Emociónate drama que refleja las presiones sociales de un contexto regido por los prejuicios machistas y la sublevación femenina al hombre. Asistimos a un buen drama, que en su conjunto no se convierte en algo grande, pero es necesario remarcar que, si es de una calidad valiosa para el cine, por la genialidad de su buena realización pero que es de reseñar la carencia de una complejidad que sorprenda.
Esta película iraní, nos trae un guion muy suculento con gran amplitud de crítica social de una sociedad sumisa por el caos intrínseco en ella; la clase media toma fuerza en este film, con la representación de dos actores que viven como pueden mientras el hombre de la casa trabaja en un instituto a la vez que de actor. Los engranajes de la trama no se muestran en ningún momento ocultos, lo que le lleva a forzar momentos tediosos y soporíferos, que hacen que pierdas el ritmo de lo que ves, aunque magistralmente el director finaliza estos momentos con sorprendentes finales.
A pesar de lo inesperado de lo ocurrido, tarda demasiado en dar giros dramáticos, se recrea en demostrar una y otra vez lo que sienten los personajes, pudiendo introducir nuevos estímulos sin alargar tanto el film, que después de la hora y media cuesta digerir.
Rompiendo una lanza a favor del director, cabe remarcar la simpleza y efectividad de sus diálogos, que haciendo de ellos algo justo, los gestos de los personajes se hacen sutiles a pesar de prolongar las escenas finales.
Desde mi punto vista esta película nos acerca a una sociedad sumisa al caos social, donde todo oscila entre lo oriental y lo occidental; donde dos historias se cruzan perfectamente sin interrupciones, donde los personajes homólogos en la ficción que representan y pareja de hecho en la realidad que afrontan.
Como consejo final a mis lectores, si vuestros gustos se asemejan mínimamente a los míos, no os aconsejo este drama iraní, a pesar de haber sido ganadora de un Oscar a mejor película de habla no inglesa.