Red Dead Redemption 2, una de las secuelas más cuidadas

Quien diga que segundas partes nunca fueron buenas no conoce el mundo de los videojuegos. Hay nuevas entregas que redimen a una regulera primera parte y que franquician una idea… a fin de cuenta una compañía con una franquicia de cierto éxito ya tiene la mitad del camino hecho, y por desgracia, en el mundo de los videojuegos, la gente atiende más a los títulos enumerados de una saga, que a una nueva propiedad intelectual que da codazos para hacerse conocer en este mundillo.

¿Y cuando ya tienes una saga fuerte? Por norma general las entregas de una saga son como los personajes de una sitcom. El concepto “evolucionar” no puede contradecir la ley tácita de “darle al público más de lo mismo pero mejor”. La gente compra un Gears of Wars 4 sabiendo que se encontrarán un juego de disparos donde la mecánica principal será “cubrirse, disparar y avanzar”. Un nuevo Call Of Duty entregará un multijugador que hará las delicias de los que jugaron al anterior Call Of Duty… Y la gente se mosquea fácilmente (¿Cuántas veces habré hablado sobre la inmadurez del medio?) cuando le cambian radicalmente las mecánicas de una entrega a otra.

Pocas sagas sobreviven gustosamente a la experiencia, y este año hemos tenido un par, que son para darles un premio. God of war abandona un pretérito sistema machacabotones frenético por un juego pausado donde pulsar el botón equivocado puede costarnos la vida. Resident Evil 7 nos cambia la vista en 3º persona por una subjetiva cambiando la forma en la que percibimos la ambientación…

Pero ahora llegamos a Red Dead Redemption 2

Si os dicen que Red Dead Redemption es mal juego, os mienten como bellacos. Pueden deciros que no les gusta… o que las expectativas le han jugado una mala pasada… pero es objetivo decir que es probablemente uno de los videojuegos más apurados, mimados y cuidados (a veces hasta niveles enfermizos; los testículos de los caballos encogen o se ensanchan según la temperatura ambiente) no solamente de la década, si no de la historia de los videojuegos.

¿Y cuál es el cambio? Al igual que en el cine en los videojuegos existe un latente Star System  en el que un artista se involucra en un estilo o género, dando al espectador siempre un poco más de lo mismo. Tim Burton juega con los cuentos de terror, Scorcese juega al cine negro y a Jason Statham le gusta dar patadas voladoras. En los videojuegos sabemos que Kojima hará cosas raras… a Namco le molan mogollón crear juegos de lucha, Assembly se han labrado un nombre con los juegos de estrategia y sabemos que Rockstar siempre hará algo muy loco…

Y el parecido entre Red Dead Redemption 2 y GTA es nulo más allá de parentescos paternofiliales de que ambos son hijos de la misma gente. La primera entrega de Red Dead Redemption nivelaba entre vivir “en el lejano Oeste” y el hacer el cabra-loca por la montaña pegando tiros montado a caballo, siendo una versión  más cercana a un “GTA” en el spaguetti western más divertido… pero esta segunda entrega incluso reniega de sus orígenes para mostrarnos un lento, pausado y profundo juego en el que podamos vivir mil aventuras.

No hablo ni de trama, ni personajes, pero en las formas, sería como comparar una película de Leone con una de Guy Ritchie. 

Red Dead Redemption 2 es el juego de los mil y un detalles y parece que han cogido cada idea que les ha parecido buen y ha buscado la forma de implementarla en arte final sin matar ni un solo ápice de calidad en el proceso.

Uno de esos puntos que más me han gustado es la capacidad para contarte mil historias distintas solo cabalgando tranquilamente por sus caminos… Puedes haber hecho 100 veces el trayecto del punto A del mapa al punto B, pero el juego siempre acaba ofreciéndote alguna anécdota que hace tu camino, siempre, interesante. Una persona ha sido mordido por una serpiente ¿La ayudarás? Una mujer se ha quedado tirada en mitad del camino por la muerte de su caballo ¿La llevarás? Se escuchan llantos en ese pantano ¿Te atreverás a investigar? Y tras más de 80 horas, parece que al juego no se le acaban las anécdotas ¡Ojo! No hablo de misiones de trama o secundarias… hablo de cosas que te pueden ocurrir simplemente por cabalgar sin rumbo fijo para ir de una ciudad a otra.

¿La trama? Para mi gusto me ha encantado, y siendo uno de los aspectos menos destacables del título, está a la altura presentándonos a uno de los personajes que más llevaré en el corazón mientras viva. Arthur Morgan se nos presenta  como el hombre sin escrúpulos que hace lo que se debe hacer. Un hombre que da la vida por su cuadrilla y hace ya tiempo que también vendió su alma por Dutch Van Der Linden, líder de la banda de forajidos… y sin embargo, es difícil no apreciar sus comentarios. Casi noto como se raja la cuarta pared cuando se considera a sí mismo un simplón… un “tonto que hace lo que hay que hacer” y que no sabe hacer nada más, porque no es más listo, jugando así con el cliché establecido del “recadero” de este tipo de juegos, y luego se desdobla a medida que la trama avanza, pidiendo su voz y su voto y la compensación por la sangre de sus manos. Arthur Morgan es un simplón adorable, un terrorífico asesino, y un alma atormentada. Justo lo que un western crepuscular precisa, y os aseguro que si le dais la oportunidad, os hará sonreír cuando él sonría, y os helará el corazón cuando se apene…

¿Lo malo? Como he dicho, la gente que venga de su anterior entrega o de los mismos GTA a los que la compañía californiana nos tiene acostumbrados van a darse con un muro llamado “realidad”. El juego sigue teniendo guiños y santo y señas de la compañía como personajes estrafalarios o su característico humor negro… Pero a los mandos, en lo jugable, el juego no puede ser más diferente a lo que nos tienen acostumbrados.

Arthur se siente pesado a los mandos, para que puedas admirar mejor el contexto. Sus movimientos son lentos (como predeterminado; Solo andar), sus acciones pausadas. No te vas a meter en un tiroteo pegando saltos y volteretas como un ninja. Machacar botones no sirve de nada, porque Arthur se mueve como un ser humano normal, y el juego quiere que te sientas a disfrutarlo. No quiere ver cómo te pones de 0 a 100 en segundos, si no que disfrutes de cada detalle, por más estúpido que sea.

Otra cosa que me ha chirriado de tan sobresaliente apartado, es su incoherencia a la hora de resolver las situaciones de acción, en el que muchas veces afrontamos el papel de “Hombre contra ejército”, y en un ejercicio tan logrado de dar profundidad y realidad, choca un poco ver como tu solo te cargas a 100 enemigos por misión… Gajes del oficio de este tipo de videojuegos, y no olvidemos que RDR2 no deja de ser un TPS de acción.

Pero esos detalles no empañan un acabado tan grande. RDR2 es el típico juego que tras jugar dos horas, tenías que hablar con tus amigos para comentarles lo que te había pasado, y que ellos te comentaran las diferencias con tus partidas. Es un juego que crea anécdotas, y a mí me ha devuelto a esa ingenuidad de cuando tenía 15 años, y me impresionaba cada juego como si fuera algo completamente nuevo…

Es un juego de 10, aunque el juego perfecto no exista… por que el trabajo que esto tiene detrás y lo bien que han logrado llevar tantísimas cosas, no merece menos nota.

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