La Reina Cristina de Suecia de Darío Fo

La Reina Cristina de Suecia de Dario Fo

Un viaje iconoclasta

J. Víctor Esteban

En Noviembre de 2017 el gobierno de Arabia Saudí autorizó, por fin, que las mujeres puedan conducir en su territorio. El derecho a disponer de su propio patrimonio o la capacidad de decisión sobre su matrimonio siguen dependiendo de un responsable masculino. Del derecho a votar de las mujeres no hablamos por que no lo tienen ni los hombres.

La reina Cristina de Suecia no podía disponer de su patrimonio, ni decidir sobre su futuro marido, ni montar a caballo, ni cazar…ni tan siquiera ejercer el gobierno que le correspondía por herencia dinástica. De su ansia de conocimiento, interés por la ciencia y enamoramiento del arte…pues como el derecho al voto de la mujer saudí.

Educada por su padre que supo alentar en ella la necesidad de disfrutar de la vida en toda su intensidad fue criticada en la corte por tener comportamientos, necesidades y curiosidad…de hombre, ¡las mujeres no son así! Porque para la sociedad europea del siglo XVII, la más desarrollada del mundo de entonces, el papel de la mujer seguía siendo el mismo que para las tribus bosquimanas de Sudáfrica, la reproducción y nada más. Y si una mujer no cumplía el patrón predeterminado entonces sólo podía ser…un hombre.

Dario Fo es uno de los grandes comediantes de la segunda mitad del siglo XX. Iconoclasta, satírico, mordaz, sarcástico, creativo, brillante, lúcido y sobre todo libre.

Cuando le concedieron el premio Nobel la élite bienpensante, acomodaticia y pesebrera de Europa intentó insultarle llamándole, payaso, bufo, excéntrico y marginal. Como en su tiempo se calificó a Cervantes, a Shakespeare o al propio Moliére a quien Fo homenajea en las páginas de esta obra.

La reina Cristina fue capaz de sobreponerse a un entorno asfixiante, una cárcel de prejuicios y el desprecio de la nobleza europea. Convenció a Descartes para visitarla en Suecia y allí murió el pobre hombre mientras atendía la anárquica exuberancia intelectual de la reina. Conoció a Moliére y disfrutó de su obra mientras intentaba paliar la hambrienta miseria de su pobre Comedia del Arte. Ni siquiera ahora la mayoría de los actores comen de “lo suyo” y siguen siendo víctimas de la vocación y el prestigio, dos excusas de mal pagador utilizadas desde siempre por productores, directores de periódico y en general todos los que consiguen vivir del arte de los demás. Si encima el autor escribe Quijotes, Tartufos, Miserables y demás críticas feroces pues suele comer poco y mal.

Abdicada, criticada, despreciada y odiada pero con pensión de reina, Cristina viajó por toda Europa, compró arte en toda la extensión del concepto, cerámica, libros, pintura y una de las mejores colecciones de escultura grecorromana de la que ahora disfrutamos en el Museo del Prado gracias a que a su muerte los herederos decidieron deshacerse de las “excentricidades de la reina”.

Dario Fo era un gran comediante y en ‘La Reina Cristina de Suecia’ (Ediciones Siruela), obra publicada tras su muerte, la narración avanza a golpe de escena, con descripciones del entorno, tanto físico como político que enmarcan la evolución de la reina. Una delicia. ¿Era esta narración un trabajo preparatorio de una nueva obra de teatro? No lo sabremos por él. Aunque tal vez en algún sitio un comediante esté pensando en llevar el texto a la escena, aunque sólo sea…por prestigio.

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