PRIMAVERA SOUND – Rosalía callando bocas y rompiendo récords

por Àlex Caballero

P. POSTMAN  (NIGHT PRO) 16.30 (7)

Como ya he dicho anteriormente, el Night Pro, situado justo nada más entrar en el recinto del Fòrum a la izquierda, escondía alguna de las sorpresas más frescas y agradables del Festival de este año. A  P. Postman, lo del reggae, le viene tanto de familia como de raíces.

Llegado desde suráfrica y apoyado en Tiara y DJ Unknown como colaboradores especiales durante su breve paso por el Festival, la contagiosa amabilidad y el expansivo buen rollo que emanaba de las canciones de Postman, pusieron a los contados allí reunidos a bailar a modo de dulce divertimento con una sonrisa de oreja a oreja y un evidente vaivén traído directamente del trance verdoso que produce la hierba del rey.

Su reggae actualizado, en el que tanto entra el rap como el r n’ b y los riddims que van más allá de lo evidente, tuvo su momento álgido cuando, al final del concierto, Postman se atrevió a salir con su guitarra acústica y cantar Gimme Da Ganja a pleno pulmón.

TIRZAH (AUDITORI ROCKDELUX) 17.30 (9)

Tomando como referencia los ritmos y sonidos urbanos más actuales y pasándolos por el tamiz del r n’ b y el soul más clásicos, podremos acercarnos mínimamente a lo que Tirzah Mastin y su debut Devotion esconden.

Pero cuidado, aquí nada es lo que parece, cuando creemos que hemos llegado a un callejón sin salida de una oscura y misteriosa ciudad, resulta que sin pretenderlo nos elevamos al plano etéreo de lo musical para perdernos en la niebla y encontrarnos más tarde apoyados en un ínfimo rayo de sol portador de una esperanza y una energía tan vibrante como efímera. Intensidad, intimidad, pasión, delicadeza, timidez, … si a todo esto le sumas que ese concierto que he intentado describir con palabras se fraguó dentro del monumental Auditori Rockdelux, os podéis hacer una idea de la impresionante magia musical que consiguió desplegar la británica dentro del marco del Festival. Claroscuros épicos vestidos de la extraña amabilidad de una indietrónica abrumadora.

HARU NEMURI (ADIDAS ORIGINALS) 18.35 (9)

Y si hay que hablar de sorpresas mayúsculas dentro del Festival, una de las más grandes y sonadas vino dada de la mano de la japonesa Haru Nemuri.

Una joven tímida, humilde y sumamente amable, que superaba por poco la veintena, dispuesta a hacer vibrar de la manera más original y fresca a un personal entregado en cuerpo y alma a las lindezas de la nipona. Vestida con un bonito y discreto  vestido de flores, la Nemuri puso a saltar como locos, bailar como condenados y disfrutar como si no hubiera un mañana, a cada uno de los allí reunidos desmenuzando su impresionante “harutyosura” (su último largo encumbrado por The Needle Drop) y ofreciendo un show del que se podían extraer de la misma manera las enseñanzas del j-pop más barroco (haciendo especial hincapié en un dj que utilizaba los ritmos digitales a modo de banda orgánica) pasando por las influencias más evidentes del emo-core gritón y desfasado de gente como Envy, hasta llegar a lugares comunes en los que se encuentran el rock, la electrónica y el rap en una explosión de sabores y colores que funciona a las mil maravillas.

Su pop vitalista sobre bases pregrabadas de sonidos arrastrados, baterías descomunales y gritos desgarradores, contrastaban de manera poderosa con su imponente sonrisa, su contacto con el público y su personificación de lo que vino a ser el torbellino de pasión y emociones más descomunal del día.

Apoyada en un directo sumamente físico e incluso atlético, lo suyo era bailar sin parar y animar al público a hacer los mismo, la Nemuri bajó varias veces al foso, se tiró sobre el público para hacer stage diving y crowdsurfing sin complejos e incluso llegó a cantar una de las últimas canciones entre un respetable que no salía de su asombro con la explosiva energía y vitalidad luminosa de la nipona.

