Entrevista a Bruno Oro autor de ‘Tú buscas amor y yo cobertura’

“Da miedo decir las verdades en Twitter o en Instagram, por eso creamos un personaje ficticio”

por Rosa M. Panadero

Con todo ya listo para la comedia que protagoniza el 9 de marzo en Vilassar de Dalt, Immortal, un artista tan polifacético como Bruno Oro acaba de completar su perfil de 360 grados con “Tú buscas amor y yo cobertura”, su primera incursión en la literatura, una aventura que siguen sus casi 45.000 seguidores en Twitter. En realidad las preguntas deberían estar hechas a medida para Nen, el narrador de la historia de Capo, pero dado que un móvil no responde a menos que Siri esté activada, aquí vamos con unas cuantas cuestiones para Bruno:

No estoy muy segura de que lo que cuenta Nen sobre su dueño esté muy en consonancia con Ley de Protección de Datos. Qué dolor de cabeza con eso de tener que ser políticamente correcto, ¿no?

Pues si, la verdad. Los móviles lo saben todo y más de nosotros. Pronto nos harán chantaje y tendremos que pagarles para que no difundan según qué…

Teniendo en cuenta que has personificado un teléfono como narrador, tengo que preguntarte cada cuánto tiempo cambias de móvil.

Pues cada mucho. Nen fue un móvil que vivió unos cinco años. No soy de esos que están a la última en tecnología. Mientras el móvil viva, yo le soy fiel. Y cuanto más duren, más me ahorro en móviles nuevos y más cenas fuera me puedo permitir.

(Capo tiene un social media manager) ¿Por qué nuestra vida virtual no casa con nuestra vida personal?

Porque la virtual está hecha para vender, para maquillar nuestras miserias mundanas. Da miedo decir las verdades sobre uno mismo en tu perfil de Twitter o Instagram, de modo que creamos un personaje ficticio. El problema está en creerse demasiado ese personaje.

¿Cuál de las dos vidas es más importante para Bruno Oro?

La que me permite bañarme en el mar en pelotas, que creo que es la personal.

Capo emprende el viaje interior para saber qué quiere realmente. El destino le hace dar tumbos por California, Las Vegas, Nueva York, Buenos Aires, Cuba…¿A dónde has viajado tú para encontrarte a ti mismo?

Pues a esos sitios, por ejemplo. Viajar es un ejercicio indispensable para ver tu vida con perspectiva y elegir los caminos que molan y los que no. Viajar solo a veces es duro pero aprendes a convivir con tus fantasmas y a tolerarlos. Si no hubiera viajado a Estados Unidos solo no hubiera escrito esta novela.

¿Qué cosas no le confesarías ni siquiera a tu móvil?

La envidia – insana – que me asalta a veces con según quién…

Entre la música, los programas de la tele, ¿de dónde has sacado el tiempo para escribir este libro?

Precisamente lo saqué tras dejar Polonia, tras 11 años. Fue una sensación de vacío brutal. En Los Ángeles me aburría, tuve la idea del móvil y empecé a escribir como un poseso. Y como soy bastante disciplinado – y tozudo – lo terminé.

Es tu primer libro, ¿qué sensación te queda cuando terminas de escribirlo? ¿lo corregiste muchas veces, te lo devolvieron para revisar…?

Escribí 500 páginas, me volví loco. Suerte que mi madre me dijo: “Creo que esta novela tiene que ser cortita.” Le hice caso, y me cargué la mitad. Luego mi agente literaria me dijo cosas que podía mejorar y obedecí. Tras dos años de correcciones, a la editorial les gustó, y aquí estamos.

¿Este libro es una novela de amor con una persona o con una ciudad, Barcelona?

Diría que con una persona, la Musa. Aunque Barcelona es mi ciudad y me gusta hablar de ella, de lo bueno y de lo malo. También me enamora Cadaqués, Buenos Aires, La Habana…

¿Por qué ese toque de tipo “Titanic” para el final?

El final tenía que ser un poco épico. Y yo soy un apasionado del mar. No podría haber terminado la novela en lo alto de una montaña nevada porque tengo mal de altura. Me hubiera mareado escribiendo. En cambio en ese barco, el final me parecía romántico y dramático. Además, es solo fruto de mi imaginación. Creo.

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