Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Mi ciudad da asco

Mi ciudad da asco

¿Recordáis un juego llamado SimCity? Se basaba en construir una ciudad desde los cimientos, edificando primero los lugares importantes como hospitales y comisarias, para después ya empezar con lo divertido, que era hacer estadios de futbol para ganar dinero, cines, discotecas, bares y restaurantes, etc, y todo desde la perspectiva de un alcalde/Dios que podía desde subir los precios de las cosas hasta hacer que el tiempo cambiara o crecieran montañas o aparecieran mares de la nada. Era algo divertido, la verdad, y hacía que empezases a medio entender cómo funcionan los impuestos y las infraestructuras de las ciudades, pero, como ya sabrán los que jugaron alguna vez con él, lo jodidamente divertido y lo que todos acabábamos haciendo tarde o temprano era invocar monstruos rollo Godzilla, hacer que un huracán la hostia de grande lo destruyese todo, o que empezasen a haber incendios a lo loco, y entonces destruías la estación de bomberos.

En el fondo todos somos unos pequeños psicópatas que quieren ver arder el mundo y luchan contra el que está arriba, el problema con esto es cuando en lugar de un juego tienes en tus manos una ciudad de verdad, y cuando en lugar de gritos falsos de personajes que no existen te topas con que la ciudadanía está harta de que todo sea inseguridad, suciedad, anarquía de la mala, y de que salir a la calle, pasear, o simplemente disfrutar de la ciudad que amas sea algo tan difícil como ganar la lotería.

¿Entiendes lo que trato de decir, señora alcaldesa?

Recuerdo cuando ir a la Plaza Catalunya era algo que hacías aunque no hiciera falta, porque era grande, estaba limpia, y te topabas con turistas dando de comer a las palomas, o estaba lleno de parejas sentadas tranquilamente en los bancos, y no como ahora donde no puedes caminar con libertad por las aceras de lo plagadas de mantas que almacenan productos de mierda que solo sirven para que unas mafias ocultas, y que tiene más privilegios que tú y que yo, sigan siendo los dueños de algunos barrios que se han convertido poco a poco en guetos que nadie quiere recorrer, donde impera la ley de la jungla como, y porque, la justicia no está hecha para que ellos la cumplan. Es asombroso como el ser humano se acostumbra a lo que le imponen en lugar de tratar el problema de frente y hacer algo de verdad, como no votar/apoyar/defender a los que se están haciendo los amos de nuestras calles mientras dicen que todo es por el bien común (el de ellos, supongo), y encima les aplaudimos como monos amaestrados.

“Mi ciudad da asco, es inhabitable y, si esto sigue así, va
a haber una fuga de ciudadanos muy importante.”

Y sí, yo quiero que Barcelona mejore y desaparezca lo que ha hecho de ella el hazmerreír de España, pero la libertad de expresión no existe desde el momento en que escribir esto que estáis leyendo será utilizado para tildarme de lo que no soy (¿racista?, ¿fascista?, renovad vuestro lenguaje, por favor), pero supongo que aquellos que defienden que todos somos libres para hacer lo que queramos se refieren solo a lo que ellos quieran, y de ahí las multas, obligaciones y demás castigos, dignos de la mejor dictadura del pasado, que hay en mi ciudad, y que están ahí para que nadie salga del círculo de seguridad y pueda decir lo que muchos pensamos pero nos han metido en la cabeza que no debemos decir ni escribir.

Mi ciudad es un asco, está abandonada a su suerte, la vivienda es cada vez más cara, y las pocas cosas que la hacían especial están desapareciendo por el “bien” del pueblo (que todavía no sé quién es ni cuando ha deseado que esto pasase), ¿pero a quién le importa eso si somos un ejemplo de diversidad y de unión de pueblos? Se les llena el pecho a la gente el decir esto, pero no saben que en Londres, por poner un ejemplo que conozco bien, ya lo era, y lo sigue siendo, desde hace tiempo, con la única diferencia que allí, ante todo, existe el respeto los unos por los otros y por las distintas culturas, las cuales viven en paz. Aquí, al haber hecho eso con la misma delicadeza que un cirujano con Parkinson, nos hemos encontrado una sociedad en la que lo más importante es el individuo y, después si eso, la convivencia y el saber compartir una calle o un barrio.

Mi ciudad da asco, es inhabitable y, si esto sigue así, va a haber una fuga de ciudadanos muy importante.

Y si no, tiempo al tiempo.