‘El gato fantasma’ de Alex Howard

Hay historias que acarician sin necesidad de hacer ruido. El gato fantasma es una de ellas. Alex Howard nos traslada a un Edimburgo de 1902 donde Grimalkin, un gato doméstico, muere en una mañana cualquiera.

Pero su historia no termina ahí. Desde ese momento, su espíritu felino recorre ocho vidas más, atravesando décadas y acontecimientos que marcaron el siglo XX: la guerra, la Luna, los nuevos tiempos… y, sobre todo, la vida humana vista desde una esquina silenciosa.

Lo que podría haber sido una simple fábula se convierte en algo más profundo: un espejo. A través de sus ojos —esos ojos que todo lo observan y nada juzgan— desfilan los gestos cotidianos, los amores fugaces, las pérdidas inevitables. Grimalkin no necesita hablar: su mirada basta para recordarnos que el paso del tiempo no borra lo esencial.

Las páginas del libro se llenan de sus pensamientos en cada época. A veces, una simple farola basta para mostrarnos cuánto cambia el mundo y, a la vez, cuánto permanece. “…la misma farola que Grimalkin había visto encendida ya en la década de 1880, cuando todavía funcionaba con petróleo, y luego en la década de 1910, cuando se alimentaba de gas, y una vez más en 1953, envuelta en guirnaldas de coronación.” Howard convierte esa farola —testigo mudo de las guerras, de las celebraciones y del progreso— en símbolo del paso del tiempo y de la mirada persistente del gato, que observa cómo la humanidad avanza sin dejar de repetir sus gestos.

Howard escribe con una delicadeza casi musical. Su prosa se mueve entre la melancolía y el humor, entre la historia y la ternura. Cada nueva vida del gato tiene su tono, su emoción, su aprendizaje. Hay pasajes que brillan con luz propia pequeños instantes donde la humanidad se revela en toda su fragilidad.

Más allá del argumento, El gato fantasma es un libro sobre la memoria y la compañía. Sobre cómo, incluso cuando creemos estar solos, algo —o alguien— nos observa con cariño desde la sombra. Y es imposible no sentir un nudo en la garganta al cerrar la última página, cuando uno comprende que Grimalkin no es solo un gato: es el tiempo, es la ternura, es esa presencia que queda cuando todo lo demás se ha ido.

Una novela entrañable y luminosa, que habla del amor, la pérdida y la belleza de lo cotidiano con una voz felina tan sabia como reconfortante.

Disponible en librerías a partir del 15 de octubre y más información en rbalibros.com