«Breaking Bad: El camino», el final más esperado

The Road so Far, y no, no es Supernatural. Unos seis años han pasado desde que Vince Gilligan nos regalara uno de los mejores shows televisivos de toda la historia, unos once desde que iniciara las andanzas de aquel agónico profesor de química que, con la excusa de dejarle algo a su familia, inicio un camino hacia los infiernos en el que le usurparía el trono hasta al mismísimo Diablo. Su camino terminó, pero ¿qué ocurrió con Jessie? Netflix nos da la oportunidad de seguir un rato más en ese camino, para ver si el Ying de Breaking Bad, tuvo un final aceptable.

Decir que Breaking Bad es una buena serie es un hecho, no es una opinión. Vince Gilligan hizo algo brutal, que te puede gustar más o menos, pero que desborda calidad por todos los sentidos.

Nos sumerge en una historia en el que el bien y el mal pasan a ser maletas, y se cambian por los pasajeros a medida que los personajes descubren que sus arcos evolutivos se inician con ambiciones que ellos mismos ocultaban entre el equipaje, tan bien escondidos que ni ellos mismos eran conscientes de que existían.

Walter White es el protagonista, pero no el absoluto. El personaje interpretado magistralmente por Bryan Cranston, y que tantísimas frases célebres nos dejó a lo largo de su recorrido, empieza como una persona afable, tímida y asustadiza, que al introducirse en el mundo del narcotráfico descubre en sí mismo una faceta oscura, perversa y que disfruta del poder que su intelecto le brinda.

No hay situación de la que no pueda salir indemne, y no le importa pasar por los cadáveres de quien sea para demostrar a todo el mundo, que el es Heisenberg, un ideal de poder intocable. Pero, como he dicho, no es el absoluto.

El otro protagonista tiene la misma curva a la inversa. Jessie Pickman es un “flipao” de barrio. Un camello de tres al cuarto con ínfulas de gánster que al recorrer el mismo camino que Walter, descubre la aprensión de un mundo oscuro e inflexible que le aterroriza.

La serie termina, y siempre, es el “bueno” de Jessie quien se lleva la peor parte. El pobre chico debería tener un maquillador exclusivo solo para él, debido a la cantidad de veces que ha de mostrar su rostro desfigurado por las palizas en pantalla… y no solo hablo de las leches físicas.

Hay capítulos que aún me ponen la carne de gallina, como cuando va a recuperar la droga robada a una casa de yonkis y se encuentra al hijo de estos, la muerte de la única persona que ha amado, o todo el arco final, encarcelado durante meses por unos violentos fanáticos que asesinan a sangre fría a su actual pareja solo para demostrarle a Jessie que no importa lo que haga, él es su prisionero.

¿Recordáis el final de la serie?

Walter acaba con los fanáticos y Jessie consigue una pistola y le apunta con ella. «Dispárame», dice Walter, y Jessie le pregunta «¿Eso es lo que quieres? Pues hágalo usted mismo», indicando que no volvería a dejarse manipular por su mentor. Luego coge un coche, llorando de felicidad, y escapa, libre al fin. Nunca más supimos de él.

Recuerdo que por entonces Vince Gilligan quería abierto su final. Para él, Jessie era un personaje muy querido, y se debatía en si darle un final cerrado, o dejarlo al aire.

Sabiendo que ningún personaje iba a acabar bien, prefirió que cada uno cerrara en su corazón un pensamiento parcial a sus intereses, y deseara a Pickman el final que cada uno quisiera darle.

Ahora, en 2019, Vince Gilligan demuestra su amor por el personaje de Jessie, y nos trae El Camino, la última frontera, el último capítulo y la historia que nunca contó sobre Jessie Pickman, y tras verlo me pregunto ¿Está a la altura de la serie? Desde luego.

El Camino continúa la historia de Breaking Bad de la mano de Jessie Pickman (como siempre, magistral Aaron Paul) justo donde la dejó. Escapando en aquel coche en sollozos de felicidad, y durante dos horas, hacen del autentico final de la serie.

Creo que tras toda mi parrafada deja claro que DEBES ver BREAKING BAD si estás interesado en la película (y si no, también).

La película se llama así porque así se ha mostrado, pero bien podría haber sido el capítulo final que regalé el colofón a la trama, y que nos cierre un poco más el final de uno de los protagonistas.

Ya no solo es que él que ose iniciar la cinta sin ver la serie no se va a enterar de un carajo, es que se pierde ese recorrido entre pecho y espalda que le ayude a uno digerir como es debido lo que se nos muestra.

Un cierre perfecto sin spoilers

Técnicamente es un capítulo más, pero con el doble de presupuesto. Mantiene esa fotografía preciosista en lo mundano, que encuentra belleza incluso en lo feo, y con planos estáticos que desarrollan el discurso a un ritmo que en absoluto se siente torpe, al contrario, incluso aprovechando “faltas ortográficas” audiovisuales como pueden ser los saltos de eje para provocar una respuesta en el espectador, ayudando al suspense, al agobio, o a la empatía catártica que requiere el protagonista tras todo lo que ha vivido.

Tenemos a actores que vuelven, otros que se mantienen, y miles de guiños a la serie.

Sin spoilers. ¿Merece la pena este capítulo final? Aquí es donde yo puedo hacer un pequeño zigzag emocional, pues la película acota al recorrido de Pickman, pero no aporta nada nuevo a la totalidad de la serie.

He disfrutado las dos horas como un niño chico con una pistola que dispara Tiranosaurios Rex, pero cuando termina uno no puede evitar pensar que esta termina un poco como empezó, y que alarga más que enriquece el desarrollo total del argumento.

Es una buena película, pero tiene más de fanservice hacia la serie de la que nace, que como punto final para un argumento que bien podría quedarse con el último capítulo de donde proviene.