RUTA TOUBKAL

Esta es la historia de un grupo de entusiastas de las actividades al aire libre y de su afán de superación. No son profesionales de los deportes de montaña, ni unos locos de las actividades de riesgo, solo son personas que disfrutan pasando sus ratos de ocio en buena compañía e inmejorables paisajes de la mano del Club de Montaña Guadarrama Activa. Y esta es la crónica de una de esas rutas, contada con mucho humor, que sirve para acercarnos, a los que miramos de lejos con cierta envidia, esta incomparable experiencia.

tira_toubkal1Aún estábamos descendiendo del Pico Almanzor cuando el amigo loco que todos tenemos en nuestra vida tuvo una nueva ocurrencia: “¿Oye, y si nos hacemos el Toubkal?” Los pájaros se callaron y giraron su cuello para mirarnos, el agua del riachuelo dejó de chocar contra las piedras a su paso quedando en silencio y las maltrechas botas de montaña dejaron de desplazar rocas y arena a su paso con el fin de establecer el respetuoso silencio que la idea de peón caminero requería para un contestación serena y argumentada.

Mis justos conocimientos de geografía me hicieron posicionarme, no sin esfuerzo en la localización del pico del que hablaban, el Atlas Marroquí, cerca de Marrakech y empezar a sopesar los pros y los contras de la posible aventura.

Vamos a ver, padre de familia, entrado en la cuarentena y casi más cerca de salir de ella pero por el otro lado, con obligaciones profesionales unidas a alguna que otra lesión de juventud y al cansancio acumulado en la expedición que estábamos aún terminando; la respuesta solo podía ser una: pues claro, ¿cuándo lo preparamos?

No habíamos llegado al parking donde nos esperaban los coches y ya estábamos apuntados seis de los que íbamos con ese rictus entre emoción y un poco de “¿y cómo suelto yo esto en casa? Mejor espero al miércoles o jueves que se le haya olvidado esta”

Solo pasaron unos meses y ya estábamos en el aeropuerto esperando la salida del avión con rumbo a Marrakech. Si dicen que un buen inicio ayuda a resultados magníficos, nos podíamos haber dado la vuelta en ese momento porque una tormenta eléctrica sobre el aeropuerto nos obligo a estar embutidos en el avión durante dos largas horas. El calor acumulado, el olor a clase de gimnasia de preadolescentes y la impaciencia por llegar a nuestro destino a punto estuvo de dar al traste con nuestras aspiraciones de no pegarnos durante el viaje. En general, el humor fue bueno y las muecas de dolor casi imperceptibles (la media de edad de los asistentes está contraindicada con mantenerse doblado durante horas).

Pero al fin amanece en Marrakech, y la espera en el avión y el, más o menos, movido viaje solo forman parte del anecdotario de la aventura. Como estaba convenido, tras el desayuno nos viene a buscar al Hotel Ali un microbús que nos trasladará a Ilmil, un precioso pueblo ya en las estribaciones del Atlas Marroquí. Una vez allí tomamos contacto con la población local, encontrando a los primeros vendedores por asedio de artesanía en forma de collares, pulseras o cuchillos bereber. Vendedores por asedio porque en su lenguaje no existe el no y a cualquier no responden con un “esto no funciona así, ahora tu me tienes que hacer una oferta y llegamos a un punto intermedio”. Jamás pensé que cuando me encontrara con el regateo vendría acompañado de un tutorial, pero así es.

Hechas ya las presentaciones oficiales con nuestro guía y los burros que transportarán las enormes mochilas hasta el refugio decidimos salir de Ilmil a 1700m de altura con dirección al refugio que se encuentra a 3200m.

La excitación era palpable, llevábamos meses hablando del viaje, preparando cosas, imaginando como sería una aventura en África, y por fin echábamos a caminar. Habríamos recorrido unos 15 metros todo lo más pero, definitivamente, era el momento de hacer una foto para inmortalizarlo. Ahí tienes a los diez españoles, siete con el Smartphone rugiendo con el sonido electrónico que imita la obturación de una cámara réflex, y los otros tres con cámaras de verdad porque “los móviles se quedan cortos para lo que yo quiero fotografiar”. La cara de Brahim, nuestro guía no tenía precio; “si esto es aquí, que aún tenemos a la vista las mochilas, cuando entremos en la montaña estos hacen un reportaje de boda”.

