Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Libros de autoayuda para aprender a vivir

Hay veces en las que hablar con los compañeros de trabajo durante la hora de la comida es un puto coñazo, sobre todo porque la mayoría de las veces les da por hablar de… TRABAJO, cosa que siempre he visto como estar preso y que en los diez minutos para salir a fumar te pases todo el rato hablando de follar culos en la ducha. No tiene sentido, como todo lo que significa tener amigos en el trabajo (colegas sí, amigos JAMÁS).

Pero, por supuesto, hay conversaciones aún peores en las que acabas deseando haber sacado un tema en el que tus tareas pendientes sean las protagonistas.

Como la frase de hace unos días, que fue:

[título de libro de autoayuda random] me está abriendo los ojos. No sentía algo así desde Hippy de Paulo Coelho.

Bien… teniendo en cuenta primero el detalle de que ni esta persona tomaba los libros del brasileño más plasta del mundo como novelas (algo lógico en realidad), en lo que quería centrarme hoy, y que no le dije en persona porque no me apeteció tener una conversación sin salida con alguien que lee basura sin la que no se levantaría por las mañanas con ganas de vivir, es en la extraña necesidad que tiene la gente hoy en día de que les digan paso a paso qué hacer para ser felices tratando de esquivar los golpes y el dolor que, en definitiva, nos acaba convirtiendo en lo que somos.

Porque, sinceramente: ¿quién en su sano juicio no querría ser feliz dentro de una burbuja?

No me considero alguien pesimista, igual que tampoco soy la alegría de la huerta ni trato de verle lo bueno a todo lo que nos pasa, pero sí tengo claro que la vida hay que vivirla con nuestros propios pasos, tratando de encontrar nuestro supuesto lugar en el mundo sin ningún atajo o mediante ayuda externa, porque solamente de ese modo podremos llegar a ser útiles no para el mundo (que le jodan al mundo), sino para nosotros mismos y aquellos pocos locos que escojamos tener a nuestro lado y por los que haríamos lo que fuera.

Y el mayor problema de esta sociedad, la que encontró en El Secreto y todo este tipo de libros engañosos y que no dan más que soluciones absurdas para poder escapar de nuestros propios problemas, es que ha crecido creyendo que si gritan que hacen la cosas (según ellos) correctas o luchan por lo que “quieren” de una forma errónea y sin hacer verdaderos méritos, y cuando se encuentren con un problema de verdad, de los que solo saldrás con la experiencia y la sabiduría que te da el haber vivido mil desgracias antes, chocan contra el muro y, mientras lloran, le echan la culpa a los demás sin hacer autocrítica o aprender una puta mierda.

De ahí salen todos los niños de papá sin cicatrices ni verdaderos ideales, de esta basura de sistema han nacido los que se creen con derecho de culpar a los otros de sus problemas usando razonamientos sin fundamento y panfletos arrojadizos.

Y encima, y adrede algunas élites, les alimentan para usarlos como lanza contra sus egoístas metas mientras los empujan con el mayor escudo de todos por delante: la mentira dicha mil veces y creída por sus lacayos.

Creo que los libros de autoayuda, los discursos motivacionales y demás pamplinas (que no entran ni por asomo en la categoría donde están las charlas de intelectuales que razonan y dan ejemplos a partir de sabiduría real y vivencias pasadas), han logrado su objetivo de crear un mundo lleno de ovejas que suenan igual, luchan igual, y acaban siguiendo al de delante aunque acaben en un agujero mientras gastan su dinero en placebos que les tienen sonriendo como momias sin cerebro.

Como marionetas que se bailan al son de un radiocasete donde salen las peores baladas de los ColdPlay más pastelosos.

¿Quién quiere ser un individuo independiente y libre pudiendo vivir dentro de un rebaño bien acolchado y con olor a meados ajenos?