Sidecars, contra las cuerdas una vez más

Que una vez más la música te ponga contra las cuerdas, te golpee y te deje sin conocimiento. Para levantarte más fuerte, admirarla como la musa que tiene el poder de manejar mi vida a su antojo, y decir: ‘’Joder, dame más’’. Esta es la crónica de Agus Scab sobre el concierto que Sidecars (Warner Music) ofreció en la Sala B de CAEM de Salamanca.

Hacía frío en la calle y hace tiempo que ya no me atrevo a morderte. No soporto esperar a que cambie mi suerte, por lo que no quiero mirar más al cielo, y sin mirar el reloj, doy un paso al frente.

Entro.

Miro el escenario vacío y me acuerdo de esa expresión más vintage que fotolog que dice eso de, ‘’como un niño con zapatos nuevos’’. Los míos la verdad es que estaban sucios. No eran ni zapatos, eran unas Panama jack heredadas de mi abuelo. Bastante sucias de hecho.

Pero habían venido para eso.

Era un concierto para saltar.

Para gritar.

Para lanzarme la cerveza por encima y chapotear en un charco de espuma.

Cerré los ojos y prefería ver lo que no estaba pasando.

No tenía zapatos nuevos, pero la carrocería de mi sidecar olía a cuero del bueno, con toques de vodka y tabaco.

¡Luces OFF!

¿Dónde estamos?

¿Chamberí?

¿El Kilimanjaro?

¡Y qué más da eso!

Sonríe y flota, vienes a arrasar Berlín.

Sidecars lo ha vuelto a hacer. Para mí, un grupo que se ha ido abriendo paso a saltos agigantados. No creen en las medias tintas. Hacen bien. Yo tampoco. No creen en los versos a medias o las canciones sin estrofa final. Son como una pintura de Seurat, puntos transformados en notas que se unen para contarnos historias de la vida. Historias de la realidad.

No hablan de idilios funambulísticos, ni de sorbos con lima, le cantan a esa realidad con la que cada nota, fusila nuestro día a día para darle emoción.

Doble o nada amigos/as.

Y ellos lo tienen claro. Fieles a su estilo, sin vender sus versos en una esquina al mejor postor, han llegado hasta la torre más alta del castillo. La ventana está abierta y la música fluye.

Deja que sople el viento. ¿Locos de atar? Locura es no ir a verlos.

La vida en una canción, mil sentimientos en un verso descolgado que busca donde ir. Sin reglas ni fronteras, vamos a cantar sobre la Riviera una vez más.

Que nunca nos falten. Que nunca los tengamos que llorar.

¡Nos vemos en los bares…

…Recógeme en tu Sidecar!