El ritmo inicial nos pareció a todos excepcionalmente lento, pero como quien prefiere confiar en la persona que lidera el grupo, nadie dijo esta boca es mía; más tarde comprendimos que la rampa continuada así como el estado del terreno y el calor que nos encontramos, ya a las afueras del pueblo, hacían que ese ritmo fuera el más adecuado, si de verdad queríamos conservar piernas para el ataque a la cima que tendría lugar al día siguiente.

tira_toubkal2Tal y como nuestro guía nos había prometido, dos horas y media después, a mitad del camino entre Illmil y el refugio encontramos un precioso remanso del riachuelo que baja de las montañas, incluso con una pequeña cascada, en el que nos esperaban una serie de chiringuitos donde teníamos prevista la comida del día. No es que lleváramos mucho trecho caminado o que estuviéramos especialmente cansados pero si estábamos ávidos de entrar en contacto con la población y empezar a interactuar con la comida local, uno de los grandes retos que los estómagos del primer mundo se encuentran con el cambio de cultura.

Cierto es que la comida fue una sorpresa por cantidad, enorme, y por sabor, que aunque con el toque especiado que esperábamos ni mucho menos desagradable a nuestros paladares. Los platos repletos de vegetales y arroz, así como un guiso de carne con salsa, nos hizo reponer fuerzas en un periquete. No faltó la sabida pregunta de “una cervecita, no?” a la que todos lanzamos un suspiro como respuesta porque en esa situación era lo único que nos faltaba (bueno y ya si trae el Marca debajo del brazo…).

Con la comida en el estómago, y con una cierta relajación, todos teníamos en la cabeza que estábamos a mitad de camino con lo que, el que más y el que menos, echó sus cuentas y racionó sus fuerzas con el fin de llegar enteros al destino que nos habíamos marcado en el día.

No eran las cinco de la tarde cuando divisamos el refugio al final del camino y, como suele ocurrir en la montaña, que veas algo no significa que te quede poco tiempo para llegar. Aunque una de las componentes de la expedición, que ya había estado por la zona, nos había prometido que antes de llegar al refugio había una zona llana, lo cierto es que, hasta que no llegamos a la puerta del refugio, no vimos ni rastro de aquel deseado llaneo; era todo rampa, más o menos pronunciada por tramos, pero rampa al fin y al cabo.

El refugio era mucho mejor de lo esperado, con varias salas para comer y, en nuestro caso un dormitorio con dos filas de literas para unas treinta personas; pero bueno, nosotros ya íbamos diez, con lo que bastante peor lo tenían los demás que eran grupos de tres o cuatro.

Nada mal nos vino la sorpresa de que el refugio tenía duchas con dos tipos de chorro: agua caliente que era con un caudal de una gota cada tres segundos o si querías algo más de caudal era con temperatura ambiente de las cumbres del Atlas (Bang and Olufsen están estudiando el modelo para patentarlo).

Pero mira, nos dimos un agüita refrescante que nos plantó en la cena con ilusión y fuerzas renovadas. Las exclamaciones se sucedía una tras otras….

– Ya estamos aquí!!!!

– Ya hemos llegado!!!!

– Mañana nos apuntamos un 4.000!!!!!

– Yo quiero una cerveza!!!! (los hubo que no entendieron en ningún momento lo de la cerveza)

Toda esta excitación y el momento de exaltación de la amistad (sin alcohol de por medio) se frenó en seco cuando nuestro querido Brahim que nos miraba con cara de extrañado nos comunicó que al día siguiente tendríamos que estar desayunando a las 4 de la mañana para iniciar la marcha hacia la cumbre a eso de las 4:30.

Vamos a ver, una cosa es no ser cristiano y otra muy distinta sacarnos de la cama un domingo a las 4 de la mañana.

– Pero si no va a estar la cumbre!!!

– A que nos perdemos!!!

– Seguro que este sabe a dónde vamos???

– No sé yo, no sé…

tira_toubkal3Los mensajes empezaban a cambiar pero el impulso general fue el de lanzarnos con dirección litera a la velocidad del rayo…. Diossss y en una habitación de treinta, esta noche va a ser un infierno.

Un infierno??? En el infierno estoy convencido de que la gente descansa. En el infierno si uno ronca lo echan a…. ,no sé a dónde lo echan pero seguro que lo echan; en el infierno la gente hace las digestiones por dentro sin compartirlas con los condenados que le rodean, en el infierno la gente se acuesta y no se acuerda doce minutos después de que se ha dejado no sé que en el fondo de la mochila; y en el infierno si enciendes un frontal que da luz como para aterrizar un avión en mitad de la noche estoy convencido de que te lo hacen tragar en el mejor de los casos.