NATHY PELUSO (PULL AND BEAR) 19.40 (8)

Sin dejarse encasillar en una corriente concreta y experimentando un crecimiento exponencial cada vez más evidente, de la sala Apolo, a la Razzmatazz grande, a recintos aún mayores como el de las fiestas de la Mercé en Barcelona o el ahora Pull And Bear del Primavera Sound en menos de un año lo de la Peluso no es ninguna broma, por mucho salseo y humor que ella misma le ponga a sus interpretaciones.

Cimentada claramente en las influencias latinas de la música y curtida en las artes escénicas del teatro y la danza, aplicando todo ello a un espectáculo que va creciendo a su propio ritmo (ya con banda al completo y coristas incluidas), el rap latino, el jazz vocal, el soul más caliente y el r n’ b más urbano y actual se dan cita en un show en el que todo es sorprendente, disfrutable, gracioso e incluso burlón, dotándolo de una calidad y una excelencia que sobrepasan cualquier expectativa puesta en ella. La Sandunguera llegó, conquistó y expandió su universo sobre el  Primavera de manera efectiva y sólida.

ROSALÍA (PULL AND BEAR) 21.30 (10)

Empoderada hasta límites indescriptibles y reforzada por un público que consiguió batir el récord de asistencia en toda su historia a un concierto del Primavera Sound sumando la presumible cifra de 63.000 personas, ver a Rosalía sobre las tablas del Pull And Bear se convirtió en la experiencia más esperada, ansiada y deseada del Festival con mucha diferencia.

Saliendo a escena subida en una tarima cuadrada (muy buena jugada para que todos pudieran verla aunque fuera de lejos), vestida de rosa pastel y flanqueada a ambos lados por el maestro El Guincho a su izquierda y cuatro palmeros y coristas a la derecha (sin olvidarnos, por supuesto, del elenco de bailarinas), absolutamente todo en esa noche fue una muestra indiscutible de fuerza, poderío, duende, calidad y amor (sobretodo por su tierra y sus gentes hablando en catalán durante gran parte del show).

Con una pantalla trasera que la mostraba en todo su esplendor y una comunicación con el público altamente emotiva, humilde y agradecida, el escenario del Primavera se iluminó de manera especial para recibir a un colaborador de excepción. James Blake y su Barefoot In The Park junto a Rosalía fueron de una calidad sobrehumana, incluso Rosalía lo llegó a presentar como la canción más bonita en la que ha colaborado nunca.

Que No Salga La Luna, Pienso En Tu Mirá, Bagdad, A Ningún Hombre, Nana, o Malamente sonaron incluso mejor en directo que en estudio consiguiendo que la producción de El Guincho se hiciera notar sobremanera hasta convertirla en parte orgánica e indispensable del espectáculo. Sin necesidad de grandes efectismos, ni cambios de armario (Rosalía tan solo incluyó una chaqueta a juego en Di Mi Nombre), temas como Autre Cuture  o Con Altura (con la sorpresa de no contar con J Balvin sobre las tablas y tener a El Guincho cantando sus partes) se convirtieron en hits incontestables a los que todo el mundo se aferró de manera enfermiza.

Otro de los momentos especiales para el recuerdo se fraguó con ese medley favorito en el que De Aquí Tú No Sales, Maldición y el Te Estoy Amando Locamente confluyeron de manera magistral gracias a la versatilidad de un El Guincho absolutamente exultante. Con una voz que se convirtió en su arma más poderosa (de las muchas que tiene Rosalía) y retomando su imponente Catalina de su anterior Los Ángeles, sus poses a lo thug-girl, su desparpajo sobre las tablas, su humildad, su capacidad para iluminar, sorprender y enamorar de manera inequívoca y descomunal, consiguió arrancar emociones a flor de piel en todos los asistentes e incluso alguna que otra lágrima a más de uno. Callando bocas y rompiendo récords, no se le puede pedir más.

