¿Alguna vez habéis imaginado una película tan repulsiva y llena de esperpentos que se pudiera hacer asquerosa?
Con este largometraje húngaro podemos ver sesenta años de historia de la Europa central; historia contada por tres generaciones de una misma familia. Tres generaciones marcadas por un general retirado enfermo sexual, el hijo de este un gordo campeón de un alegórico concurso de porte mundial de comer como cerdos, y un delgado taxidermista que es la antítesis de su padre, inadaptado social.
Tal vez con esta pequeña introducción parezca algo dentro de la ficción, normal. Esta idea cambia cuando a lo largo del film se pueden ver cosas como,; un tío masturbándose y eyaculando delante de la cámara, un gallo picoteando la punta de un pene erecto, un primer plano del culo de una paloma mientras ésta suelta una cagada, tíos vomitando a lo bestia después de haber comido como cerdos comida que no parecía comida, un tío embalsamando un cuerpo en primerísimo plano sin cortarse un pelo en mostrar cómo se van extrayendo todos los órganos internos; y esto solo es un aperitivo de toda la casquería y cosas explicitas que se pueden ver.
¿Toda esta asquerosidad de elementos es necesaria en este film?
Contestando a mi propia pregunta decir que no, estos elementos son aplicados por su director György Pálfi para conseguir un producto de altos niveles de asquerosidad, que no cuajan con la escritura de guion imposible de dar significado. La finalidad de este film está plenamente marcada por lo explicito, lo impactante de lo que se muestra y su estética, sin importar que se está contando, lo único que vale es dejar a los espectadores con la boca abierta.
Como amante del cine gore y de excesos, considero esta película un digno largometraje por el que dedicarle una tarde; también aviso que no es un film para aprensivos y pudorosos, pues muchas de las escenas son dignas del mejor de vuestros vómitos.
Ante pelis de este calibre hay que dejar de lado los prejuicios y disfrutar de lo que al fin y al cabo es, cine.