4:00 AM, la noche prometía y cumplió, necesito aire fresco, nadie tiene el estomago como para un copioso desayuno pero visto lo que nos espera hay que hacer el esfuerzo de meter algo en el estómago. Las mochilas preparadas, los frontales en la cabeza, abrigados pero cómodos, sabemos que a media ascensión nos cogerá el sol y empezará a hacer calor. La línea de puntos de luz que proviene de nuestros frontales empieza a serpentear por el valle que nos llevará hasta el Toubkal, la montaña más alta del Atlas. En el inicio, y pese a los 3200 metros de altura, tenemos ganas de hablar de comentar y de saber que el de delante y el de detrás van bien de ritmo.

Las rampas son continuas y, salvo algunos neveros de hielo que sorteamos sin ninguna dificultad el terrenos es una canchal de piedras pequeñas que nos hacen llevar un ritmo realmente lento porque cada paso que avanzamos retrocedemos medio paso.

3.600 metros de altura y se empieza a notar, los pasos son cortos y mira que llevo respirando desde que era pequeño, pero debe ser que hoy no lo estoy haciendo bien porque esto no me llena. Brahim va estableciendo paradas con el fin de agruparnos y que el ritmo sea cómodo para todos. A ratos a unos les duele la cabeza, a ratos otros están cansados pero todos estamos subiendo, con más o menos esfuerzo, y el ritmo no es malo. Cada vez estamos viendo más cerca la meta que nos marcamos en aquel descenso del Almanzor.

Las rampas continúan y ya estamos a 4.000 metros, el amanecer nos ha sorprendido por la espalda y cuando nos giramos y miramos el valle que hemos superado las vistas son increíbles. Ver en el fondo del valle a otros excursionistas que inician lo que nosotros hemos pasado hace un par de horas nos permite calibrar las medidas y distancias en la inmensidad de un paisaje formado por tres montañas de más de 4.000 metros.

Estamos a 4.060 metros y la montaña nos da el primer respiro con una terraza que nos permite ver, al otro lado de un precipicio, la pirámide que corona la cima del Toubkal.

– Como un precipicio en medio???

– A que nos hemos equivocado???

– Y ahora como llegamos allí????

– Que cerveza me tomaba!!!

No, afortunadamente no nos habíamos equivocado de ruta, solo con rodear la enorme sima que parte la montaña nos encontraríamos con la pala final que nos llevaría a la cumbre, estábamos a 15 minutos de coronar.

No se puede explicar con palabras la sensación de coronar esta montaña. Será por el esfuerzo debido a una falta de oxigeno a la que no estamos acostumbrados; será porque era una meta que nos habíamos marcado meses atrás; será porque habíamos llegado todo el grupo sin que nadie se hubiera tenido que quedar por el camino; no sé porque será pero la sensación, no solo de orgullo personal, por la meta conseguida, sino de orgullo de grupo, de alegría de compartirlo con las personas adecuadas, o de simplemente estar allí en ese momento de la mañana de un domingo, hizo que cada gota de sudor, cada tropezón, cada esfuerzo en un paso, cada sensación de mareo por la luz del frontal, todo, todo, haya valido la pena.

Habrá sido solo un viaje, una excursión, una aventura… lo que quieras, pero ha quedado marcado en la parte más alta de mi ideario de cómo disfrutar de la vida.

En otro momento contaremos como fue nuestro descenso, nuestro paso por un jaman o baño/sauna marroquí, nuestra visita al Soak de Marrakech y su regateo, nuestras peripecias antes de abandonar el norte de África; y de cómo, cuándo y quien encontró cervezas en Marruecos.

Un Rutero.

Mapa ToubkalJbel Toubkal 4167 msnm 

Ficha técnica
Distancia: 34,79 km / Duración: 17 horas en 3 días / Desnivel positivo: 2719 m / Desnivel negativo: 2758 m / Punto mas bajo: 503 m / Punto mas alto: 4167 m / Ruta circular: No

Coordenadas:
Imlil: 31.135857 -7.9166780 / Ref. Toubkal: 31.063533 -7.9377830 / Jbel Toubkal: 31.059780 -7.9149390

Dificultad técnica: El recorrido tiene un dificultad moderada, pero la altitud y las temporadas en ls que se encuentra el recorrido nevado, la hacen difícil.