La amenaza fantasma
Iván Fernández
Desde el año pasado estamos observando la cantidad de nidos de oruga procesionaria que, cual árbol de navidad, adornan los pinos de la sierra de Madrid. Esas orugas, conocidas como las intocables, que bien organizaditas se pasean en fila dando una impresión dócil e incluso bonita. Pero de dóciles no tienen nada.

El ciclo de esta procesionaria “Thaumetopoea Pityocampa” es bastante curioso: las orugas tienen un comportamiento social, pasarán el resto de su vida con sus hermanas de puesta. Estas desarrollarán toda su vida larvaria sobre el mismo árbol, y solo lo abandonarán para hacer la procesión o bien para buscar un pino contiguo si han agotado la totalidad de las acículas del pino donde nacieron. Esto debe ser lo que está pasando en el cerro por que como se puede ver en las fotos, no quedan acículas ninguna.

Cuando llega el invierno, construyen unos nidos más grandes y resistentes para protegerse, en ellos pasan el día y salen a alimentarse por la tarde. Se alimentan durante un mes, normalmente entre febrero y abril. A continuación, descienden al suelo y vuelven a montar la procesión, para una vez encontrado el sitio adecuado, enterrarse para culminar su vida larvaria y convertirse en crisálida. Su vida como mariposa es muy corta, durando de uno a dos días, y es aquí cuando funcionan a la perfección las bolsas de feromona, atrapando a los machos que identifican las feromonas de la hembra y caen en la trampa.
Lo que es curioso, es el motivo por el cual van en procesión, y es que se protegen de los pájaros, los cuales se comen sus cabezas y así se van protegiendo unas con otras. Aquí es donde se dice eso de que “la naturaleza es sabia”.
Pues eso, después de ver lo que he visto por toda España, este monte en la sierra de Madrid, Moralzarzal, de donde muestro todas las fotos es, sin dudarlo el que peor esta, y creo que debemos hacer algo al respecto. Sin duda es algo natural, forma parte de nuestro ecosistema, vale, pero como no se consiga controlar esta “Amenaza Fantasma”, al final será tarde. Los pinos son parte de nuestra vida, tan importante como el aire que respiramos, aparte de generarlo.
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