Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Reseñas de libros que nunca leeré: Dan Brown

Reseñas de libros que nunca leeré

(Todos los de Dan Brown tras Ángeles y Demonios)

(AVISO, esta es una opinión personal y sin buscar que  alguien se ofenda; aunque si así es, lo siento y todo eso)

Reconozcámoslo: todo en esta vida tiene una fórmula mágica, y alguna gente se aprovecha de ella sin que podamos hacer algo al respecto. Nadal juega con la izquierda, Messi es ambidiestro, Mar Flores siempre ha acertado a la hora de acostarse con millonarios, y Dan Brown sabe usar mejor que nadie el famoso, entre escritores, Viaje del Héroe. Y por si alguien no sabe lo que es haré una breve descripción:

El Viaje del Héroe es, a groso modo, un guion perfecto de qué escenas deben seguir a otras para que una historia enganche a la audiencia sin salirse del margen. El mayor fallo que tiene, es que consigue que haya escritores que escriban sin meterse en su propia historia, preocupados por cual es el siguiente paso a llevar a cabo, o que digan cosas como Estoy preocupado porque llevo 100 páginas y no he llegado a la Llamada de la Aventura, o Debería meter ya al Mentor, porque si no lo hago no podré cruzar el Primer Umbral, y si te suena como a una secta es porque lo es. Al igual que todo aquello que hace artificial una expresión artística, el Viaje del Héroe ha sido usado por miles de escritores de todo tipo para no salirse de lo estrictamente pactado, matando así su propia libertad en su obra a merced de que los lectores lo lean a toda costa, sin darse cuenta que justamente lo que hará que los lean consigue, como es el caso de las obras del señor Brown, que caigan en el peor fallo posible para un artista: que sea olvidado en cuanto se acaba de “disfrutar” con su trabajo.

Antes de centrarme en la obra de este escritor superventas, superolvidable y supermimado por las tiendas, debo reconocer que entiendo porque a tanta gente se le hace el culo Pepsi Cola con sus libros, y que no es otra cosa que la peor palabra que a un escritor, en mi opinión, pueden decirle: que es ENTRETENIDO. Hay quién lee para crecer, para sentir, incluso para odiar, pero los que lo hacen sola y exclusivamente para entretenerse son los mismo que hacen que las películas más taquilleras sean las de acción y no las de autor, los mismos que logran que nadie arriesgue en ningún ámbito artístico, y desde luego los que hacen que los autores que verdaderamente crean algo se queden solos en una esquina con sus sueños pidiendo clemencia en los bolsillos. Entiendo que a veces está bien entretenerse (en el cine por ejemplo lo hago mucho), pero estos después no deberían ir quejándose por el mundo inculto que tenemos ni por la poca atención que le damos a los nuevos talentos. Es cuestión de lógica, solamente.

…debo reconocer que entiendo porque a tanta gente se le hace el culo Pepsi Cola con sus libros, y que no es otra cosa que la peor palabra que a un escritor, en mi opinión, pueden decirle: que es ENTRETENIDO.

Y ahora, entremos en materia.

Cuando salió al mercado el tantas veces mencionado Código DaVindi coincidió con una lesión que tuve en la pierna derecha que me tuvo inmóvil cerca de un mes. Fue entonces cuando dejándome llevar por tantas alabanzas y anuncios, por recomendaciones, y el soberano aburrimiento del encierro, cayó en mis manos este libro, que devoré en tres días. Y sí, lo devoré, pero igual que cuando comes toneladas de palomitas, una vez acabado me encontré con un vacío muy grande en mi memoria, ya que el autor no consiguió en toda la obra hacer nada que no fuera simplemente entretenerme y obligarme a seguir leyendo hasta la última página, olvidándose por completo de intentar al menos que yo recordara un solo párrafo o situación característica. En eso hay que darle un aplauso, porque es difícil conseguir eso durante más de 300 páginas sin que el lector se dé cuenta de ello, y aún más difícil es lograrlo sin un estilo característico, sin una trama que tenga sentido y, encima, ubicarlo todo en la actualidad que conocemos. Y volví a caer con Ángeles y Demonios, porque al ser anterior me dije Oye, que igual este tío es bueno y lo único que hizo fue aprovecharse de la gente escribiendo un libro olvidable y extrañamente adictico, pero, mira tú por dónde, me topé con más de lo mismo, e incluso peor porque en este segundo libro todo es mucho más estúpido, insultante y rematadamente aburrido. Ahí es nada.

Hay muchos lectores que, como ya he dicho, tienen un muy bajo su baremo a la hora de escoger y leer libros, y aunque no me considero mejor que nadie sí que llegué, gracias al multimillonario Dan Brown, a una conclusión que, desde entonces, me ha acompañado cuando escojo qué leer: igual que perder el tiempo con una pareja que sabes que no te va a aportar nada es de tontos, perder preciados momentos de lectura con obras sin alma, llenas de trucos baratos para entretenerte (mira que suena mal esta palabra…) y sin un estilo que sea propio o, al menos, te sorprenda para bien o para mal, es de personas que le dan muy poco valor al noble arte de leer y escribir, y les animo siempre que puedo a que huyan como la peste de unos primeros capítulos, o páginas, que no te dan más que lo mismo de siempre.

Y ahora, sí, podéis salir corriendo a comprar su nueva obra, que si no seguramente te verán como a un bicho raro si no llevas a todos lados el libro, o no tendrás de qué hablar en los desayunos del trabajo.

Corred; sed masa.