Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Cómo estar largos periodos de tiempo en casa sin suicidarse

Guía de supervivencia extrema

La naturaleza humana ya nos deja bien claro desde el momento en que nos colocó un par de pies al final de las piernas que no estamos hechos para estar quietos. Es algo que nunca se nos ha dado bien, igual que estar callados, entender lo que dice Mario Casas o votar como es debido.

No estamos hechos para estar encerrados entre cuatro paredes ni teniendo mil canales, dos mil millones de libros, conversación familiar repetitiva o un espacio de tiempo infinito para romper vuestro records de masturbaciones en un día.

Pero no sufráis más, porque si hablar con Ortega Lara para saber cómo no se volvió loco del todo en su zulo no está dentro de vuestras posibilidades, aquí me tenéis para daros algunas útiles ideas/consejos/juegos/mierdas varias, y así hacer que el tiempo no pase tan lento en ese lugar que vais a pagar durante el resto de vuestra vida y que os pide más dedicación y dinero que un hijo o una novia más joven que vosotros.

Allá vamos (algunas podréis hacerlas mientras leéis, así que id haciendo estiramientos):

Hacer una maratón de toda la filmografía de Steven Spielberg

Sé que a primeras suena muy bien, y hasta sencillo, pero ya os aseguro que en cuanto veáis cinco películas seguidas os va a pasar una de tres cosas (o todas a la vez): querréis besar a vuestros padres hasta matarlos a babas, odiaréis a los nazis, u os daréis cuenta de que vuestra profesión es una enorme mierda pinchada en una estaca.

Porque otra cosa no, pero las películas del genio de la gorra están llenas de profesiones sin salida, o directamente aburridísimas de estudiar, que desechasteis a la primera sin saber ver que iban a ser el punto de partida de miles de aventuras donde, con mucha suerte, algún chino os ayudará mientras os ligáis a una tía buena tras otra.

Avisados quedáis.

Prácticas sexo como si no hubiera un mañana (porque, literalmente, quizá no lo haya…)

Está tiene una pega, y es que solo pueden hacerla aquellas personas que convivan con su pareja, o en su defecto con un animal de compañía muy cariñoso.

El caso es que no se os va presentar nunca, JAMÁS, una oportunidad tan buena como esta, porque la excusa del dolor de cabeza, o del miedo a pillar algo, o a tener un hijo, o la que se os ocurra, no valen. Ninguna, pensadlo bien, vale. Incluso, poniéndonos pesimistas, si acabáis discutiendo por cualquier chorrada no os va quedar otra que follar cuanto antes para solucionar el problema, porque nadie va a poder salir a buscar tabaco o con el amante.

Así que amigos, follad. Mucho. Incluso, y creo que estas dos palabras nunca se han usado juntas, hacedlo demasiado.

Jugad al parchís siguiendo las reglas establecidas

Esto es más una cosa que pensé el otro día, y es que creo que nadie se sabe las verdaderas reglas del parchís. O al menos no del todo bien o como el creador lo escribió el primer día.

Pensadlo, aprenderéis además de tener una excusa perfecta para poneros a beber como descosidos cuando acabe la partida. Más que nada para que las neuronas vuelvan a su cauce.

Intentad leer algo de la Etxebarría, la Esteban, el Jonqueras o del Rajoy

Esta idea puede ser o masoca, o liberadora, o directamente brillante, porque en cualquiera de los tres casos sacaréis algo en claro y os liberará del tormento de no saber si estos especímenes (por poner solo estos, porque la lista es tan grande como imbéciles en el mundo) saben de verdad escribir o decir algo de utilidad para la raza humana.

Además, imaginemos por un segundo que os gusta algo que ha escrito uno de estos: podréis regodearos en vuestra inmundicia en la soledad de vuestra casa, sin ser juzgado ni señalado, como un buen desecho social orgulloso de no tener más que una neurona en el cerebro adicta a la heroína.

Haceros adictos

Esta se parece mucho a la del sexo, porque con la excusa del encierro podéis dar rienda suelta a ese pequeño demonio que siempre habéis silenciado en vuestra cabeza, que os suplica que bebáis como cosacos, esniféis como maníacos u os atreváis a descargar películas de travelos vietnamitas disfrazados de peluches como si no hubiera un mañana.

Este encierro os puede servir de excusa, la mejor que vais a tener jamás, para descubrir si dentro de esa cabeza hay alguien más interesante o atrevido. Alguien que se bebe una botella de strog de trago, que esnifa cuatro gramos en una noche, o se la pela como un animal viendo a alguien follarse a un perro muerto y encadenado a la cuna de un bebé.

El mundo es para los atrevidos.

Inventar un nuevo estilo musical

Ahora mismo cualquiera con cuerdas vocales puede sacar un disco (incluso hay “artistas” virtuales, por lo que ya tienes algo más que ellos: piel), así que no veo complicado que esta enorme nube de aburrimiento y hastío no surja un nuevo boom musical.

Por ejemplo una mezcla de flamenco y metal (espera… que existen Medina Azahara), o rap y rumba (joder… el reggaetón es una mierda así), o quizá un híbrido entre rock y bachata (aunque… al ritmo que va seguramente Melendi ya lo tienen medio inventado en su estúpida cabeza)…

¿Sabes qué?, mejor invéntate una versión nueva y mejorada de la fregona o el ChupaChups, porque me estoy dando cuenta de que cuanto más se mezclan estilos mayor mierda tenemos que comernos los demás.

Así que olvida este punto…

Bueno, creo que acabaré aquí, porque podría seguir mucho rato más, sobre todo porque me estoy aburriendo bastante en casa (¿escribir artículos te vale como una idea más?), pero lo importante es que no dejéis que la calma os mate, porque seguro que si os ponéis un segundo a pensarlo esto, la reclusión de la que somos víctima, os está dando más de lo que os quita, como tiempo para conoceros, descubrir cosas nuevas, pensar en el futuro, o poneros al día en cosas que siempre dejáis de lado por estar demasiado ocupados.

Como por ejemplo… limpiar el lavabo…

Venga Manu… que tú puedes…