Ocho y media de la tarde de un miércoles cualquiera. Nos dirigimos a la sala Apolo para asistir al concierto de Coheed And Cambria, o lo que es lo mismo, a ver como Claudio Sánchez y los suyos hacen gala de sus extrañas, cósmicas y conceptuales canciones en las que el emo universitario y el metal progresivo colisionan como dos titanes en el espacio exterior produciendo una de las mezclas texturizadas más atractivas de los últimos 25 años. Hubo más bandas en esa línea a principios de los 2000, Atreyu quizás fueron los más cercanos, pero nadie ha conseguido mantener el tipo como ellos.
Para los que los seguimos desde sus inicios, principios de los 2000, a estas alturas de la película no nos queda otra que ponerlos en un altar. Incluso esa vez que quisieron hacer un disco de pop-rock al uso con canciones más convencionales y encaradas a buscar algo más de radiación, The Color Before The Sun (2015, Everything Evil Records), no tuvimos nada que objetar. La capacidad de Claudio para ofrecer una visión global de su saga cósmica expandida a lo largo de los años en la mayoría de sus discos (y cómics), no queda reñida con su habilidad innata para crear hits coreables aderezados con una épica y una técnica impecables.
Pues bien, eso es lo que son capaces de producir en un estudio, como se suele decir, una rara-avis única en su especie. Yo soy del parecer de que lo ideal en sus directos sería reproducir el nuevo disco en su totalidad y en el orden especificado, pero entiendo que, para ellos y para el público, alternar los hits de sus discos más emblemáticos con un setlist actualizado, es lo más equilibrado para todos.
Mientras que los accesos a su nuevo disco, Vaxis – Act III: The Father Of Make Believe (2025, Virgin Music), fueron los más numerosos, sonando Blind Side Sonny, Goodbye-Sunshine, Searching For Tomorrow, dos de las partes de The Continuum (The Flood y Tethered Together) y la preciosa Corner My Confidence en un destello acústico e íntimo de Claudio solo en el escenario, los más celebrados, como no podía ser de otra manera, fueron Everything Evil del Turbine (2002), A favour House Atlantic, Blood Red Summer y In Keeping Secrets Of Silent Earth: 3 del Keeping Secrets (2003) y por supuesto, The Suffering y Welcome Home del Apolo IV (2005). Un repertorio que sea alargó hasta la hora y media de show y en que también cayeron dos del anterior Window (2022) y una del Descension (2012).
Todo su repertorio está plagado de coros intensos y gritables, solos extrasensoriales y canciones de patrones galácticos, llevándote en la mayoría de los casos a la catarsis más apoteósica. Pero la pegada que tienen sus temas más clásicos y solicitados, no la han llegado a replicar jamás con ninguno de sus discos actuales. Y no lo digo como algo malo, el factor nostalgia resuena muy fuerte cuando hablamos de su trilogía inicial, pero está claro que el nivel de calidad y regularidad que han mantenido a lo largo de sus 25 años de historia, no está al alcance de muchos.
Ahora que ya llevan 25 años de carrera y sus discos son tan conceptuales y concretos, creo que ha llegado ese momento en el que Claudio debería empezar a regalar a sus fans conciertos dedicados exclusivamente a discos tocados en su totalidad y en orden. Hay varios de ellos que lo exigen, siendo el Keeping Secrets, el Apollo IV y el No World For Tomorrow, del que desgraciadamente no tocaron ni una, los más necesarios.