‘Las confesiones a medianoche de Constance Kopp’ por Amy Stewart

Amy Stewart reforma la novela policiaca

por Rosa M. Panadero

No existían en 1916 las camisetas térmicas que tanto ayudan a sobrellevar el frío del invierno, pero sí que se llevaban las pistolas al cinto en Estados Unidos, aunque no era lo habitual en la indumentaria de una mujer. Excepto para Constance Kopp, la primera ayudante del sheriff en la cárcel de Hackensack, con pistola, placa y todo. Amy Stewart nos acerca una historia inspirada en recortes de prensa de la época, una narración en la que se oyen los ecos de la Primera Guerra Mundial –de cuyo armisticio se cumplen cien años– desde el otro lado del charco, con jóvenes ilusionadas con alistarse y que hoy responderían al patrón de “mileuristas”. Tras jornadas interminables en las fábricas por la mitad de paga que sus compañeros varones debían entregar el salario a los padres, así que una protesta en plan chalecos amarillos en Francia les habría venido al pelo a estas jovencitas, que por la más mínima desviación eran denunciadas e internadas en reformatorios hasta los 21 años. La protagonista dista mucho de los superpoderes de la Vanellope de Disney, pero nadie le quita el mérito de ser la Pepito Grillo que guía a las reclusas. “A veces, lo único que les hace falta es eso, un poco de ayuda para volver al recto camino (…) A menudo vienen a verme a medianoche, cuando ya me he acostado (…), porque, a media noche, una mujer lo cuenta todo si encuentra un oído atento”, dijo la verdadera Constance Kopp al New York Evening Telegram en una entrevista real publicada en 1916.

Amy Stewart se documenta en las hemerotecas y nos dibuja la realidad femenina de 1916, una época en la que cruzar de un estado a otro con el novio de turno suponía trata de blancas y cohabitar sin tener licencia matrimonial suponía una afrenta a la moral. Constance Kopp tiene una paciencia sin límites, es la pequeña heroína del sentido común que intenta, por un lado, que las jóvenes no sean condenadas por delitos ridículos –a día de hoy, no habría espacio en las cárceles si se continuara juzgando por muchas de esas infracciones–, y por el otro, ahorrarle al contribuyente la manutención de esas condenadas hasta los 21 años. Las confesiones a medianoche de Constance Kopp es la tercera novela de Stewart después de Una chica con pistola y Mujer policía busca problemas, todas centradas en este singular personaje, Constance Kopp, que hizo correr ríos de tinta en la prensa local y nacional de los Estados Unidos en una época en la que las labores del hogar eran el único horizonte decente para una mujer.