El Imitador: Canta conmigo y que le den a la nieve

Algún premio tiene que tener palear tanta nieve estos días, ¿verdad? Déjate los crampones y los bastones de esquí en casa y date el gusto de escuchar -y tararear- todas las músicas de tu adolescencia y juventud sin que tus hijos se avergüencen de ti. La escarcha se rendirá con tu karaoke porque, en #Madrid, #LaCulturaEsSegura

por Rosa Panadero

Gracias a Julián Fontalvo y al fashion remake de las camisetas con hombreras de esponja que vivimos estos días, poco falta para trasladarte a los ochenta y noventa sin pestañear cuando entras a disfrutar de El Imitador”. 

Un auténtico lujo sibarita en el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío , donde el patio de butacas aloja una cuadrícula de mesas y sillas, con distancia de seguridad, para un catering de bebidas justo antes de iniciarse la función.

Y, además, como llevas la mascarilla, puedes jalear todos los estribillos que te sepas, que seguramente serán muchos de las setenta canciones en las que te recrearás.

Y mira que, si los monólogos son difíciles de ejecutar, si le añades los giros musicales con la garganta, el espectáculo es indescriptible.

En esa agilidad para cambiar de registro estriba la magia interpretativa de Fontalvo, que igual te arranca unos pasos de salsa desde tu silla al son carnavalero de Celia Cruz, que apela a tu nostalgia en algún lugar de un gran país con DuncanDhu.

Más que difícil es darle la vuelta a la tortilla y pasar por Amy Winehouse, la mejor contralto de la historia, para narrar el hilo de una historia de amor y desamor.

En ese viaje personal que cada espectador hace, la pieza dirigida por Jesús García invita a interactuar de forma activa.

Las neuronas se ponen a trabajar en cuanto los acordes de tal o cual canción sacan las coletillas vocales de tu baúl de los recuerdos. Incluso si se trata de Hombres G.

Reconócelo, estamos locos o qué. Si eres más camaleónico que David Bowie también tendrás tu minuto de gloria. Si te va más un perfil de tenor lírico a lo Andrea Bocelli, suéltate la melena.

Y para melenas estamos, que también oirás a Tina Turner y te creerás que es ella. Dale unos golpes de batería a lo Jim Collins y rasguea la guitarra con Sting: al volver a casa sacarás la orquesta del trastero. No va a caer más nieve por eso.

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