NENEH CHERRY (PITCHFORK) 23.00 (8)

A mi parecer, relegar a una veterana de la talla de Neneh Cherry al Pitchfork no era lo más ideal, aunque admito que siempre es más cómodo verla en sitios reducidos su lugar debería haber sido el Ray Ban sin lugar a dudas.

Pero bueno, dejando un poco de lado el tema de la ubicación y teniendo a la Cherry sobre la tablas del escenario para presentar los temas de su último disco titulado Broken Politics, hay que decir que tanto los temas del disco en cuestión como los de su anterior Blank Project sonaron, previa ejecución magistral de la descomunal banda con la que contaba la sueca, crecidos y altivos con respecto a su versión de estudio sobre los que apoyó la mayoría de su repertorio de manera más que acertada.

Por desgracia no ocurrió lo mismo con sus clásicos de antaño remodelados específicamente para la ocasión y la banda de acompañamiento haciendo casi un estropicio con su famosa 7 Seconds. Por suerte eso ocurrió en contadas ocasiones y el show de la Cherry se saldó con un notable alto.

J BALVÍN (PULL AND BEAR) 00.05 (8)

Lo de J Balvin estuvo bien, muy bien, eso es innegable. Su producción incluía pantallas descomunales, coloridos infantiles, cabezones que representaban a colaboradores (Cardi B, Bad Bunny), cambios de vestuario, cañones de confetti y una colección de nubes más molonas que el propio J Balvin.

¿Mi problema?, haberme movido a ver a Neneh Cherry y al llegar al Pull And Bear se hacía imposible acercarse lo suficiente como para disfrutar del concierto como se merece.

Balvin también incluyó Con Altura en su repertorio en directo y Rosalía tampoco apareció por el escenario, algo que me pareció bastante extraño en ambos casos después de haber coordinado su actuación juntos para cantar el tema en el Coachella. El carácter festivo, alegre y para todos los públicos del reggaeton de Balvin hizo las delicias de los allí reunidos, traduciendo la actuación del colombiano en la alegría de la huerta poniendo a bailar hasta al apuntador. Sinceramente me hubiera gustado verlo más de cerca para disfrutarlo al máximo, pero esta vez no pudo ser.

JAMES BLAKE (SEAT) 01.25 (10)

Y si lo de Rosalía fue más allá de lo excepcional, lo de James Blake estuvo de sobras a la altura probando el listón de la catalana para ponerse a su nivel y firmar el segundo concierto de 10 del día.

James Blake está a otro nivel, lo suyo pasa por la sobriedad, la seriedad y la profesionalidad a niveles estratosféricos. Vestido de riguroso negro y esbozando alguna que otra sonrisa entre canción y canción (además de dar las gracias), su humildad y su calidad lo han acabado encumbrando como el jefe indiscutible del neo-soul.

Apoyado en dos músicos capaces de elevar la propuesta de Blake al piano (aunque me encantó el momento en el que cantó tres canciones seguidas sin su inseparable teclado) de manera descomunal, tanto al respecto del efecto sedante de su acompañamiento como a la capacidad que tenían para organizar una rave de escándalo en alguno de los temas, nuevamente me gustaría resaltar lo de utilizar plataformas (cada uno en la suya) encima del escenario para que el público tuviera una mejor visión del espectáculo. Tomando como referencia su último disco, el magistral Assume Form, Blake se atrevió incluso con Barefoot In The Park de nuevo (esta vez sin Rosalía), Where’s The Catch (sin André 3000) y Mile High (sin Travis Scott), poniendo las partes pregrabadas de sus colaboradores sin ningún tipo de pudor logrando un efecto casi mágico.

Esa capacidad de atracción de su música y casi hipnótica de su voz podían llenar el vacío existencial de cualquiera de los presentes llevándolos al éxtasis emocional en la mayoría de los casos traducido en una tranquilidad y una  serenidad solamente al alcance de James Blake. De las tres veces que lo he visto en directo, la mejor con muy poca diferencia.