE a la expresión “Todo un tipo” han tenido que incorporar su foto. Por cierto, al entrar me pareció pequeño, ¿Cómo es que ahora me da la sensación de delgado para sus más de dos metros de altura?
Así es, simplemente Carlos Soria, ídolo de ese pequeño grupo de gentes entre los 7 y los 80 años, lo cierto es que lo entiendo perfectamente.
