Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Dinero

Una de las cosas que poco a poco se están implantando en la mentalidad global y que, a mi parecer, me parece una de las mayores causas de que seamos una gran mierda como sociedad, es que lo primero y lo más importante que has de tener en la vida, y en cantidad industriales, es el dinero.

Y ya. Sin más. Con dinero serás feliz y ya está. Deja de pensar, de buscar, de ser. Consigue mucho dinero y VIVE.

No seré hipócrita diciendo que el dinero, por desgracia, no es importante en nuestras vidas. Para nada. Por el modo en que todo, de nuevo por desgracia, funciona, el dinero es algo sin lo que no podemos vivir, o sí podemos aunque de un modo mucho menos cómodo o libre. “Libre”, mejor dicho.

Todos los que dicen que el dinero no importa o que no es lo primero y blablabla son los mismos que cuando les pides prestado algo o le preguntas cuánto dinero tiene responden no y eso no es asunto tuyo, así que esta subespecie de personas que se han colocado como moralmente superiores a los demás no los voy a tener en cuenta ni hablaré de ellos.

Fuera.

Adiós.

El dinero como el bien fundamental

De los que estoy hablando son esos que hacen lo que sea, literalmente lo que sea, con tal de tener más y más y más dinero, y que además la gran mayoría de las veces para conseguirlo cometen actos de dudosa legalidad, o directamente ilegales, voluntariamente y conscientes del hecho en sí.

No es que hayan ganado la lotería o a base de esfuerzo su empresa haya crecido hasta poder vivir holgadamente, esos, de nuevo, son un tema aparte y que merecen un aplauso en el segundo ejemplo y una gran envidia en el primero.

Estoy señalando a los que creen que todo vale con tal de tener dinero porque, sin él, no eres absolutamente nada. Y esa mentalidad, esa misma, es la que se está extendiendo entre la masa, el pesebre de borregos adictos a la televisión, y está convirtiéndonos en una sociedad que cree que si no estás forrado eres un puto pringado.

El raciocinio humano es algo, por todos sabido, muy escaso y seco, algo parecido a un desierto que cree que toda su belleza está concentrada en un simple oasis sin el cual no hay manera de aguantar lo demás. Error.

Enorme error, porque hasta en la más pequeña de las dunas puedes encontrar el más grande de los pozos petrolíferos. Pero debido a esta absurda “verdad” que no dejan de escupirnos a la cara muchos, algunos basan su vida en amasar dinero y más dinero en la más completa soledad o, los menos afortunados, rodeados de “amigos” y “amantes” y “más amigos” que buscan solo un poco de calderilla o robarles el puesto.

Y esos líderes, esos ricos, esos que han sacrificado voluntariamente su humildad, honor, verdad, su alma o incluso sus principios con tal de tener todo el dinero del mundo, encima se creen que son lo mejor de lo mejor. Los putos amos. Los que merecen el mayor de los aplausos.

Error.

No son más que pobres con dinero, que carcasas vacías cubiertas de mármol bañado en oro, y se han engañado con tanta firmeza que podrían compararse a los mismos que van de putas y cuando se les acerca alguna encima se creen que es por su belleza y no porque sea su trabajo. Esa ceguera, esa falta de comprensión por el entrono y lo que hay más allá de lo que creen, es su único y verdadero Dios. Es lo que les hace sonreír y creerse mejores que tú y que yo.

Estamos rodeados, y gobernados, por personas que anteponen el dinero a todo lo demás, que creen que poseyéndolo tendrá a su alcance el poder absoluto; y por culpa de muchos, sí, lo tienen.

¿Cuánto vale tu alma, tus principios, tu libertad, tu felicidad, ese poder levantarse por la mañana en paz con uno mismo?

Los que ponen un número detrás de esta pregunta, por desgracia, están gobernando el mundo. Y vosotros ahí, callados, llamándome a mí y los que opinan como yo “locos”.

Pena… mucha pena.