Shadow le da oscuridad al erizo azul, pero el guion sigue atrapado en un loop infinito
Sonic vuelve al cine, y lo hace con más caos, más velocidad y más guiños a los fans que todavía tienen sus cartuchos de Sonic & Knuckles guardados como si fueran reliquias. Sonic 3: La película es un intento frenético de complacer a todos: a los nostálgicos, a los niños que solo conocen a Sonic por el Fortnite y a los críticos que aún no han entendido qué demonios hace Jim Carrey en este desmadre.
Siendo sinceros, esta entrega no corre, vuela. Y lo hace mientras grita “¡Sígueme si puedes!” a una audiencia que, entre explosiones y chistes, no tiene tiempo ni de respirar. ¿Es eso bueno? Depende. Si vienes buscando profundidad o algo que no suene a refrito, igual acabas mareado. Si vienes por Shadow y Carrey, ponte cómodo. Esto es tu zona de confort.
La trama: un caos esmeralda con extra de traumas familiares
Vamos a los hechos: Sonic, tras sus aventuras anteriores, decide que salvar el mundo dos veces no es suficiente y se lanza a una tercera vuelta, esta vez enfrentándose a Shadow, el erizo más emo que hemos visto desde 2001. Shadow no solo corre rápido, sino que tiene más bagaje emocional que toda la saga de Final Fantasy. Su historia de creación como Ultimate Lifeform (sí, así le llaman) es el tipo de drama que podría llenar un fanfiction.net entero.
Por si esto no fuera suficiente, meten al abuelo del Dr. Robotnik, Gerald, en el lío. Y no te preocupes si no sabías que Robotnik tenía un abuelo, porque ni él parece saberlo. Gerald añade el típico “toque humano” al villano, con más traumas y experimentos genéticos de los que una película de Sonic debería soportar. Pero eh, el mundo está en juego otra vez, y ya sabes lo que eso significa: anillos dorados por todas partes, carreras imposibles y explosiones a lo Michael Bay.
Shadow: el emo definitivo que le roba el foco a Sonic
Si Sonic es el tipo que te hace reír en una fiesta, Shadow es el que se queda en la esquina escribiendo poesía sobre el dolor de existir. Este erizo negro (y rojo, porque el drama siempre necesita un toque de color) entra a la franquicia como un misil teledirigido, lleno de actitud, misterio y una voz de Keanu Reeves que podría convencerte de cualquier cosa, incluso de que esta película tiene sentido.
Shadow no solo es cool, es trágico. Su historia de origen lo pone en conflicto con todos, incluido él mismo, y aunque sus motivaciones a veces parecen escritas en una servilleta, no puedes evitar empatizar con él. Es el tipo de personaje que hace que Sonic parezca un niño hiperactivo que nunca ha tenido un mal día en su vida.
Cada escena en la que aparece Shadow te deja pensando: “¿Por qué no hicieron una película solo de él?”. Y honestamente, viendo cómo maneja el caos, puede que sea la mejor idea para el futuro de esta franquicia.
Jim Carrey: el único capaz de hacer que un abuelo loco funcione
Jim Carrey no está actuando, está de vacaciones pagadas en su propio show de comedia. Como el Dr. Robotnik, sigue siendo la chispa que enciende todo el desmadre. Pero en esta película le han dado un segundo papel como Gerald, el abuelo del villano. Sí, porque cuando no sabes cómo darle más importancia a Jim Carrey, lo duplicas.
El abuelo Gerald es básicamente Robotnik con una peluca y unas frases serias, pero Carrey se las apaña para hacerlo memorable. Sus escenas son un caos controlado, como un spin dash que no sabes si acabará golpeando al enemigo o estrellándose contra una pared. Sin él, esta película sería como jugar Sonic Spinball: un desastre divertido, pero un desastre al fin y al cabo.
Los humanos: el equivalente a caer en un foso lleno de púas
Tom y Maddie, los humanos “protagonistas” (muchas comillas aquí) de las películas anteriores, siguen apareciendo porque alguien pensó que Sonic necesitaba amigos humanos para ser más relatable. Spoiler: no los necesita. Sus escenas son tan irrelevantes que parece que están ahí para rellenar los tiempos de carga entre una pelea y otra.
Cada vez que aparecen, es como si la película pisara un freno inexistente. ¿Quién quiere ver a un humano hablando de la vida cuando tienes a Sonic corriendo por paredes y a Shadow lanzando Chaos Control como si fuera un pase VIP al apocalipsis?
Acción y humor: un turbo que no siempre sabe frenar
La acción en Sonic 3 es como un nivel de Chemical Plant Zone: rápida, frenética y, a veces, demasiado para procesar. Las carreras y explosiones están diseñadas para mantenerte al borde del asiento, pero también para que no te detengas a pensar demasiado en los agujeros del guion. Es divertido, sí, pero también agotador.
El humor, por otro lado, es un poco más irregular. Hay momentos genuinamente graciosos, como los chistes de Jim Carrey o los enfrentamientos entre Sonic y Shadow, pero también hay otros que parecen salidos de un mal episodio de dibujos animados del sábado por la mañana.
Fanservice: un festival para los adictos al turbo
Si creciste jugando a los videojuegos de Sonic, prepárate para un subidón de nostalgia. La película está llena de referencias que harán que grites “¡Eso lo recuerdo!” cada cinco minutos. Desde los anillos hasta los Chaos Emeralds, pasando por los movimientos icónicos como el homing attack o el light speed dash, todo está aquí.
El problema es que, para alguien que no tiene ni idea de qué va la franquicia, estas referencias pueden parecer gratuitas. Como si hubieran activado un código de trucos para meter todo lo posible sin pensar en si tenía sentido.
¿Merece la pena?
Sonic 3: La película es como un nivel final de Sonic The Hedgehog: espectacular, caótico y, a veces, frustrante. Tiene sus momentos brillantes, especialmente gracias a Shadow y Jim Carrey, pero también tiene sus caídas, como los humanos irrelevantes y una trama que no sabe si quiere ser épica o simplemente entretenida.
Si eres fan de Sonic, esta película es un checkpoint que te hará sonreír. Si no lo eres, puede que salgas del cine preguntándote por qué todo iba tan rápido. Pero, al final, eso es Sonic: un erizo que corre más rápido de lo que puedes seguir y que, aunque se tropiece, siempre encuentra una forma de seguir adelante. ¿Vale los anillos? Sí. ¿Los vale todos? Depende de lo mucho que ames el sonido de un ring cayendo al suelo.