Vivir de los mitos por Manuel Gris

Se acaban de celebrar los cuarenta años del fallecimiento de Elvis Presley y como ya es tradición se ha publicado un recopilatorio de sus mejores éxitos. Uno más de los cientos publicados anteriormente. Recopilaciones, homenajes o derechos de autor son utilizados por empresas y herederos para seguir sangrando a la gallina de los huevos de oro, aunque esta haya desparecido hace años. El abuso que presenciamos alrededor de la figura de grandes mitos es el objetivo del artículo de Manuel Gris ¡Imprescindible!

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Manuel Gris

Hay mucha gente que prefiere vivir del pasado, de lo que ya significó algo, de lo mil veces admirado y querido, antes que mirar hacia adelante y tratar de enfrentarse al mundo y a sus propias limitaciones. Hay varios ejemplos (aunque me centraré solo en uno más adelante); desde los pintores que mal copian estilos de maestros y después hablan de “inspiración”, pasando por todos los músicos que como ladillas crean grupos tributo en lugar de hacer canciones propias, sin olvidar a los escritores que, al leerlos, parece que estés delante del libro de algún autor famoso (en este caso hay más vivos que muertos en la ecuación) en horas bajas y seguramente con las dos manos cortadas y escribiendo con la nariz y hasta el culo de drogas alucinógenas.

En este mundo hay poco sitio para lo nuevo, lo auténtico, lo real y lo que de verdad hace que la libertad tenga sentido y continúe existiendo, porque es más sencillo sacar un recopilatorio de algún cantante estrella muerto y esperar, quizá no mucho, a que todos los fans descerebrados compren ese “nuevo” material, lo disfruten un segundo y, con suerte, en una semana recuerden donde lo han dejado caer.

Hace un mes y poco sacaron un nuevo y “único” (me da que voy a gastar las comillas en este artículo) recopilatorio de una de las gallinas que más le gusta a la gente exprimir: El Rey Elvis Presley. Reconozco que en la infancia escuchaba en casa más a Janis Joplin, los Beatles, Jimmy Hendrix, Kris Kristofferson o a los Rolling Stones, pero Elvis es una figura tan única y su mito y sombra tan brutalmente grande, que es imposible no saber al menos un par de cosas de él, pero reconozcámoslo: el postureo mola (¿he oído camisetas de los RAMONES?). Igual que ahora, con todos los músicos famosos que han muerto, afloran los farsantes que, de un día para otro, se consideran fanáticos de ellos con solo una canción o dos en la memoria y que, seguro, no sabrían ni decir en que disco está publicada, los recopilatorios de este tipo sirven a los charlatanes y listillos como excusa para dárselas de entendidos y tratar de ser aceptados por la piara a la que necesita entrar como un mosquito ansía chuparnos la sangre. Pero, por suerte, se gastan su dinero y, muy rápido, son detectados y tachados, el problema es que ese dinero ya ha cambiado de manos, y por desgracia les grita con mucha fuerza en el oído a los magnates de la industria musical algo que siempre han tenido presente pero, para seguir con el plan, necesitan oír: la gente compra por aparentar, solo porque creen que si no tienen en casa esa colección “indispensable” son menos o peores o, dios no lo quiera, están fuera del circulo grabado a fuego en el suelo que dice en qué lado está lo permitido y en cual deben estar los excluidos.

Y al igual que en el cine o la literatura, los que apuestan, de vez en cuando se la juegan pero, ¡coño!, ¿por qué no jugar a caballo ganador la mayoría del tiempo y así seguir con mi piscina/mansión/coche/tetas operadas de mi mujer/amante? La respuesta es tan sencilla que ni siquiera voy a molestarme en darla, y porque además no conozco a nadie (y me incluyo a mi pesar) que no haría lo mismo que ellos en esa situación. Nadie. Y lo digo yo, que me cago en esta escoria y lucho porque no sean así las cosas, pero supongo que me ha tocado el lado de la alambrada en la que sueño con un mundo mejor para todos, en lugar de centrarme solo en mis bienes materiales y el ego y el poder.

¿Cómo acabar con esto?, me parece que la pregunta correcta sería: ¿queremos que acabe? Somos una masa insegura y frágil que solo va hacia adelante y mira alrededor cuando nos conviene o sabemos que sacaremos algo a cambio, así que, ¿de verdad queremos perdernos el tema inédito y grabado en cinta de Kurt Cobain y con el que vamos a pagarle un nuevo implante de pechos y veinte quilos más de cocaína a Courtney Love? ¿Vamos a dejar pasar la oportunidad de que nos cieguen con fotos a todo color y copias del folio en el que Frank Sinatra apunto alguna corrección sobre la traducción que Paul Anka hizo de la canción My Way? Me da a mí que no.

Solo podemos seguir adelante, conseguir el dinero suficiente para vivir y malgastar el resto en tonterías que no necesitamos ni nos hacen felices realmente y, bueno, supongo que seguir caminando con las anteojeras puestas, mientras nos quejamos de que nos engañan o que hemos chocado en ese muro o roto una pierna con aquella trampa y los demás se aprovechan y sacan sus propios, y ajenos para nosotros, beneficios.

¿O no?

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