Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

‘Chernobyl’: la moralidad por encima de la lógica

La pasada semana me enteré de una noticia que hizo que mi fe por la humanidad (si es que tengo alguna a estas alturas) se viera más perjudicada todavía.

Y no, esto no va de ningún tema político, sino de algo de verdad importante relacionado con lo que necesitamos salvar, al parecer, urgentemente: la cultura.

Al parecer, y debido al gran éxito que ha tenido la serie Chernobyl, los cerebros más experimentados de este pequeño planeta que habitamos decidieron que era el momento perfecto para sacar sus garras y dientes, afilados al máximo, para luchar contra las injusticias sociales, y apuntar contra algo que esta gran serie no tenía: personas negras en su reparto. Porque para la periodista inglesa que se ofendió estaba muy claro, cristalino, que el hecho de que en una serie histórica en la que se recrean hechos reales no hubiera nadie de raza negra era algo malo, porque si no habían puesto actores rusos para los papeles protagonistas (cosa que el creador de la serie ya explico con lucidez, y que con buscar en Google podréis encontrar la entrevista en pocos segundos), ¿por qué no poner alguno negro, por eso de la diversidad y demás cosas importantes para el buen funcionamiento del mundo?

Vamos, ¡menuda injusticia!

Por descontado fue la diana de burlas, zascasantológicos y muchos comentarios donde la supuesta cruzada quedaba a la altura del betún.

Y es que como esta mujer hay muchos, muchísimos, que no saben entender algo tan importante como que colocar por un motivo moral (de dudosa nobleza. Ahora mismo iré a ello) a un actor de cualquier raza con calzador, sin un motivo argumental o de necesidad histórica, es la manera más patética de prostituir a ese colectivo, de usarlo para fines que en nada van a ayudar a su “necesaria” integración. Lo más divertido es que, me atrevo a decir, esto lo saben todos ellos, sobre todo porque a la mayoría les importa una puta mierda ayudar a nadie más que a ellos mismos, que son los que reciben subvenciones o palmaditas en la espalda por sus ideas utópicas para un mundo mejor y más justo. Además, que coño, ya se les ve el plumero, y cada vez huele más a falsa colocación de medallas al mérito social que a verdaderos luchadores por la igualdad y la justicia.

Gilipollas ha habido siempre, el problema es que los de ahora ya ni se ocultan porque creen que vamos a aplaudirles como a focas cuando saquen uno de sus panfletos. Y eso ya se acabó.

Los ejemplos de estas maniobras que en nada ayudan a la cultura empiezan a acumularse sobre la mesa, y no solamente en series históricas que, como su nombre indica, deberían ser intocables en estos temas, sino en las basadas/inspiradas en, que son en las que por un motivo tan estúpido como que todo el mundo esté contento, y así vender algunos cientos más de entradas o subscripciones, se llega a extremos de hacer negros a personajes que siempre han sido blancos (todo el mundo recuerda a la Antorcha Humana de esa basura de última versión de Los Cuatro Fantásticos, por poner un ejemplo), y encima pretenden que los que sabemos un poquito más que la mayoría del tema nos estemos callados y les digamos que ha sido una buena idea. Y una mierda. Porque, si lo pensamos por un momento fríamente, este tipo de ejercicios se acercan más a cuando en las películas de terror de los noventa colocaban, por cojones, a la típica actriz rubia tetuda, que era SIEMPRE de las primeras en morir, casi a la vez incluso que el ÚNICO personaje también negro o mulato del casting. Es el mismo uso, la misma mentalidad, la de colocarlo ahí simplemente porque hay que ponerlo, sin que sirva para nada en realidad, y solo sirve, al final, para que el espectador se sienta más listo al saber el verdadero motivo de su integración: que es un cliché. Lo que es casi como decir que es un chiste con patas.

Respeto histórico

Los personajes deberían ser de una raza u otra, de una ideología religiosa o inclinación sexual, solamente por exigencias de la historia, y no movidos por el afán de contentar a esa minoría ruidosa y tonta que se dedica a pedir este tipo de integración como una religión, sin buscar su mejoría, ya que luego son los que ni siquiera consumen lo que piden con tanta efusividad. Porque si lo haces solo porque debes, se notará y, bueno, quizá consigas algunas decenas o centenas de consumidores, pero me temo mucho que tu honestidad y arte quedará tocada de por vida y, peor aún, censurada por la única persona que no debería tacharte nada: tú mismo.

Sé que hablar de uno mismo sobre temas de este tipo es casi como hacerse una paja delante de un espejo, pero creo que poner como ejemplo una de mis novelas será más sencillo que nombrar a alguien que lo haya hecho también (los cuales si me los decís estaré encantado de conocerlos si no es ya el caso), así que voy a por ello.

En ETERNO (que publiqué con Apache Libros), que escribí cuando tenía, creo, apenas 25 años (es decir, en un lejano, y libre de anormales moralistas, año 2007), la historia me pidió de un modo muy claro dos personajes muy importantes: la novia del protagonista, y (no es un spoiler porque sale a las 40 páginas más o menos) su amante lesbiana que, además, la hice ciega y psicóloga (es decir, triunfadora en tantos aspectos que es digna de admiración). ¿Y dónde está el motivo de colocar a una pareja de lesbianas, una de ellas con estudios superiores y poseedora de una minusvalía, en mi novela? Pues simple y llanamente por dos razones: porque la ceguera de Clara (pelirroja para más señas) era algo primordial para la trama, tanto por situaciones de tensión como cómicas; y que el hecho de que la novia del protagonista le hubiese engañado con otra mujer, debido al momento en que me encontraba cuando la escribí, era algo intocable y que iba a ayudarme a decir lo que necesitaba. Por lo que cualquiera que lea la novela podrá notar como estos dos factores no son algo que haya puesto obligado o animado por el miedo (ja ja ja) que le tengo a esos colectivos que buscan la igualdad solo para sus fines, sino porque era necesario, importante y útil en la trama. Igual que, por ejemplo, en Misery la secuestradora es una mujer, en las novelas de Bukowski el protagonista un hombre, o en la sobrevalorada película Get Me Out el protagonista negro, porque si fuera de otro modo, si alguien quisiera cambiarlo sería necesario reescribir toda la puta trama, consiguiendo que la historia en realidad fuera otra y el mensaje, por desgracia, algo del todo artificial.

Vivimos en una sociedad donde es más importante que nadie se ofenda que la veracidad histórica, la necesidad en la trama, o la personalidad del protagonista, y eso hace que seamos incapaces de disfrutar de lo que de verdad nos están contando. Porque, como yo lo veo, es igual de estúpido pedir negros en Chernobyl que blancos en los campos de algodón en 12 Años de Esclavitud. Es algo que no solamente se sale de la lógica dentro de la historia, sino que destruiría por completo la atmosfera y nos obligaría a preguntarnos en todo momento: ¿qué cojones hace ese tipo ahí?, convirtiendo en cada segundo del film/serie en un chiste que la colocaría a la altura de El Ataque De Los Tomates Asesinos.

¿No preferís una historia bien contada, con sus supuestas injusticias, que algo tan amoldado a la moral censora que trata de devorarlo todo?

Ahora, como ejercicio final, vuelve a ponerte la trilogía de Blade y coloca la cara de Bradley Cooper en el papel protagonista. Y después hablamos.