Lo del colectivo Disobey, hace tiempo que es una realidad aplastante dentro de la escena urbana nacional.
Por mucho que les pese a algunos, la Disobey Army le ha dado la razón al proyecto y desde que en 2024 se viralizara ese ya mítico El Simón de roomtrash6, resultando en el primer componente del colectivo en pegarse, su crecimiento ha dejado de ser una posibilidad, para convertirse en esa realidad aplastante de la que hablaba al principio. Si hasta Pablo Alborán se ha atrevido con su Envidia en el último podcast de GrimeyTV.
Un poco de historia…
El año pasado ya consiguieron llenar la sala 2 de la Razzmatazz con esa primera entrega titulada Disobey Vol.I y su concierto en el Riverland, en boca de los que allí estuvieron, se convirtió en uno de los más celebrados, eufóricos y descerebrados de todas sus ediciones.
Capaces de atraer todo tipo de polémicas y haciendo una recuperación antropológica de lo que fue ese movimiento cultural de mediados de la década pasada derivado del hip-hop y llamado swag, en el que la moda, la creatividad digital y la música iban ligadas de manera inseparable, su estilo auto paródico y referencial, tiene mucho menos de broma de lo que podría parecer.
Sus movimientos están estudiados al mismo nivel que lo están sus personajes, representados en cuatro mc ‘s con diferentes personalidades muy marcadas.
Una táctica claramente derivada de los combos de rap americano y que ellos han optado por seguir a pies juntillas dejando un espacio muy diferenciado entre los estilos de cada uno, tanto a nivel estético como en los flows que cada uno atesora, para poder llevar sus carreras en solitario de manera paralela al colectivo y que todos ellos sean reconocidos rápidamente por esas peculiaridades tan únicas e intransferibles. El ejemplo más claro y reciente de ello lo encontramos en Orilla, el último single extraído de la primera mixtape de 8belial bajo su nuevo alter-ego llamado Mr. Fino.
Un tema junto a Bad Gyal que, en el momento en el que escribo esto, lleva la friolera de siete millones de reproducciones en Spotify y dos millones de visualizaciones en Youtube con tan sólo tres semanas de vida.
Todo una experiencia
Ir a un concierto de Disobey es algo parecido a ir al parque del barrio a esas horas en las que las familias ya se han recogido y dejan paso a las generaciones que todavía no tienen edad para según qué cosas, pero que saben ingeniárselas para montarse sus propias fiestas en lugares públicos.
Ese lugar plagado de chavales que no superan la mayoría de edad y que lo único que quieren es disfrutar, evadirse, drogarse y entregarse al hedonismo de la manera más excesiva y desprejuiciada.
La euforia adolescente se mezcla con el sentimiento de pertenencia a algo único, especial y propio que se representa en esa etapa de la vida como una necesidad ineludible. Pues bien, Disobey son capaces de ofrecer eso a su público y su público le devuelve convertido en pura devoción y emoción por ellos y por sus canciones.
Tengo cuarenta y siete años y llevo desde los dieciséis viendo conciertos, no debería ni aventurarme a decir una cifra porque seguro que me quedo corto, pero podréis hacer un cálculo aproximado cuando digo que no bajo de treinta al año. Pues os puedo garantizar que, ahora mismo, no recuerdo un concierto en la sala Apolo de Barcelona con más intensidad, entrega y pasión por parte del público de lo que vi la pasada noche en el concierto de Disobey.
La sala se movía como un bloque único al más puro estilo ola gigantesca, saltando de principio a fin haciendo retumbar sus cimientos, abriendo la sala en canal para ejecutar los wall-of-death más festivos que hayas visto nunca y organizando unos pogos absolutamente descomunales en los que, por desgracia, las primeras filas se veían afectadas por la falta de aire, el calor humano acumulado y un set-list que llegó a la hora y tres cuadros de duración.
Eso ocasionó algunos semi desmayos durante los cuales el grupo paraba de tocar facilitando la subida al escenario de la persona en cuestión haciéndola pasar al backstage para recuperarse de la bajada de tensión, siendo roomtrash6 uno de los héroes de la noche en ese sentido.
Una presencia impactante en el escenario
La habilidad del colectivo, reforzado a sus espaldas por el grupo de productores que forman parte del mismo, para alternar temas de sus dos volúmenes entregados hasta ahora con las canciones en solitario que tienen cada uno de ellos, siendo de las más celebradas El Simón y Piña Colada de roomtrash6, Swagppenheimer y Crecemos de cybernene, Gigoló Europeo y Antigua Puta Casa Nueva de yyy891, y Vertical Split y Orilla de 8belial, en la que Mr. Fino mandó a paseo a los que le critican por haberse pegado con ese tema, hace que la dinámica del directo sea altamente cambiante, sorpresiva y atractiva. Algo que se agradece sobremanera en un show tan largo y de un colectivo con tantos hits en la manga.
Por supuesto que tampoco faltaron los palos colaborativos que tienen entre ellos y que están fuera de ambos volúmenes, bloque coronado por Bájate Gyal de roomttrash6 con 8belial y Súpergordo de yyy891, cybernene y roomtrash6 durante la que tiraron al público más de una veintena de hamburguesas del Mc Donalds. Huelga decir que los mayores pogos y los gritos más ensordecedores se conjugaron en himnos generacionales como Lollypop, Riri, Diamantes, Fiesta Privada, Disobey Anthem o la final y más esperada Envidia.
El carácter afable, simpático y bromista de todos ellos se ve reflejado en una legión de fans absolutamente correctos, comunicativos y educados, cosa que pude comprobar de primera mano en más de una ocasión durante el concierto, y que, por sorprendente que parezca, se convirtió en la tónica de uno de los conciertos más calurosos, opresivos y excesivos que he visto en mucho tiempo.
Eso sí, tengo que dar un toque de atención a la gente que llevaba en la puerta desde primera hora de la mañana para ocupar las primeras filas de la sala, la de basura desperdigada que dejaron después de estar todo el día bebiendo y comiendo, me hizo sentir mucha vergüenza ajena, aunque, obviamente no fueron todos.
Por suerte, eso no empañará mi recuerdo del épico concierto que ofrecieron Disobey en esa histórica noche de Primavera.
+ Info:
DISOBEY / SALA APOLO / 3 ABRIL 2025