Una tendencia imparable

Una tendencia imparable

Integración de la tecnología en los modelos educativos, ¿sí o no? En realidad, el simple hecho de formular esta pregunta ya nos supone el quedarnos atrás en la evolución real de la sociedad actual.

Puestos a hacer un análisis en profundidad de las bondades y defectos de cada una de las posturas nos encontraremos con docenas de opiniones, más o menos fundamentadas, que convertirán a ambas en el mejor de los futuros para nuestros estudiantes.

No nos engañemos, es una realidad que las tecnologías nos han ganado la partida, en unos casos con razón y en otros, puede que con menos argumentos. Es una realidad que nuestros estudiantes tienen la puerta de entrada a los mejores bancos de información que han existido nunca y que complementan cualquier intento de formación que desde los centros educativos se les pueda proporcionar. Para la generación anterior pudo ser una barrera de entrada el manejo de esta tecnología pero en el caso de las presentes y futuras, avanzan con la tecnología completamente asumida; permítanme que lo repita, “completamente asumida”.

No es que hayan aprendido a utilizarlas, no es que hayan conseguido un manejo avanzado de la tecnología, va mucho más allá de eso, es la asunción de esa tecnología como en otros tiempos se asumió que la gente conocía los números, no que supieran contar, simplemente que eran capaces de reconocer los números. La generación actual, y las futuras, conocen el manejo de cualquier dispositivo como la anterior era capaz de controlar el mando a distancia de la tele. La diferencia es que ahora manejan el correo electrónico y blogs como antes los cuadernos, su pizarra digital como antes el corcho de la clase y sus tablets, smartphones y ordenadores como…. En realidad nunca imaginamos tener semejantes herramientas a nuestro alcance.

Es una realidad que si pretendemos incorporar a estas generaciones a una sociedad completamente digitalizada, tendremos que dotarlos de herramientas que vayan en consonancia con las necesidades que tendrán en un futuro y aunque dentro de los procesos educacionales deberemos mantener niveles óptimos de aprendizaje, no solo tecnológico, no podremos negarles el acceso a esas enormes rampas de conocimiento.

Desde luego en toda batalla hay bajas y en esta las habrá; probablemente en unas generaciones no habrá quien sepa hacer una búsqueda en un diccionario ni existirá el valor de una buena encuadernación de un libro. Asimismo la ortografía ya esta herida, y con pronóstico reservado, por la falta de práctica y las archiconocidas abreviaturas de los servicios de mensajería instantánea. Aquellos cuadernos cuidados con esmero por el escrutador examen del profesor que valía la mitad de la nota pasará a ser en Times New Roman, o algo así, y aquellos esfuerzos creativos a la hora de dibujar una portada de capitulo pasarán a ceñirse a las búsquedas de imagen de Google que tras un copy/paste formarán parte de nuestro servidor documental.

Como digo, si tenemos en cuenta las ramas más débiles de ese árbol que se llama educación, podemos ir mejorando nuestra capacidad de formar generaciones y avanzar como individuos y como sociedad.

En cualquier caso, el que se atreva que intente pararlo.

@JoseRaCaballero